Arco 02: Para atraparte (XV)
[Una canción de guerra]
Liu Meng arregló su traje, ajustando los gemelos en sus mangas y aplanando las arrugas que se habían formado en la parte izquierda del área del pecho. Las manos le temblaban, sólo un poco, pero no era difícil ver el movimiento. Las apretó y volvió a contar hasta diez para calmar sus agitados nervios.
Los camareros, cargados de copas y aperitivos, se movían de un lado a otro acompañados de un sonido de tintineo. Toda la sala estaba iluminada con una cálida luz dorada. El salón de fiestas de la nueva casa de los Gu era mucho más grande de lo que esperaba. Incluso las tríadas rivales encontraron espacio para no tener conflictos.
—No dejes que te vean nervioso.—susurró.
Con sus canas resaltadas por la luz, el líder le los Liu parecía ser muchos años más viejo. Y lo parecía, por lo menos desde hace unos días.
—Lo intento.
Liu Meng sintió que siempre lo intentaba, cada minuto. Pero a diferencia de tiempos anteriores, esa vez su madre parecía satisfecha y su padre asintió suave.
Habían dos asientos vacíos en la mesa familiar, y trató de no pesar en ello. Como cada cosa que intentaba, no resultó.
—¿Padre son ellos?
En una de las esquinas del salón había un grupo de personas reunidas. Se preguntó si saludaban al anfitrión de la reunión social.
—Tal vez lo sea.—indicó la señora.
—Ahora estaría en la calle si no lo hubiera ayudado en aquel momento.
Liu Gong apretó los dientes y volvió a actuar como siempre. La familia Liu había sido convocada, con su poder actual no pudo negarse a HeiLong, ni siquiera para buscar a sus hijos desaparecidos.
—Ve.
Las delicadas arrugas de la cara de su madre se curavaron al susurrarle. Un zapato de tacón tocó levemente sus pantorrillas para indicarle que lo decía de hacer en ese preciso momento.
No se negó, nunca lo hacía. En toda su vida sólo había asistido a dos reuniones y le desagradaban de igual manera.
Liu Meng vio a una mujer a lo lejos. Traía puesto un vestido azul y estaba maquillada de manera impecable como siempre. Sintió unas repentinas ganas de llorar. Lan Ximei estaba viva, cosa que había puesto en duda los días anteriores.
—Mei.
Antes de que lo supiera estaba frente a ella. La voz se le había cortado y esa simple palabra se sentía pesada en su garganta de una manera en que jamás hubiera podido imaginar.
—Meng.
La expresión de la mujer se crispó por un segundo antes de volver a sonreír y acariciarle el rostro con brevedad. Había un par de hombres detrás de ella. Si no se equivocaba y recordaba las largas charlas de su madre sobre la sociedad esos eran el señor de la casa y su heredero.
—Te sustuve cuando pequeño.
El hombre de cabello gris le sonrió. Era una sonrisa condescendiente que sólo podía pertenecer a quien mira desde arriba. En ese preciso instante si lo era.
—Padre me lo dijo hace un tiempo. Es un placer conocerle, señor Gu.
Meng no sabía muy bien como tratar con personas de tan alto estatus. Lo ponían nervioso de gran manera, pero de alguna forma logró controlarse frente al anciano. Fue un milagro que las palmas no le sudarán bajo las luces calientes.
ESTÁS LEYENDO
Proyecto de rehabilitación de villanos.
FantasiSu Yun estaba en la cima del mundo. Pero en un curioso giro del destino, un desafortunado accidente lo dejó al borde la muerte. Cuando pensó que su fin estaba por llegar, un mensaje misterioso apareció frente a él. "Bienvenido al proyecto de rehabi...