Cómo Una Cuba

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POV NATALIA






—¿Le has dicho a alguno de los chicos que ya estamos en España? — pregunto Alba mientras se tiraba en el sofá y sacaba su móvil para revisarlo con el ceño fruncido.

— cuando aterrizamos hablé con Pablo y la Mari ¿Por? —

— porque no va ni una hora desde que pisamos Madrid y ya tenemos planes para esta noche — gruño inclinándose para dejar su teléfono en la mesita de centro, volviendo a acomodar su cuerpo sobre los cojines con los ojos cerrados.

Saque el móvil de mi bolsillo mirando la pantalla negra y debatiendo si encenderlo sería una buena idea.

No quería enfrentarme a lo que sea que fuese a estar ahí.

Más allá de todos los mensajes que probablemente tendría por el grupo de amigos, más allá de todos los mensajes que seguramente habría en el grupo de la familia Reche.

Tenía una sola razón por la que no quería encender la pantalla, tenía una conversación pendiente por responder y parecía gilipollas huyendo de Reina sabiendo muy bien que solo quedaba este resto de día para tomar la decisión más importante pero al mismo tiempo difícil que probablemente tendría en mi vida. 

Desvíe mi vista hacía el cuerpo hermoso que descansaba en paz sobre el sofá, sus ojitos seguían cerrados pero el movimiento de su pie y su nariz levemente arrugadita me dejaba claro que no estaba dormida.

Dejé finalmente mi móvil junto el suyo en la mesita antes de irme hacía la cocina a por un vaso de agua y ajustar el aire acondicionado.

Estaba haciendo un calor de la hostia.

Volví nuevamente al sofá dónde el cuerpo rubio seguía en la misma posición así que decidí unirme a el.

Me quite los pantalones y la sudadera que llevaba, quedando en una camisa de tirantes y unas pequeñas braguitas antes de clavar con cuidado mis rodillas en el hueco de sus piernas, la cuáles, se abrieron un poco más al percibir mis intenciones y sus manos se apartaron de su abdomen para enredarlas en mi pelo cuando mi cabeza cayó contra su pecho.

La yema de mis dedos repasaron con cuidado sus costados levantando la tela de su camisa y entreteniéndome aún más cuando di con el contorno de sus costillas que se contraían levemente a causa de su respiración.

Podría quedarme todo la vida así.

Inclinó su cabeza hacia arriba dejando un beso en mi coronilla y alejo una de sus manos de mi pelo para rascar con sus uñas mi nuca.

—¿No quieres salir hoy? — deduje por el gruñido que soltó al informar que ya teníamos planes.

— estoy reventadísima — murmuró entre dientes y yo sonreí por el movimiento que realizó su pecho al hablar.

— ya —

—¿Tú quieres salir? — sentí los músculos de su abdomen contraerse al levantar su cabeza así que puse la palma de mi mano sobre su pecho y clave mi mentón para mirarla desde abajo.

— no, yo…quiero quedarme está noche contigo — más que una respuesta aquello me salió como una especie de súplica que captó al instante.

Arqueó una ceja juguetona y las comisuras de sus labios se levantaron con fuerza dejándome ver la hilera de sus dientes blancos.

—¿Estamos intensitas hoy, Lacunza? —

Me encogí de hombros dejando un suave beso en su clavícula.

cuidare de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora