Llevarte a mi apartamento

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POV NATALIA 

Mi mente quedo en blanco después de aquella despedida con Alba, entré en piloto automático actuando únicamente por inercia. No sé a que hospital me llevaron, no sentí los puntos de sutura que me pusieron en la herida, no tenía ni la menor idea en que estación de policía estaba y no recordaba muy bien lo que hablé con el abogado, se que le explique la situación lo mejor que pude y lo que se me ocurrió en ese momento, y recuerdo que dijo que llegaría lo más pronto posible a Madrid y ahora mismo estaba esposada, en una habitación poco iluminada donde únicamente había un par de sillas, una mesa y nada más. 

Estaba física, mental y emocionalmente agotada. Solo quería salir de aquí e irme lejos de los ojos de todos y así poder hundirme sola en mi miseria. 

Lo que había pasado hoy era... joder. 

Apreté fuerte mi mandíbula y mis puños sintiendo toda la tensión en mis músculos, los tenía agarrotados y rígidos. Solo... tenía que salir de allí antes de que me volviese loca. 

El estridente sonido de la puerta abriéndose logro sacarme de mis pensamientos, de mi mente desorientada y nebulosa y subir mi mirada hacía la persona que acababa de llegar. 

— señorita Natalia Lacunza —

Dios, pensé que finalmente era Marcus, mi abogado, pero al ver que era el teniente, el cual, se me hacía vagamente familiar, volví a clavar mi vista en la mesa como si fuese el objeto más interesante que pudiese existir.   
— soy el teniente Ordoñez, no sé si me recuerda — el tono levemente guasón que intuí en su voz me dio ganas de levantarme y darle un puñetazo, pero, además de que estaba esposada, también estaba muy jodida como para ser acusada con otro cargo más. — fui al hospital el día que la atacaron y... —

— lo recuerdo — le interrumpí sin levantar mi vista. 

— veo que no tiene muchas ganas de hablar — esta vez su voz sonó mucho más cerca dándome a entender que había utilizado la silla que estaba justo en frente de mi. 

—¿Eso cree? — pregunté con ironía antes de soltar un pequeño bufido. 

— vengo a hacerle unas preguntas —

Ahora si que levanté mi mirada para cruzarla lo más crudamente con la de él, intentando transmitirle todo el odio que sentía en ese momento, no únicamente con el, con todo el mundo en general.  

— mi respuesta sigue siendo la misma que le he dado a sus compañeros las dos veces anteriores — 

— señorita... — 

— sin mi abogado presente, no pienso decir absolutamente nada —

— va a ir a la cárcel, lo sabe ¿Verdad? —

Ya, esa era la frase más típica que utilizaban para agobiar, y por ende, hacer hablar al que sea que estuviesen interrogando y casi siempre les funcionaba... casi siempre. 

— y usted sabe que eso no es cierto ¿Verdad? —

—¿Ah, no?, ¿Y entonces quien va a pagar por la muerte de tu amiga Reina? —

Sabía perfectamente lo que estaba haciendo, me estaba intentando llevar a su terreno sin que yo me diese cuenta, pero es que yo estaba entrando porque yo quería entrar. 

—¿Acaso no has visto que los culpables de aquel desastre fueron los que entraron a nuestra casa? — 

— vale, ellos fueron los responsables de la muerte de Reina pero, ¿Entonces quien pagara por la muerte de todos esos hombres? — 

cuidare de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora