Cap. 6: Un dia en la playa no le hace mal a nadie II

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La noche estaba calma y sumamente estrellada, si hubiera habido un reloj en la habitacion marcaria las dos y cuarto de la mañana y sin saber porque Alex se levantó exaltada. Su rosto estaba húmedo producto de la transpiración, su respiración estaba agitada y su pulso por las nubes. En ese momento encontró a su marido quien dormía plácidamente a su lado y sintió un poco de celos.

Ella en cambio tenia un miedo extraño de que algo peligroso pudiere sucederle a ella o su familia, una sensación horrida que de solo pensar en eso le generaba escalofríos. Sin embargo, logro tranquilarse un poco al ver que todo en aquella habitación estaba bien.

Suspiro profundamente y apoyando la cabeza sobre la comoda almohada hizo sus mejores intentos por volver a dormir, pero todo lo que hacia parecia ser en vano ya que lo único que conseguia era despabilarse mas. Por lo que solo se quedó mirando el techo mientras esperaba que la relajación volviera a ella. Su mente inevitablemente había comenzado a elaborar explicaciones para sus temores quiza ilógicos. Algunas de estas eran mas simples y otras rozaban lo trágico. Por lo que el miedo rápidamente volvió a atacarla, dejandose llevar por la necesidad de controlar si sus hijas estaban bien.

Despacio y tratando de hacer la menor cantidad de ruido posible se levanto de la cama y camino hasta la puerta que separaba las dos partes del dúplex, en una estaba Joseph y ella y en la otra sus hijas.

Su instinto de madre hizo que la cruzara y revisara si sus pequeñas estaban bien o algo les había sucedido. La sangre volvió a su cuerpo al ver que las niñas dormían plácidamente, cada una en su cama y que no parecían tener deseos de despertar por lo menos por un par de horas más.

Un poco mas aliviada volvió a su cama y se sento en ella, con la mirada perdida en la ventana. Aquel pequeño pueblo tenia algo que lograba alertarla, un no se que difícil de explicar pero que la hacia desear que su estadia alli fuera lo mas corta posible. Desconocia el origen de su malestar y alguna buena forma para deshacerse de el. Esperanzada esperaba que pronto llegara la mañana y que todo empezara a mejorar para ella. Se envalentono pensando en lo ilusionada que estaba Anne de estar cerca de la playa y lo bien que la estaban pasando las gemelas también.

Todo afuera era oscuridad y no se podía ver nada a kilómetros, no había una sola luz por ningún lado. Lo bueno fue que su soledad duro poco ya que al verla allí observando la nada misma, su esposo le pregunto qué hacía despierta a esas horas de la noche:

-No te preocupes por mi cariño, vuelve a dormir-le sonrió ella.

Pero el hizo caso omiso de su consejo y se levantó para estar mas cerca. La tomo entre sus brazos y volvió a preguntar

- ¿Te preocupa algo?.

-No lo sé, tengo una extraña sensación. Quizá me llames loca, pero temo que algo nos suceda en este lugar-le explico su esposa.

Esto los llevo a los dos a pensar por un par de segundos, ambos eran aún jóvenes. Ambos tenían treinta y dos años y al ser padres tan poco experimentados tenían miedo. Sus hijas eran muy pequeñas y muchas cosas podrían sucederles. Temían no poderlas proteger lo suficiente.

-Pienso exactamente lo mismo que tú, este pueblo es viejo y muchas cosas deben haber sucedido aquí. Pero las niñas están felices, ellas son nuestro motivo para estar aquí-dijo el.

-Lo se-le sonrió ella dándole un corto beso en los labios.

Después de esta corta charla se quedaron abrazados mientras esperaban que  el sol salia por alguna esquina del cielo. Un par de horas después la vida misma los encontró en la calle, los cinco juntos. Pagaron el hospedaje y se dirigieron directamente hacia la playa.

Allí las cosas comenzaron a calmarse para Alexa, quien a las diez cuarenta y cinco estaba sentada junto a su marido en las escaleras que separaban la playa del asfalto. Ese era el lugar perfecto para estar ya que permitía tener una conversación de adultos, pero también poder vigilar a las niñas, quienes estaban juntas ayudándose a construir un castillo de arena. El sol les alumbraba la cara y las risas que escapaban de sus pequeñas bocas enternecía el alma de su madre. La cual tenia los pies descalzos apoyados sobre la arena y el cabello suelto y embobada en el ambiente tuvo repentinamente demasiadas razones para sonreír.

Ese era un dia con muy poco viento y las olas estabas bastante tranquilos, volviéndolo un escenario perfecto para cualquier edad. El mar se unía con el cielo formando un perfecto equilibrio de colores y ellos se veían como una típica familia londinense disfrutando de un fin de semana familiar. Dándose un respiro de la monotonía y rapidez de la vida citadina.

Ya no había presentimiento alguno que pudiera perturbar su calma. Y fue allí cuando recordó como le gustaba visitar el mar de pequeña. Todos los veranos iba con sus padres, y pasaban allí dos o tres semanas simplemente disfrutando la vida tranquila que solo aquel paradisiaco paisaje tenía para ofrecerle. Estaba feliz que su familia propia heredara esa bonita costumbre.

Sonrió sin pensarlo al ver el panorama, uno de aquellos días perfectos de inicio de verano. Uno de esos donde todo sucede de una manera perfecta. El presente y nada más.

Sin embargo, algo le hizo saber que nunca debía desconfiar de su instinto. Ya que rápidamente la situación cambio rápidamente y su corazón se frenó en seco al escuchar el grito de desesperación de  Anne quien rápidamente llego con ellos con lagrimas en los ojos, Alisha caminaba detrás de ella conla cabeza gacha. Y entre las dos les lograron confesar que un hombre extraño se les había acercado recién y que se alejo llevando a Emily de la mano. Les contaron que su cara no tenía expresión alguna, era casi como una máscara blanca. Alto y vestido de una forma curiosa. Estaba vestido con un pantalón de vestir y una camisa. Parecía haber salido de un funeral.

En ese momento el cielo se nublo de repente y el viento empezó a soplar con más fuerza desordenándole el cabello tanto que su visión se veía obstruida por momentos. El clima parecía estar de alguna forma relacionada con su presencia, pues desde que apareció había bajado considerablemente la temperatura y el mar comenzó a agitarse, pero nada de eso era realmente importante ya que sin pensar en nada mas vio como Joseph corría detrás de ese hombre y este disminuía su paso cada vez más, a la vez que iba sonriendo. Como si quisiera ser atrapado.

El padre de la familia lo tomo del brazo tan pronto como pudo y lo obligo a soltar a la nena, la cual corrió a los brazos de su madre. Trato de razonar con el y preguntarle que era lo que quería, ya que no era ningún desconocido para él. Pero esto se alejó rápidamente de aquel lugar. Y como si nada hubiera sucedido todo volvió a la normalidad, la niebla se disipo y solo quedaron los White tratando de comprender la situación.

Desistieron después de un rato. Se estaba haciendo tarde y sinceramente lo único que deseaban era irse de allí. Y así fue como termino aquel extraño dia que parecía ser perfecto, aunque estaba muy lejos de serlo. Los cinco en el auto, las pequeñas asustadas llorando y una madre preocupada. Solo silencio y una carretera vacía.

Te gusto?. Espero que si porque a mi me encanto escribirlo.
Es una vuelta hacia la infancia de las gemelas, una propuesta diferente y que mostró un genial resultado.

.LadyTerca.

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