Cap. 22: Nuevas oportunidades

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Se levanto temprano por la mañana, los nervios la consumían tanto que no podía pensar en algo que no fuera eso. Estaba agradecida de poder haber dormido, pero le era inevitable seguir pensando en la mujer que dormía al frente de su habitación. Temía que en medio de uno de sus ataques maniacos pudiera atacarla o lastimarla de alguna manera. El miedo era horrible, más sabiendo que había salido recientemente de prisión y que debía de estar acostumbrada a los sonidos desagradables, más lo único que había logrado en ese tiempo era mitigar su fuerte personalidad.

Con la cabeza apoyada en la almohada y la mirada perdida en la inmensidad del techo blanco de su habitación, pensaba. Meditativa sobre ese día en particular, en el cual su mundo dio un drástico giro. Principalmente encarnando esa vivida sensación de peligro. Aun así, se alivió al darse cuenta que estaría a salvo de esa mujer por un par de semanas, ya que la habían llevado al hospital por los múltiples daños físicos que tenía en sus manos y piernas, nadie en realidad sabia cuando le darían el alta de allí. Aunque la joven prefería sinceramente no verla más.

Podría dormir en paz por las próximas noches, a menos que alguna de sus vecinas manifestara alguna crisis de gran magnitud. Eso era bueno.

Río al recordar que apenas llegó a ese lugar pensó que sobrevivir sería fácil y que solamente debía preocuparse por ella misma. En algún punto había estado convencida que toda esta era cuestión de tiempo y que pronto estaría fuera y viviendo la vida que siempre quiso. Por más que ahora temía que eso no fuera a suceder.

Por otra parte, y dejando de lado lo demás. Otro tema que ocupaba su mente era el hecho de que su hermana estaba trabajando en el mismo lugar donde ella estaba, era lo que más la inquietaba, pero prefería no pensar en eso demasiado. Sin duda se verían seguidos y no sabía cómo debía reaccionar ante esto. Creía con vehemencia que debía conversar con Emily, una larga y sanadora charla le haría bien. Al mismo tiempo desconocía como afrontar la situación, no quería obligarla a olvidar todo el daño que le causo años antes y que le diera una segunda oportunidad. Pero de algo estaba segura, debía actuar rápido.

Darse cuenta de eso le quito fuerzas por momentos, por lo que agradeció el momento en que la imagen de su nueva amiga le vio a la mente y sonrió sin pensarlo. Alisha pensó que parecía caerle bastante bien a Adina, estaban pasando bastante tiempo juntas. Esto le hacía considerar que era importante para alguien. Eso no solía sucederle seguido y se sentía bastante bien. Tal vez ese lugar no era tan malo después de todo.

...

Después de pasar un día fantástico con gente que de verdad quería, volví un día más al trabajo. Era martes y estaba emocionada por continuar conociendo a nuevos pacientes. Llevaba mi almuerzo en un tupper, ya que saldría tarde. Atravesé el camino hacia la entrada rápido, pase la puerta y camine hacia mi consultorio. Pero antes de llegar decidí cambiar mi recorrido. Pase por la sala de espera para pedir la carpeta con las personas que debía ver hoy. Había un par de enfermeras caminado por ahí. Pacientes dirigiéndose a desayunar. Bastante tranquilo para ser las ocho de la mañana.

Unos segundos después pude por fin hablar con la secretaria y me comunico que debía atender al primero a las nueve menos cuarto. Por lo que tenía algo de tiempo para pasear o charlar con un par de personas. O revisar mi teléfono en unos de los sillones.

- ¿Disculpe, tiene una lapicera que pueda prestarme? -escuche tras de mí.

-Si, toma-respondí sin pensar.

Fue en ese momento que algo llamo mi atención, su voz sonaba aterradoramente familiar. Instintivamente me di vuelta para mirarla y al hacerlo tuve que ahogar un pequeño grito. Me encontré con una chica y ambas nos sorprendimos de aquel hecho. Mis ojos parecieron salirse de orbita cuando la vi frente a mí. Parecía como si estuviera mirándome en un espejo. Los mismos gestos, las mismas marcas de expresión. Era increíble. Lo único que nos diferenciaba era su corto cabello rubio que contrastaba con el mío.

Un cumulo de sentimientos se acumuló en lo alto de mi garganta cuando intente hablar con ella. Deseaba escucharla, preguntarle cosas y sobre todo abrazarla. Sin embargo, me dolía mucho verla. Como si mis profundos miedos estuviesen mirándome fijamente desde la otra esquina del asiento.

- ¿Qué haces aquí? -le pregunte temblorosa.

- ¡Ey tranquila! - comento poniendo su mano amistosamente sobre mi hombro. -Estoy pagando las consecuencias de mis actos. Así es la vida- riendo amargamente.

-Te vi pasar ayer y no me atreví a hablarte. Veo que seguiste tu sueño de ser psicóloga - continuo

-Eso es porque yo nunca intenté asesinar a nadie- le comenté irónica, arrepintiéndome en el acto.

Ella me miro seria y luego soltó una risa, lo que me dio licencia para dejar el rencor y dolor de lado por un rato; y quedarnos charlando como si fuéramos viejas amigas. Sin embargo, esto duro poco tiempo, ya que debía comenzar mi turno. Así que antes de irme quedamos en que pronto continuaríamos con esta necesaria conversación.

Me sentí extraña apenas llegué a mi consultorio. Tenía el pecho cerrado y me atacaron las lágrimas. Sabía que Alisha no tenía derecho a entrar así a mi vida y mucho menos pedir que la perdonase. El daño ya estaba hecho y gran parte de este aún estaba sin curar. No quería ver a nadie, solo quedarme allí con la puerta cerrada. Lamentándome.

No podía hacer eso. Debía actuar profesionalmente.

Necesitaba controlar mis emociones y por eso busque mi teléfono en mi bolsillo ya que allí tenía imágenes graciosas que siempre me calmaban. Aunque lo que encontré fue un papel blanco doblado. Una carta, de mi hermana. Pensé en tirarla y después de observarla como por cinco minutos termino venciéndome la curiosidad, así que la leí:

Querida Emily:

Te escribo esto desde mi completa sinceridad. Espero que me escuches y no me juzgues.

Pasé por varias instituciones que me dieron espacio para pensar en todo lo que hice. Si estoy aquí es para hacer las cosas bien de una vez por todas. Reconozco todo el daño que te cause y me siento demasiado arrepentida. Todos y cada uno de los días en prisión pensé en ti, en nuestros padres y en la mala suerte que tuvimos durante nuestra infancia.

El destino nos condenó injustamente y aunque cada una sobrevivió a su manera, eso nos separó desde la infancia. Quiero construir recuerdos buenos contigo. Que mi vida sea como la de las demás personas y si es juntas mejor.

No pido que me perdones tan rápido, porque ni yo lo haría. Solo espero que te des la oportunidad de conocerme y que me dejes entrar en tu vida.

Piénsalo.

La cerré, aun con más ganas de llorar que antes. Suspire e intente que esto no definiera el resto de mi día. Estaba insegura, mucho más que antes.

.LadyTerca.

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