Cap.1: Que mal sienta la muerte

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Todo a su alrededor estaba en paz y una atmosfera completamente blanca se extendía por debajo de ella. Un suave viento recorria por su piel, cubierta con un suave velo que se entremezclaba con el horizonte. Su cuerpo yacia acostado en una cama hecha de nubes, completamente sanado. Ningun dolor era capaz de afectarla y la paz besaba su frente. Aquel momento era tranquilo, silencioso y hermoso. Todo estaba bien.

Una sonrisa sincera se formó en su rosto y curiosa intento incorporarse y rozar el suelo con los pies. Un coro de ángeles endulzo sus oídos mientras se estiraba para pararse y conocer aquel lugar nuevo donde había aparecido. No sentía miedo ni nada que pudiera alterarla de alguna manera, solo una gran e inexplicable felicidad coronaba su interior haciéndole saber que su eterno sufrimiento finalmente había terminado.

Lo primero que sintió al ponerse de pie fue frescura, como si estuviese inmersa en un lago calmo de agua transparente. Sus ojos no lograban ver más allá de la blancura, parecía como allí no hubiera nada que no fuera precisamente de ese color. Una idea atravesó su mente como una flecha y le pareció por un segundo estar en el paraíso. Estaba extrañada ya que toda la vida había tenido la convicción de que se merecía quizá el peor de los castigos por todo lo que había hecho estando viva.

Pero, entonces:

-¿Estaba realmente muerta?

Esa sin duda era una pregunta tan compleja que se sentía incapaz de responder, sin embargo por el momento continuo caminando sin rumbo alguno. Queriendo saber si aquel camino inventado por ella llegaría hacia algun otro lugar. Y asi fue, ya que mientras mas se alejaba poco a poco iba perdiendo la estabilidad, parecia que cada paso era una nueva oportunidad de tropezar y caerse.

Primero parecio algo tan imperceptible, pero luego tuvo claro que no pertenecía a ese lugar y debía irse de allí lo más rápido que se le fuera posible. Que eso era solo un espejismo de su mente cansada y que ahí abajo estaba Emily, cuya imagen repentinamente le impidió continuar pensando en otra cosa. Estaba asustada y gran parte de eso era su propia culpa, lo sabia y se sentía inmensamente culpable por ello. Sus ojos empezaron a llover y una terrible angustia usurpo su pecho de un momento a otro. Un punzante dolor empezó a quemar su pecho y pronto cayo rendida ante su destino, con una mano en el corazón y la cabeza gacha.

Lo encontró increíble en ese momento, una chica dura que se estaba desmoronando como si lo hubiera hecho antes. La coraza que la cubría y protegía del daño se estaba deshaciendo y eso le dolía horrores. Se sentía débil y vulnerable ante el mundo, el pecho sangrante, los ojos rojos. Había descubierto su debilidad, la misma que hasta ayer habría podido creer que era su principal fortaleza.

Todo había sido falso, una historia que sus labios habían tenido que narrar una y otra vez, todo eso para ocultar el dolor que pasaba por dentro mientras tanto. El espacio había dejado de ser totalmente blanco y ahora su visión estaba parcialmente cubierta de cenizas. Su cuerpo empezó a temblar y un viento helado congelo su cuerpo. Su cabeza se direcciono hacia abajo al escuchar una voz que decían su nombre repetidamente, primero eran susurros poco claros, pero en cuestión de segundos su oído se agudizo:

- ¿Alisha?,¿Alisha...estas bien?

Estos estaban siento acompañados de sacudidas que la hacían temblar como si su ser estuviera hecho de papel. Lo que quedaba de esa paz se esfumo de repente y percibió la caída, temerosa de lo que fuera a suceder a continuación. Lo único que pudo sentir fue el  suelo congelándole las costillas amoratadas.

Al lado suyo un chico, quien tiraba suavemente de ella para ver si despertaba del desmayo momentáneo. Abrió los ojos y todo empezó a darle vueltas a su alrededor, se encontró bastante confundida y sin poder recordar muy bien donde estaba y porque yacía en el suelo. Su vista estaba borrosa y automáticamente intento volver a cerrar los ojos buscando una reminiscencia que la guiara para poder recordar mejor. Se sentó y miro por un par de segundos ininterrumpidos la pared en ruinas que tenía al frente. Lo que antes fue un cómodo lugar, estaba ahora destruido y sumido en un inquietante silencio. Ella estaba malherida y seguía sin reconocer a la persona que la miraba desde arriba preocupado.

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