Cap. 44: Soluciones improvisadas

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Cuando el ardor de su cabeza ceso pudo finalmente abrir los ojos para darse cuenta de lo confundida que se sentía, se encontraba en el mismo lugar que antes aunque desconocia cuanto tiempo había pasado en estado de knock out, sin embargo ahora sus piernas también estaban atadas en la parte trasera de la silla y sentía el cuerpo entumecido, además de fuerte dolor inlocalizable que le impedia pensar. Estaba parcialmente rodeada por la oscuridad, en una habitación apenas iluminada por un pequeño foco amarillento en una esquina. El cual le aportaba un factor aún más terrorífico a la situación.

Al estar allí tuvo mucho tiempo para pensar en lo karmatica que podía llegar a ser la vida. Esta quizá era la forma en la que debía pagar todo el daño que hizo en el pasado aun sabiendo que su antigua forma de secuestro era un poco mas humanizado. Al organizar el de su hermana se encargo de brindarle un espacio más o menos cómodo en donde estar y a un chico quien pronto se convirtió en una parte importante de su vida. En cambio, ella estaba sufriendo una condena interminable de la mano de un asesino profesional y su ayudante. Cayo entonces en cuenta de que su antiguo compañero había perdido su misericordia y amabilidad completamente, el dia en el que sus caminos se separaron. Por lo ahora estaba dispuesto a torturarla.

No obstante, aprovecho el tiempo a solar para comenzar a urdir un plan por el que valiera la pena apostar su vida. Debía de existir una manera de escapar.

Un par de horas o días después, aquí el tiempo era un concepto bastante relativo, creyó tener la solución a sus problemas y el método infalible de escapar. Le iba a costar mucho hacerlo sin embargo creyó que valdría totalmente la pena. Debía volver a ganarse la confianza de su secuestrador y si para eso debía fingir ser mala otra vez lo iba a hacer sin problemas, con tal de recuperar su ansiada libertad. Lo pensó por un tiempo largo y cuando estuvo todo ensayado lo llamo.

Grito su nombre un par de veces hasta que escucho pasos bajando las escaleras, por lo que intuyo que estaba en el sótano de una casa. Matthew se asomó a ver qué pasaba y al ver a la chica despierta sonrió acercándose un poco más. Tras suyo flameaba un par de mechones rojo, los mismos que había visto antes. Este pertenecía a una chica cuya sola presencia sorprendió mucho a Alisha. Era la mismísima Ginebra.

Paso mucho tiempo pensando que ella estaba muerta y ahora esto. Era como estar viendo a un fantasma.

- Estas viva!, ¿cómo? - le pregunto.

- Fingí mi muerte y me mantuve alejada de la sociedad- respondió la otra chica.

- ¿Por qué me llamaste? - Matt, cortando la conversación.

-Como si no supieras lo que te quiero decir, tengo una propuesta para ti- comenzó Ali.

-Pase mucho tiempo fingiendo ser buena para acercarme a mi hermana y hacerle un daño mayor. Sigo siendo mala- mintió.

- ¿A si? y como podrías comprobar eso- el chico interesado.

- Muy fácil querido, desátame y hablamos -pidió ella.

-Te libero si puedes responderme a una simple pregunta, ¿qué habilidades tenía Robert cuando lo contrataste? – la probo.

Se encontró tentada en contestar algo simple, por lo menos hasta que se dio cuenta de lo capcioso que era el cuestionamiento. Una vez supo eso le tomo un poco menos de un minuto en descubrir lo que debía decir para ganárselo nuevamente. Si conversaba una de sus capacidades era la de la gran inteligencia, que la ponía por encima del hombre. Quien se sorprendió gratamente cuando la escucho decir:

-Es algo que deberías saber amigo, ya que es algo de lo que se te hablo el primer dia. No fui yo quien lo contrato sino el mismismo Hunter quien el primer dia le dijo "bienvenido amigo, siéntete como en casa"

Lo observo emitir una pequeña sonrisita sincera, la cual desapareció prontamente. Casi al mismo tiempo que comento.

-Muy bien, tienes mi atención- mientras Ginebra cortaba con una navaja cada uno de los nudos que aprisionaban su cuerpo.

La primera parte de su plan estaba completada, ahora comenzaba la segunda.

..

Si bien su vida parecía bastante interesante ante los ojos de sus hermanas menores la verdad era que no tenía nada de extravagante trabajar en un hospital público. Mucho menos si este era uno de los más pequeños de la ciudad. Conocía a todos los que allí trabajaban y esa era la parte positiva. Su puesto era el de medico titular, uno de los mejores cargos. Tenía a su disposición a dos enfermeras quienes la ayudaban con lo básico a la hora de atender personas. No obstante, el lugar podía manejarse por sí solo. Los pacientes eran escasos y las jornadas normalmente tranquilas. Eso era bueno ya que si por alguna razón necesitaba abandonar el lugar tenía a quien confiarle su puesto sin dudar.

Ese dia había sido peculiarmente tranquilo para Anne, ya que solo dos pacientes con afecciones menores fueron quienes visitaron su consultorio. Pronto termino de recetar medicamentos y se retiró temprano para casa. Era viernes y la primavera se respiraba en el aire. Su humor combinaba con la pacificada del ambiente por lo que dejando la chaquetilla sobre su silla camino a paso apresurado hacia la entrada mientras entre sus pies se enredaban canciones silenciosas de algún autor poco conocido.

A la vez que construía con pasos un camino hacia el exterior pudo saborear en el aire el aroma al platillo que pronto estaría almorzando, el que su querido seguramente estaba cocinando en este momento. Uno que tenía un perfecto toque de sentimiento mezclado con comino y un toque de tomillo. Alguno que la transportara hacia los mejores momentos de su primera infancia. Se imagino a sus papilas gustativas extasiadas. Esto la llevo directamente hacia su auto. Mientras esperaba con miedo que esta comida fuera buena para su estomago y no tuviera que devolverla, ya que aquello combinando con el hecho de estar comiendo mas era una mala combinación.

El suelo de Pensilvania se extendía bajo sus pies y pronto estaba dirigiéndose hacia donde su corazón la guiaba dia con dia. Su nueva vida era bastante tranquila fuera de su consultorio, la ciudad donde ahora vivía tenía un estilo calmado y silencioso comparado al lugar que solía habitar. Era un lugar pequeño y el aire siempre allí se sentía fresco.

El vecindario en el que vivía era bastante pintoresco y allí era la mujer más joven y por ende era consentida, aún más con su situación actual. Su casa era la última de la calle y siempre estaba adornada con flores de bonitos colores que le daban color a sus días. Había pasado de ser una joven sin más a una gran persona con una vida que era de alguna manera perfecta. Era muy querida por todos los de su alrededor quienes estaban siempre pendientes de sus necesidades, tenía un gran empleo, el hombre con el que se había casado la consideraba la más linda de todas y lo que pedía era lo que obtenía.

Doblo en la esquina de la avenida y su hogar quedo justo frente a sus ojos, en la cuadra del frente. El motor rugía levemente y el tibio viento del medio dia se colaba por su ventana a medio abrir. Ningún pensamiento ocupaba su mente, solo dejándose llevar por el presente. Hasta que llegó el momento de estacionar. Por fin tendría dos días completos para descansar.

Chico/a!,Anne esta de vuelta y con mucho para contar. Te animas a descubrir el que?

.LadyTerca.

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