Arco 01:Extra: 2(I)

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Arco 01:Extra: 2(I)

[El inicio de un viaje]

El cigarrillo zumbó en silencio mientras procesaba los químicos. Un línea delgada de humo perfumado se elevó. Zed golpeteo con los dedos el borde de metálico mientras observaba a la gente pasar y se perdía en aquel aroma conocido. Un panel sintético lo dividía del resto.

Transcurría la segunda hora de la tarde y el calor flotaba sobre la superficie como una nube tibia y vaporosa. Los últimos remanentes del largo verano permanecían pegajosos en el aire. A pesar de estar cada vez más cerca, la frescura del otoño parecía estar a todo un mes estándar.

La plataforma de la lanzadera de uso mixto estaba repleta de personas, que a consecuencia del clima, buscaban refugiarse en los bordes sombreados. Era un día común, la multitud, que se movía como un ser vivo, pululaba por todas partes y como pequeños insectos, de vez en cuando formaba filas hacía un lugar específico.

Zed le dio otra calada a su cigarrillo y suspiró. Había pasado más tiempo del que desearía en aquel lugar y la sola idea de regresar a donde juró nunca volver, y que en esos momentos era su meta, le perturbaba. Era un sensación amarga de la que no podía huir, como estar arinconado con una arma apuntando a su cabeza.

Si el Mariscal llamará en persona a uno de sus hombres, ese sin duda terminaría asustado. Zed fue una excepción, pero cuando escuchó Beta Zemur, el nombre de su planeta natal salir de su boca, un escalofrío le atravesó la espalda. Prefería el arma.

Entre la multitud, la imagen de dos informes negros, color exclusivo de la guardia del recien nombrado Mariscal, resaltaba. Incluso si su visión no era tan buena como la de los otros, distingirlos a unos cuantos cientos de metros no resultó difícil. Se movían al mismo ritmo y tenían una estatura similar, sólo había un par de personas que reunía esas características.

Las dudas sobre a quién Axiss había enviado fueron despejadas al instante. Tenía una pequeña esperanza de que el escolta escogido fuera su gran amiga, eso lo relajaría un poco. Aunque el mismo nunca la escogería para participar en algo que tuviera el más mínimo matiz político, en ese caso la rubia representaría el verdadero peligro.

Ambos no tardaron mucho en llegar, como si al poner un pie en el lugar lleno de gente y maquinaria que se extendía por un par de kilómetros supieran al instante el camino hasta quien los esperaba. Aunque juzgando la fuerza de sus genes, en un primer lugar, ese podía ser el caso.

Sus figuras altas crearon un poco de sombra frente a él. Eran agradables a la vista, si su personalidad fuera un poco diferente, Zed no dudaría en clasificarlos como personas que entraban en "su tipo preferido".

Los humanos eran débiles ante la la belleza. Esa era una de las característica que los diferenciaban de las otras formas de vida. Pero Zed en esos momentos, no tenía ganas de apreciarla.

—Llegan tarde—se quejó tajante.—Dos horas tarde.

Los gemelos lo observaron con un mirada lastimosa, buscando un poco de compasión en su rostro duro, pero no intentaron disculparse por su error. Zed suspiró y no se molestó en reprenderlos. No tenía la autoridad para hacerlo, permanecían en el mismo rango desde hace algunos años.

—El Mariscal nos ordenó que te acompañemos.—comentó el hermano mayor con cierto grado de desconcierto. Sus ojos grades y verdes estaban más abiertos que cuando permanecía en su habitual mueca aburrida.

—Como algo parecido a un guardia—añadió la hermana. Sus labios se curvaron en un gesto extraño.

Si no estuviera acostumbrado a su presencia, resultaría fácil intuir que a esas personas les desagradaba la idea de acompañarlo, pero conociendo a los gemelos, sabía que estaban emocionados. Y eso nunca era bueno. En ninguna de las circunstancias posibles.

Proyecto de rehabilitación de villanos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora