Mini Lacunza

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No sé exactamente cuánto tiempo paso, pero si sé, que fue el suficiente como para que mis nervios se calmarán considerablemente, dándome la fuerza que necesitaba para que mis pies recordarán como recuperar su movilidad.

Tire el paquete de tabaco, (ahora vacío), y las colillas que estaban esparcidas por el suelo al bote de basura que había cerca y después de un profundo suspiró, regrese al interior del abarrotado lugar, baje mi cabeza al suelo concentrándome únicamente en llegar a la mesa. Cruce por todos los cuerpos sudorosos y alcoholizados que me impedían el paso hasta cumplir con mi objetivo. Me senté en mi lugar al mismo tiempo que tomaba una botella de agua de la mesa y me bebía todo su contenido. Quizás el agua podría ayudarme a quitar el nudo en mi garganta que cada vez se hacía más grande y cada vez me impedía tragar saliva con mayor facilidad.

—¿Estás bien? — Joan se sentó de golpe a mi lado. Su respiración estaba entrecortada, y una fina capa de sudor cubría su frente por el esfuerzo en la pista de baile, sin embargo, su sonrisa tan característica no lo abandonaba.

Nunca lo iba a admitir en voz alta, pero me encantaba verle feliz. Cómo lo estaba en este momento.

— todo perfecto — carraspeé cuando mi voz salió con dificultad.

— bueno… ahora díselo a tu cara que no se ha enterado —

No contesté, decidí ignorarlo cuando mis ojos cayeron en la protagonista de mis pensamientos. Estaba en mitad de la pista bailando sensualmente logrando que todos a su alrededor se girarán para observarla, llamaba la atención de quien sea que estuviese cerca sin nisiquiera intentarlo.

Una oleada de preocupación creció en mi, cuando un trabajador de aquel bar llevo una bandeja llena de chupitos, solo para el grupo de mis amigos y teniendo en cuenta que el número de chupitos era bastante grande solo para ellos, entonces cada uno se tendría que tomar de a dos o incluso de a tres y mis sospechas se confirmaron cuando la enana e idiota de alba se mando tres de golpe, y los paso como si fuese agua.

Madre mía.

No sé exactamente cuántas veces dije aquello en voz baja durante la hora siguiente. Solo veía como los chupitos y las bebidas llegaban y llegaban sin parar.

La resaca que van a pillar todos estos gilipollas mañana.

Sonreí recordando lo dramáticas que eran la Mari y alba cuando estaban de resaca, se querían morir y juraban una y otra vez que nunca más volverían a beber, pero a la siguiente semana se repetía el mismo proceso. Pero bueno… yo creo que eso es típico en cualquier borracho ¿No?.

Lleve una de mis manos a mi labio, recordando que hace menos de dos horas estos fueron tocados por los de alba, una sonrisita apareció inevitablemente y busque nuevamente con mi mirada al cuerpo rubio que seguía dándolo todo en la pista de baile. Y como si de una voz que la llamara se tratase, levantó su mirada para cruzarla con la mía, le di un leve asentimiento pero ella paso de mi y giro su rostro hacia la Mari que bailaba a su lado, le susurro algo en el oído y después de un leve asentimiento por parte de la rubia de pelo largo, la otra rubia desapareció de mi vista tambaleándose a su paso. Mi único instinto fue pararme y seguirla, ni de coña la iba a dejar desaparecer sola con todas las miradas lujuriosas que le echaban todos los idiotas que estaban a su alrededor puestísimos de todo tipo de alucinógenos.

Después de pocos minutos de buscarla finalmente la encontré, su cabeza estaba sobre la barra, en su mano derecha sostenía una copa vacía y su otro brazo estaba colgando.

Que puto cuadro.

— Albi…. — me acerque suavemente poniendo una mano en su hombro.

— la…lárgate de… aquí — arrastró las palabras y levanto su mano con mucho esfuerzo dándome un flojo golpe en el pecho.

cuidare de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora