Proyecto de rehabilitación de villanos.

Arco 03: (XIX)

Arco 03: Hasta el fin del mundo.

/La tumba de piedra.(I)/

—Supongo que el mundo es un lugar pequeño.—Mo Hiu contempló el gran pilar, unas perturbaciones conocidas llenaban el aire.

Volvió a pisar la colilla aplastada en en el fango. El terreno no era el mejor. Olía a hierro, como si hubiera sangre fresca derramada, provenía de la tierra, natural.

—Hay algo.

Jiang Yinhu alzó la cabeza mientras miraba a través de un dispositivo extraño, algo parecido a un astrolabio cubierto de letras antiguas. Nunca podría entender el funcionamiento de ninguno de esos aparatos, pero no le gustó la curva que formó su boca.

—Repites esa frase como un mantra.—se quejó.

Resultaba un poco infantil. Era disonante de parte de un hombre tan grande.

—Es necesario. Estamos en un momento delicado. Nada puede fallar.
—negó con la cabeza. Casi era gracioso.

—Será la última vez.

Mo Hiu se refería a algo muy concreto. Había sido un desastre. Casi lo estranguló la última vez que lo encaró por aquello, pero el otro era fuerte. Siempre fueron cercanos, pero pronto de separarían de manera quizá definitiva. Fue su amor desde adolescente, aunque había dicho cosas que resultaron ser un gran golpe para si orgullo y corazón todavía se sentía algo recio de dejarlo ir.

—Tal vez.

No lo miró.

—Sabes. Siempre estaré ahí para tí.

-—Lo sé. Lo hago por eso. Ahora puedo ver algunas cosas mejor. Fui un tonto insensible por mucho tiempo.

Jiang Yinhu estaba decidido a salvar a alguien. No era un sentimiento amable, sabía que era egoísta.

—No tiene nada que ver con ese chico.

Sus palabras cayeron con sorprendente suavidad. Había visto como su amigo le daba la espalda. Estaba conteniendose, ya no era tan explosivo como antes, el apocalipsis le había enseñado a contenerse.

Prepárate niño. Tenemos que cumplir nuestra función. Nacimos para esto.

Una voz conocida lo invadió. Aunque no quería escuchar la voz en su cabeza, Jiang Yinhu no tubo otra opción. Estaba apretando los labios con fuerza. Si su temperamento hubiera sido otro, no se hubiera embarcado en una empresa casi perdida como aquella, pero quería salvar a alguien de corazón.

Siempre que interactuaba con aquella dama el exterior dejaba de importar. Estaba un poco avergonzado de que las otras personas vieran su apariencia tonta mientras lo hacía, pero Mo Hiu conocía su secreto. El hijo del general no escondió su descontento con la piedra.

—Eso espero.

La frase era válida para los dos.

—Estamos listos.

Una voz teñida de ira  los alcanzó. Seguía vistiendo como un ave exótica, incluso ese día.

Xiao Ye agitó los brazos, haciendo que los hombres se movieran. No era momento para dramas amorosos innecesarios.

—Estaré cubriéndote como siempre Mo Hiu, no tienes que preocuparte por nada.—añadió al notar que su amigo se alejaba con un sentimiento curioso cruzando su rostro.