Superando Expectativas

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POV NATALIA







La suite era enorme.

Quedábamos como dos enanas perdidas en medio de una habitación de gigantes.

Lo primero que llamo mi atención fueron los grandes ventanales que reemplazaban la pared del frente y separaban la habitación de la terraza. Al fondo había como una especie de "sala" ocupada por un par de sillones, un sofá-cama, una mesa de cristal y un escritorio diseñado para cualquier empresario que quisiese trabajar desde allí. Una barra americana daba la bienvenida a una cocina minimalista y luego estaba la gigantesca cama donde podrían dormir perfectamente otras tres personas más, un televisor enorme colgaba de la pared contraria al ventanal y debajo de el, un espejo que capturaba al completo toda la extensión de la cama.

Giré mi vista hacia Alba que estaba tan perdida en todos los detalles como yo y sonreí caminando hasta el refrigerador en busca de algo para beber. Aún tenía el sabor picante en mi boca.

Una gran variedad de licores se abrió ante mi y opté por una botella de champán confiando que la sensación dulce-burbujeante me ayudara un poco. Busque en las estanterías hasta dar con dos copas y luego salí al encuentro de Albi.

Estaba en la terraza, inclinada levemente hacia adelante con la vista clavada hacia abajo.

Deslice el cristal sintiendo como el aire fresco golpeaba directamente en mi cara, dejé con cuidado la botella y las dos copas sobre la mesa de madera que había allí y me pegue a su espalda rodeándola con mis brazos.

— estás vistas son increíbles — susurré fijando también mi mirada como la suya a la enorme cantidad de luces y a las personas diminutas como si fuesen hormiguitas caminando lentamente a nuestros pies.

Ladeó su cuerpo para acomodar mejor su cabeza en mi cuello y rozó su fría nariz en mi piel.

—¿Estabas en el polo norte o que? — pregunté con sorna.

—¿Ehh? —

— que eres un peggito ahora mismo con tu nariz helada — presioné mis labios contra su sien causando que sus ojos se cerraran recibiendo aquel gesto con gusto.

— ahhh, suerte para mí que eres mi horno personal — ronroneó subiendo una mano a mi nuca iniciando suaves caricias y la otra la coloco sobre las mías que estaban entrelazadas en su abdomen.

— suerte para ti, si — capture su mano empezando a juguetear con el anillo.

—¿Y tú acabas de correr una maratón o que? —

—¿A qué te refieres? —

Su cuerpo giro por completo hasta quedar frente al mío encerrado entre las barras de la terraza y mi calor corporal, sonrió de medio lado y se inclino para apoyar su frente contra la mía.

— que tú corazón va a mil, Lacunza — su aliento caliente choco contra mis labios entreabiertos y su lengua salió a remojar los suyos.

— supongo que es el efecto Reche —

—¿Efecto Reche? — arqueo una ceja retirándose un poco para prestarme más atención.

— si, a ver... Que no se muy bien como explicarte de que va todo esto pero si que te puedo decir que ese es uno de sus síntomas —

—¿Síntomas? ¿Como una enfermedad? —

— pues hasta el momento lo único que ha hecho es hacerme feliz y convertirme en la persona más afortunada del mundo y todo esto sin recibir algún tipo de efecto secundario. Así que no, no es una enfermedad —

cuidare de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora