Arco 03: (XVII)

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Arco 03: Hasta el fin del mundo (XVII)

/Tres días y veinte horas, una alianza/

Jin caminó apresuradamente por los pasillos. El sonido de sus botas repiqueteó por los suelos al mismo ritmo que el de su corazón. Usaba otro traje de protección, uno que no le correspondía a su trabajo.

Estaba actuando como un estúpido inconsciente, era algo que sabía desde que tomó aquella tarjeta. Se considera un hombre prudente dentro de la media. ¿Unas palabras amables eran suficientes como para cometer un acto así? Aparentemente si las decía la persona adecuada, era una respuesta positiva.

—Hola.

Una voz se precipitó hasta su cuerpo. Alguien caminaba con calma detrás de él. Se paralizó al instante, no había manera de confundirlo, no a ese hombre aterrador.

Ni alma estaba en los alrededores. Era como si todo el mundo hubiera desaparecido de un momento a otro. Demasiado bueno como para ser verdad, nunca tuvo tanta suerte. De volteó para enfrentarlo, rezando en silencio a los dioses en que no creía.

—Espero que llegue a su destino en poco tiempo y bien.—dijo—Hay mal clima últimamente, como si el mundo se fuera a acabar de un momento a otro ¿no cree?

Estaba allí, con su pelo largo y bata blanca. Sonriendo. Eso nunca significaba nada bueno. Sabía lo que estaba haciendo muy bien y apostaba que lo disfrutaba.

—Sí, todo allá fuera está un poco loco doctor. Me retiró a hacer mi trabajo.

Nadie del complejo interno tenía derecho a salir al exterior.

Muy dentro esperaba que esa persona fuera tan loca y arrogante como para olvidar a lo que se dedicaba, no notar que se dirigía hacia la dirección contraria. Sería grandíoso, pero estaba sonriendo. Eso no era nunca nada bueno.

Una mano se alzó en el estacionamiento a la derecha de uno de los edificios médicos. Había un auto de tranporte, una mujer y tres ancianos estaban a su espera.

—Tenemos que partir antes que noten nuestra ausencia.—dijo la que estaba vestida de enfermera—Sí tenemos suerte podremos salir de este maldito lugar.

—Vamos, parece que estás sonando despierto.

Y lo parecía.

Un ave cruzó el cielo teñido de rojo y traspasó la tierra infértil. Con cortos aleteos superó la línea de las montañas y se alejó de la gran gran grieta. Ninguna bestia osaba poner un pie sobre el lugar. Era como si sus ojos pudieran captar un peligro que tarde o temprano emergería del suelo, o ya lo estuviera haciendo.

El valle era un lugar misterioso. Rodeado de elevaciones e infestado de cuevas y recovecos ocultos. La niebla perpetua flaqueaba en sus alrededores.

Una gran columna estaba incrustada en la tierra como un clavo. Era de metal y enrrevesados signos antiguos recorrían su superficie mate. No había óxido en ella a pesar de los siglos y su exposición al aire.

Por mucho tiempo fue el mayor dolor de cabeza de los mejores científicos y arqueólogos del país, pero ahora se encontraba abandona. Su tesoro desapareció.

El villano caminó hacia la oscuridad retorcida que se proyectaba en una pared de roca interior. Sentía que algo se movía, la sensación de peligro lo había llevado hasta ese lugar. Era como si enfrentará a una pieza de otro juego.

—Tienes buenos sentidos para encontrarme tan rápido, Rey. Aunque sería más correcto llamarte príncipe.

Entre las profundidades espirales de una cueva derrumbada donde se eriguía la columna, una figura se apoyaba lánguida en el monumento. Era difícil encontrar su forma. Un anciano, un niño una mujer hermosa, parecía no estar atado a las leyes de la tierra.

Proyecto de rehabilitación de villanos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora