Cap 57: Mi vieja amiga la oscuridad

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El aire frio se colaba por los costados de mi cama transportándome a lugares inhóspitos que solo la oscuridad podía conocer. Mis ojos estaban cerrados y a través de ellos podía visualizar un gran espacio negruzco acechándome desde lo lejos, como si tuviera intensiones de atraparme entre sus finas garras. Poco a poco se acercaba a mí, tomándome de los tobillos y obligándome a mirar una situación horrible. Era como estar viendo una televisión donde podía observarme a mi misma caminando por un largo pasillo a paso rápido. Ver esto me daba una sensación de estancamiento terrible como si mis pies estuvieran pegados al suelo. Las luces se apagaban a mi alrededor, en la versión que se estaba transmitiendo, hasta que llegaba al final y me encontraba con el cuerpo de Quentin. El cual estaba sin vida y de su cuero cabelludo brotaba un liquido viscoso de color rojo. Traté de cerrar mis ojos al encontrarme con esto pero a hacerlo empecé a escuchar distintas voces que me cubrían y recriminaban por su muerte, llamándome asesina en repetidas ocasiones. 

En ese momento comencé a temblar, pero no fueron suaves movimientos sino violentos empujones que lograron despertarme. Depositándome nuevamente sobre la cama, bañada en sudor. Para darme cuenta de se trataba de una pesadilla. La misma que llevaba teniendo desde el accidente en Canadá.

Respire profundamente para volver a calmarme hasta que me senti lista para volver a abrir los ojos. Ya era de dia, las nueve y cuarenta exactamente, por lo que agradeci no tener que regresar a aquel horrido sueño. Me levante de la cama rápidamente y aun asi me fue inevitable ponerme a pensar en que habian pasado dos semanas desde la ultima vez que había visto a ese chico y no sabia exactamente si estaba bien.

Por petición de su madre, con quien continuaba teniendo una buena relacion, tuve que regresar a Estados Unidos, ya que prefería estar sola en estos momentos. Ella fue la que me aviso al principio que el estaba vivo, seguía sin despertar pero su corazon latía. Aunque llevaba días sin noticia alguna.

Mientras tanto estaba alistandome ya que estaba a tiempo de comenzar el dia de buena manera.Todavía era relativamente temprano y a la vez que secaba algunas de mis lagrimas me encontré con las paredes grises de la que había sido mi habitación por dos años completos, donde tantas cosas habían sucedido. Recordaba con gran detalle la charla con nuestros difuntos padres, las clases de danza, las celebraciones de cumpleaños y las personas que conocí. También quedaban en mi mente las cosas dolorosas como lo sucedido con mi innombrable ex y también Ashton. Ese último era el dueño de mis suspiros más culposos. Tantas cosas buenas habían vivido con él, me hizo sentir demasiado bien con respecto a mí misma y tanto más que me costaba reconocer porque lo nuestro no funciono en realidad.

El miedo a enamorarme estaba adherido a mi piel, sin embargo, ahora que estaba soltera podía empezar a pensar en mi misma. Por mas que continuaba extrañando su compañía y el roce de su piel con la mía. Al recordar lo vivido en el viaje sentimientos encontrados salían a la luz, algunos indescifrables y otros tan impuros que me era imposible decirlos en voz alta.

Esa mañana la mente me dio una tregua por lo que abandone mi cuarto rápidamente al saber que abajo me esperaba la aventura. Al pisar aquellas escaleras pensé volver a tener diecisiete años, lo que fue realmente extraño, pero nada que preocuparse puesto que en la cocina me esperaban mis hermanas para desayunar.  Todo era igual que antes.

Anne me abrazo apenas verme y sumo a Ali a la misma muestra de afecto, como una forma de dejar todos los malos entendidos atrás y volver a ser una familia. La misma que habíamos sido cuando niñas, en el momento en que ni Matthew ni el mismo Hunter estaban en nuestras vidas.

Me prepare una taza de café con leche, para evitar la acidez. La cual acompañé con un baguette salado sin relleno y me senté a disfrutar de mis alimentos en silencio, con ellas a mi alrededor. Tuvimos una amena conversación y me alegro mucho ver como volvíamos a llevarnos bien. Senti una paz tan fuerte que me fue imposible poderla describir.

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