Mejor Que Un Arma

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POV ALBA










—¿Dónde vamos? — pregunté nuevamente dando pequeños botes en el asiento trasero del auto como si fuese una niña pequeña.

— deja de ser una ansias, mujer — Natalia rodó los ojos después de chasquear la lengua con desdén. — que no falta nada —

— eso me estás diciendo desde que salimos de la casa — me cruce de brazos, bufé y eche mi espada contra el asiento fingiendo enfado.

— no me puedo creer que mi novia sea una cría —

—¿Una cría, eh? — la mire con una ceja en alto.

— me encanta cuando te haces la enfadadita e hinchas tus mofletes coloraditos — coloco su dedo pulgar e índice en mis mejillas y apretó suavemente sacando mis morritos. — eres súper monísima —

—¡Te odio! — alejé su mano de mi cara.

— claro que no me odias — sonrió de medio lado con superioridad.

— ni mi idiis — rodé mis ojos. — no asegures algo de lo que no tienes pruebas para demostrar —

— tengo pruebas —

—¿Ah, si? —

— ajá. Solo con decirte que estabas monísima tus mejillas tomaron un rojo fuerte, mordiste tu labio para que la sonrisa de idiota no se te escapara y el color miel de tus ojos se aclaro un poco más volviéndolos casi transparentes — se giró hacia mi sonriente dándose por ganadora. —¿Te valen mis pruebas? —

— no — respondí lo más segura que pude.

— vale, en ese caso me veo en la obligación de confesarte mi más grande prueba — levanté mis cejas a la espera de que continuara. — tengo un tipo de habilidad extraña que me deja leer tu mente —

—¡Eres idiota! De verdad te lo digo —

Y súper monísima.

— no me lo estás diciendo de verdad — alzó sus hombros con chulería. —¿Ves como si te puedo leer la mente? —

Te quiero. Por si quizás es cierto.

—¿No me crees? A ver... Piensa en un color y yo te digo cuál es —

¡Rosa!

No, Alba joder, siempre eliges ese color. Te lo adivinará seguro.

Que no, que precisamente por eso dirá otro color.

¿Que?

Psicología inversa, cariño.

Da igual, pero luego no te enojes cuando te lo adivine.

Que no pesada, que estoy segura de...

—¿Ya? —

— si —

— a ver, es el... ¿Rosa?—

—¡No! —

Ja, ¡Te lo dije!

—¿No? — frunció las cejas ladeando ligeramente su cabeza.

— no, solo porque mi color favorito es el rosa no significa que siempre voy a pensar en ese — trate de justificarme para que colaran mis palabras.

— a ver... Mírame — tomo mi mentón suavemente, girándome hacia ella. —¡Claro que es el rosa! No me seas mentirosa —

— ni mi siis mintirisi —

cuidare de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora