El dia estaba a punto de terminar y con este uno más de su miserable vida. Ya no sentía nada, ni resentimiento, dolor o felicidad. Parecía como si la capacidad de hacerlo se había desactivado en su cerebro. Desde hace años vivía en una atmosfera donde todo a su alrededor era de color gris. Sus ojos se oscurecieron y su cara se llenó de pequeñas arrugas, que señalaban claramente la edad que su piel tenía.
Aparentaba ser mayor.
Aun estando lejos de su lugar de origen todavía recordaba con vivido detalle todo lo que sucedió. En ese momento de crisis no tuvo otra opción. Emigrar era lo más viable, comenzar de cero. Aunque conocía los riesgos y pensaba que dejar toda su vida atrás seria simplemente imposible. Nunca podría olvidar a las personas que lo impulsaron a rigidizar su personalidad. A ignorar los gritos de las victimas solamente por saciar el carnal deseo de alguien más.
Había logrado salir de esa situación de dominio temprano, sin embargo, aún conservaba un oscuro secreto que quedaría con el hasta la tumba. Algo tan cruento y mórbido que traumaría al pobre que llegara a oírlo. Caso contrario tendría que asesinar a quien pudiera conocerlo.
Estaba en el otro lado del mundo, viendo el sol salir por las mañanas y preguntándose qué sería de los demás. Los que antes conformaban aquel grupo de aliados, amigos y asesinos según la ley de cualquier país del contiente americano o alrededores . Estaba completamente desterrado, excluido de todo y de todos. Nada quedaba de lo que un dia habría sido él.
Ya ni siquiera llevaba el mismo nombre, Matthew había sido sepultado en el momento en que decidió tomar ese avión que lo llevaría a otro continente. Ahora se hacía conocer como Thwam, un anagrama hecho en base a las letras de su nombre real. Trataba de no llamar la atención moviéndose en silencio, no podía permanecer en la misma ciudad por una semana seguida. Iba a todas partes con su rostro y cuello cubiertos con alguna clase de tela o pañuelo que lo convertía en una persona que no buscaba ser visto ni encontrado. Un prófugo de la justicia.
A juzgar por el lugar donde estaba viviendo, las conductas que componían ahora su persona eran bastantes comunes entre los hombres de su edad. Su cabello se había vuelto canoso y llevaba la barba bastante larga, casi rozando sus omoplatos. Con tantas idas y vueltas había descuidado su figura. Ahora tenía treinta y dos años, pero su físico lo hacían verse casi un anciano. El constante estrés de estar siendo dia y noche buscado por la policía le había jugado una mala pasada.
Aunque los tatuajes que llevaba en sus brazos lo inmortalizaban, recordándole sus años de juventud.
Se levanto de la silla mientras pensaba cuál sería su próximo destino. Era difícil de creer, hasta para él, que llevaba prácticamente dos semanas en Linkoping y nadie lo deporto a la policía aún. Estaba quedándose en un pequeño departamento de alquiler a las afueras de este pequeño pueblo de Suecia.
Esto lo llevo a soñar por un minuto como seria su vida si fuese libre. Pudiendo estar en el país que quisiera por el tiempo que deseara, estabilizarse, buscar un trabajo decente y hasta, quien sabe, conseguir formar una familia.
Una mujer bajita, con el cuerpo lleno de tatuajes y los ojos rasgados que lo esperara pacientemente en su bonita casa con vista al lago. Se sintio feliz dentro de su fantasia hasta que cayo en que eso estaba muy lejos de ser real, pero valía totalmente desearlo.
Se aseo, coloco un pañuelo alrededor de su cabeza, un cubrebocas blanco y una camisa mangas largas. Salió así a las ajetreadas calles donde era disimuladamente observado por las personas por ser diferente. Intentaba camuflarse entre las personas, a veces no lo lograba.
Era principios de mayo y a pesar del clima, que empezaba a tornarse cálido, no había prácticamente turistas. Era el único norteamericano que por ciertas razones lucia más como un oriental. Aun así, a veces su particular acento lo evidenciaban frente al resto.
Con un vaso descartable de té verde se coló entre la oscuridad. Necesitaba encontrarse con alguien en un lugar tranquilo y solitario, solamente para charlar. Su vida dependía de eso.
Se conocía las calles al dedillo y eso lo ayudo a encontrar el lugar rápidamente.
Estaba en medio de un oscuro y solitario callejón donde el frio de la noche se hacía aún más evidente. Era una zona residencial por lo que tenía edificios en la dirección que mirara. Era domingo, ocho y cuarenta de la noche y aún estaba solo allí. Era un hombre rudo, pero el sonido de las cañerías y las patitas de pequeñas ratas que caminaban por las esquinas lo mantenía en alerta.
Percibió a una persona acercándosele, alguien vestido totalmente de negro y un bonito sombrero de copa que cubría lo que la ropa no. Tenia la silueta y las facciones de una mujer por lo que la miro directamente prestando especial atencion a sus ojos avellana y le pidió el código. Sabiendo que si se trataba del individuo correcto la debería conocer.
Esta le sonrió cortes y utilizo la frase "Hjärta på flykt", la cual se escucho graciosa al provenir de la voz de una sueca no nativa. El afirmo con la cabeza y comenzaron la conversación.
Hacerlo esta bastante facil ya que ella conocía con detalle toda la historia de Matthew, era la primera vez que se veían en persona. Ya que se habían conocido vía email, donde se presento como una asesina con una larga lista de antecedentes y que le podria ayudar a liberarse de su historia.
La única forma de hacerlo, concluyo, era acabando con la vida de las mujeres que arruinaron su vida y reputación. Luego todo estaría más que bien, solo tendría que manchar su reputación una vez más. No le costaba nada.
Cuando se cerciorara de poseer la cabeza cercenada de Alisha a quien deseaba matar con más ansias y la de su hermanita, la inocente Emily, podría ser libre. En ese momento era lo que más le importaba.
- ¿Tienes lo necesario? -pregunto la dama extraña.
Ante su porte seguro se sintio un poco extraño por lo que a modo de defensa respondio
-Claro bonita,conozco a la perfección como hacer negocio. Dame lo que quiero y no te hare daño- amenazante
- A mi no me vas a hablar asi, de acuerdo?. Necesitas mi ayuda y mis condiciones son las que ya conoces. No me voy a conformar con menos- la del sombrero.
El guardo silencio quedandose sorprendido por sus palabras, sabia de lo que hablaba.
-Dame dos semanas y cumpliré tus deseos- continuo ella.
Se estrecharon las manos y antes de separarse la mujer se solto el cabello, evidenciando de que se trataba de alguien a quien Matthew creyó reconocer.
La noche termino allí con un hombre satisfecho y una extraña pelirroja con un sobrero de copa sobre la cabeza. La cual tenía a su cargo una difícil y sangrienta tarea.
Asesinar a dos personas.
Que acaba de pasar?, un escalosfrio recorre la espina dorsal. La vida les da la oportunidad de soñar y cumplir sus deseos a todos, a pesar de que para eso hay que mancharse las manos con sangre.
.LadyTerca.
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La Alianza
PertualanganAlisha nunca tuvo un buena historia. Siempre estuvo atormentada por sus problemas. Sin absolutamente nadie que pudiera o quisiera ayudarla a sobrellevar su existencia. Completamente solita y dejada atras por el resto de la sociedad,por ser rara y di...