Cap. 17: La noche anterior

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Fuera el frio azotaba terriblemente, congelando todo lo que quedara sin ser resguardado ante el frente helado que se asomaba rápidamente desde el sur. Buscando quedarse por un par de meses más, por lo menos hasta que la primavera llegara. Esto repercutía también en el interior de la institución mental donde casi todas las personas disfrutaban de una cómoda noche bajo las mantas, todos menos aquella criatura que poseía grandes ojos oscuros y sentada sobre su cama se sentía todavía más pequeña que antes. Envidiaba el hecho que se seguramente su hermana gemela probablemente estaría descansando en su cómoda y cálida habitación, tranquila y sin preocuparse por nada. Mientras ella se repreguntaba constantemente si había sido una buena idea el hecho de tener que mentir para comenzar una nueva vida allí. Era conciente de que pruebas se tuvieron que falsificar para que ella pudiera estar ahí en ese momento y eso la hacía percibirse más culpable. Mentiras acumuladas sobre su vida, tener que recordarlas todas para no equivocarse al hablar. Eso iba a durar poco tiempo. Odiaba seguir fingiendo.

...

Estaba demasiado intranquila, a tal punto que percibia un gran peso sobre mi pecho. Mañana seria mi primer día de trabajo y temía cometer algún error que pudiera marcar mi hoja de vida para siempre. Los nervios me mataban, no lograba que mi corazón dejara de latir tan rápido. Me faltaba el aliento y tenía los labios extremadamente secos. A mi lado Ashton roncaba fuerte y profundo, como si el aire se estaría extinguiendo de sus pulmones. Por minutos estaba algo celosa de su capacidad para dormir. Parecía que nada le afectaba demasiado. Lo lograba conciliar apenas unos minutos después de que su cabeza se apoyaba gentilmente sobre la almohada. Desprendiéndose temporalmente de la realidad.

Abandoné el colchón en silencio y me dirigí a la cocina a prepararme un té. Mientras esperaba a que el agua hirviera miraba por la ventana. Nos encontrábamos en un noveno piso y la vista de la ciudad era fabulosa. Eran las dos de la madrugada y todo a mí alrededor se encontraba demasiado calmado. Un domingo sin más, en medio de una de las ciudades más grande del mundo. Desconocía en que podía gastar mí tiempo. No creía poder volver a dormir y ver videos toda la noche era una opción inviable en ese momento. La situación se veía casi surreal.

Sin saber que hacer opte por sentarme cerca de la mesa ratona. Tenía entre mis manos algunas reseñas sobre el lugar al que debía ir por la mañana. Empecé a leerlos a detalle mientras bebía una taza de la caliente preparación. Esta empaño los lentes que utilizaba para leer causándome un corto sentimiento de enfado. Los limpié con mi remera y me encontré en un momento que rozaba lo patético en más de un sentido. No podía dormir y aun así pretendía dar lo mejor de mi mañana. Como si eso fuera tan fácil de conseguir. Necesitaba mínimamente estar descansada para que eso fuera a suceder.

Sonreí al pensar en lo importante que sería si mi primer dia salía, tal cual, como lo tenía planeado. Esta hizo brillar cada uno de mis dientes. Pensándolo mejor me percate de que se solía dibujar en mi rostro cada vez que una de los miles de ideas que tenía constantemente dando vueltas por la cabeza se pudiera percibir tan tangible para mí que no me costara retratarla en papel, y así mantener su esencia. Claro que, con el mundo moderno, las hojas de la mayoría de los libros se convirtieron en un archivo más de cualquier computadora.

Un rayo de fuera me ensordeció haciendo perderme una vez más en el rollo de la inmensidad que una noche oscura de grato silencio me ofrecía. Estaba lloviendo como nunca lo había hecho. La ciudad de New York se encontraba de una u otra manera en paz, aunque fuese solo una cuestión de horas para que los autos volvieran a llenar las calles y mi teléfono celular volviese a sonar. Como todos los días.

Tenía la espalda apoyada a la silla mirando por el gran ventanal que me separaba de aquel húmedo panorama. Ya eran las tres quince de la madrugada. Levante mi vista de mis hojas y la centre por unos minutos en la ciudad. Esa mojada y extraña ciudad que albergaba en sus calles lugares hermosos, pero también historias terribles que se narraban de boca en boca viralizándolas en poco tiempo. Cual virus.

Poco tiempo atrás había descubierto la secreta habilidad que tenía para escribir y relatar los acontecimientos de mi día a día. Con valor junté todo lo que nos sucedió a lo largo de los años pasados y empecé a apilar la información. Con ello estaba escribiendo un libro que tomaba forma poco a poco. Aquel paisaje me inspiro bastante, por lo que rápidamente busque entre mis cosas la laptop. La encendí y me concentré en lo que estaba viviendo en aquel momento.

Era magia lo que mis cansados ojos veían, era todo lo que necesitaba para mi libro. La respuesta estaba frente a mí. Sin embargo, temía no poseer las palabras suficientes para narrar lo que mis sentidos apreciaban. Lo que menos deseaba es que mis descripciones se quedaran pobres ante tal impactante belleza que pasaba a cámara rápida por delante mis fanales.

Y como si mis dedos fueran pinceles en un blanco lienzo empezaron a trazar, palabras bellas salían de mis escrituras. Lugares, paisajes encantadores en los que nunca visito, aunque sin saber bien porque, los conocía a la perfección. Personajes, dos en realidad. Una chica curiosa que llevaba entre sus labios un gran secreto y alguien más, a quien a esa altura de la noche desconocía aún. Símbolos extraños, anagramas y fechas de colores que resaltaban en paredes manchadas. Y de pronto nada.

Mi musa desapareció tan pronto como tardo en llegar la mañana. Repentinamente eran las cinco y treinta, no dormí nada y aun sentía el corazón latiendo. Me estaba comenzando a gustar estar en ese sitio. Ahora tenía temas importantes de los cuales ocuparse, tenía algo de tiempo para darme una buena ducha que la llenara de energía. Ponerme algún conjunto bonito, que me de confianza y estar preparada para el inicio de mi dia.

Estaba algo cansada y a la vez animada. Debía estar en el hospital a las siete y media de la mañana. Ser puntual y desplumarlos con mi presencia y actitud. Sabía que todo iba a salir bien y que luego podría reírme de lo nerviosa que me encontraba.

Miré el sol saliendo por la misma ventana que me tuvo entretenida toda la noche y pensé en todo lo que me esperaba.

.LadyTerca.

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