¿Soborno?

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El sonido de la puerta al abrirse suavemente distrajo mi atención de la película a medio terminar. Apoyé mi cabeza en el respaldo del sofá e incline mi cuerpo hacía atrás para mirarla de cabezas.

—¡Ya llegué! — grito al poner un pie en la puerta enviando directamente a mis entrañas un calorsito de hogar, era increíble la Sensación que tenía cuando Natalia se comportaba tan doméstica sin apenas darse cuenta.

— ¡Ya te ví! — respondí de igual forma.

Sus zapatos volaron a un rincón de la sala y su gorra corrió con la misma suerte.

—¿Cómo te fue? —

— bien — se perdió en la cocina y a los pocos segundos apareció con una botella de agua y una toalla secándose el sudor de su frente. — ¿Y a ti con Mon? — se dirigió hasta el sofá y me dió un pequeño beso en la frente a modo de saludo.

— vendrá mañana, hoy estuvo un poco ocupada —

— ¡Oye! — se le iluminó su carita que resplandeció cuando la luz que emitía el televisor la golpeó directamente. — mañana prepararé la cena para las tres —

— vale — me mordí el labio tratando de ocultar mi sonrisa pero fracasando miserablemente en el proceso. — pero. ¿Puedes venir aquí y hablar como personas normales? La pose de la niña del exorcista me está jodiendo el cuello. Eso quiere decir que me tendrás que hacer un masaje — me incorpore relajando los músculos de mi cuello y espalda.

—¿Por qué yo te tengo que hacer el masaje? —

— porque tu eres la que me habla desde atrás, como si mi espalda tuviese ojos — me defendí.

— siempre puedes dejar de mirarme — se encogió de hombros apareciendo en mi campo de visión nuevamente. — pero te haré el masaje como pago por dejarte hoy solita —

— eres la mejor —

— o quizás, pueda pagarte de otra manera — se bajó la cremallera y quitó su chaqueta quedando solo en sujetador.

Mi boca se abrió y se cerró múltiples veces en cuestión de segundos y la risa de Natalia resonó en todos los rincones de la casa. Aunque tenía que admitir que estás vistas eran mucho mejor que la peli que se reproducia a sus espaldas y gracias a esto mi corazón dió un vuelco y me preocupe seriamente por mi estado. Podría, no sé, darme un puto infarto y Natalia partiendose de la risa. Gilipollas.

— tienes la mente muy sucia eh — seco con la toalla las gotas de sudor que bajaban por su abdomen.

— pareces una gatita sudada — sonreí con dulzura.

— ¿Los gatos sudan? — el movimiento de la toalla se detuvo, sus cejas se arrugaron y su boca se abrió con sorpresa.

Joder, tenía cinco añitos está persona.

— claro que no, idiota — le lancé un cojín que interceptó al vuelo. — mejor vete a bañar. Que puto asco — sus labios se levantaron con diversión y un brillo pervertido apareció en sus ojos.

¿Ahora que coño va hacer?.

— con que asco ¿Eh? — continuó sus movimientos con la toalla, la cual paso por su rostro, luego se seco las manos y después bajo nuevamente hacia su abdomen con lentitud. Me miró por unos segundos y luego me lanzó la toalla a la cara.

—¡Natalia! — chillé y con mi dedo índice y pulgar tomé la toalla de una esquina. — que hija de puta —

— ¡Oh! Acabas de empeorar las cosas — y antes de que pudiera reaccionar Natalia estaba sobre mí y me había inmovilizado las manos por encima de la cabeza.

cuidare de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora