Al encontar su reflejo en un pequeño espejo que tenia de contrabando, descubrio una curiosa sonrisa en el lugar donde siempre habia encontrado simplemente una mueca seria. Sabía que finalmente había encontrando un lugar seguro para pasar un par de meses. Que aunque la calle le enseño cosas vitales, no era precisamente un hogar seguro y que por más que todavía conservara hábitos nocivos para ella como el hecho de haber robado un espejo que dentro de esa institución estaba marcadamente prohibido y claramente el problema que la trajo hasta aquí. El cual todavía la acompañaba y lo haría por un largo rato más.
Ahí ningún problema del pasado podría molestarla y el hecho de ya casi no tener a nadie de confianza no era algo realmente malo, porque ese podría ser el paso que necesitaba para reconstruir su vida o por lo menos conocer una mejor forma de vivirla. Era joven aun y por eso le costaría menos abandonar lo aprendido y reacomodar sus expectativas. Prefería evitar pensar en los costos de su nueva realidad.Creía estar en el lugar correcto y con eso le bastaba para tranquilizarse. Junto a sus compañeros intentaría acelerar su proceso de curación. No le importaba el tiempo que eso le fuera a llevar.
Tenía apenas diecinueve años recién cumplidos y ya había conocido el sufrimiento. Quizá más que las personas regulares con las que compartía sus días. Sus padres nunca la consideraron una hija y al poco tiempo de concebirla la abandonaron en un hogar de acogida. Pasando asi por un infinidad de ellos. Allí pasaba algunos meses hasta que la botaran a la calle. Nadie podía cuidarla y mucho menos mantenerla. Paso años de su infancia y juventud por los alrededores del Bronx. Sobreviviendo con lo que podía y con seres que la mal influenciaban constantemente. Así hasta ser adoptada y abandonada una vez mas, entrando asi en un vicioso bucle.
Desconfiaba en las personas y cuando alguna buscaba brindarle un nuevo hogar terminaba huyendo para volver a lo que conocía, las calles y las drogas duras que en ocasiones usaba para distenderse de su acra realidad. Asi fue como crecio, hasta volverse una adulta madura. Por muchos años se mantuvo durmiendo debajo de puentes o cerca de bares. Convirtiéndose en una verdadera homeless. Cuidaba autos de día y de noche su cuerpo era la única herramienta que necesitaba. Todo eso para ganar algunos dólares y poder comer. Le parecía que su vida no estaba tan mal, ya que era lo único que ella creía merecer. Sin embargo, su sueño siempre había sido tener una casa propia. Una grande, con patio y mayordomo. Se lo contaba a todos sus amigos y eso la hacia momentáneamente feliz, repitiéndose constantemente que soñar era gratis. Hasta que descubrió que para ella eso nunca seria real y su frase paso a ser, soñar es algo solo de gente rica.
Su problema siempre había sido el mismo, un fuerte deseo por encender todo lo que le causaba dolor en llamas. Sin querer ese se convertiría en el motivo que la llevaría a estar internada. Todo comenzó cuando empezo a coincidir con un grupo de personas que prendían fogatas para mantener el calor corporal por la noche. En el primer momento que vio su forma y color, su estomago cosquilleo de una forma única. Sintio un enamoramiento y profundo deseo hacia el. Como si de un momento para otro su vida no tendría sentido sin el fuego.
Comenzó quemando pequeños objetos inanimados, como papeles o plásticos. Lo que le causaba un gran placer. Continuo con cosas mas grandes hasta intentar quemar el auto de su ex novia abusiva. Para cuando este momento llego se había convertido en una verdadera pirómana. A tal punto que la gente temía acercársele demasiado. Temían quizá que los quiera incinerar.
Su problema empeoro el día en el que trato de quemar la casa de sus padres. Con ellos dentro. La rabia la corrompía y no podía hacer nada para controlarla. Solamente cumplir sus terribles deseos de terminar con la vida de sus progenitores. Aun podía recordar aquel momento.
Flashback:
Tenía diecisiete años y mucho odio contenido. Estaba harta de no ser querida por nadie y de que su existencia fuera efímera, hasta que un dia una persona que prefería mantener en el anónimato le aconsejo quemar todo su pasado y ella se lo tomo demasiado enserio. Consiguiendo en un par de días la dirección de sus familiares y tener ese poder entre sus manos le parecio realmente exitante. Penso terminar con su vida, total, no tenia nada que perder.
Por lo que un dia marcho hasta su lugar, fue sola y aunque tuvo que caminar media ciudad para llegar pronto estuvo parada frente a la construcción. La cual estaba en un barrio residencial. En una de sus manos llevaba la caja de fósforos que ella misma había pintado, y una bomba casera en la otra.
El miedo se había esfumado y la adrenalina se disparaba rápidamente. hasta sus pies. Sabía muy bien que todo su dolor finiquitaría finalmente en ese momento Antes de actuar, tomó aire profundamente. Estaba feliz y una sonrisa que rozaba lo psicótico se apodero de su cara. Mientras su corazón latía de manera rápida.
Encendió una de las cerillas y se acercó lentamente hacia el garaje donde probablemente habría algo que contuviera gas. Todo estaba igual a como ella lo recordaba. Cada detalle de su tormentosa y veloz niñez estaba allí. Eso la impulso a seguir caminando. Todo hubiera terminado en una desgracia si no hubiera mirado hacia el interior.
Vio al hombre que algún dia fue su padre dándole de comer a una pequeña niña, en armonía.
Retrocedió con los ojos aguados y aguanto como pudo las ganas de llorar. Habían sido los peores con ella pero era realmente mala como para acabar con la vida de una niña que nada tenía que ver con este asunto. La cual debía crecer y convertirse en un adulto de bien. Sin embargo si ella actuaba le quitaría posibilidad de hacerlo.
La vida entonces comenzó a dolerle mucho, lo único que podía percibir era dolor y pensó entonces en terminar con su propia vida. Se dio cuenta de que ella era la única responsable de su futuro y debía cambiar.
Por eso y con ayuda de sus amigos se logró internar en esa institución
Fin del Flashback
Frente al espejo se encontró casi distinta. Su clara piel y ojos celestes seguían guardando la ilusión. Había algo diferente. Quizá esperanza, ante la posibilidad de ser cada dia una mejor persona. Anhelaba ver de nuevo una sonrisa sincera. Algún dia...
Aquí se sentía mejor y más desde que había conocido a esa chica. Alisha, creía que era su nombre. Tenía algo que la hacía querer pasar tiempo con ella. Por eso rio cuando la vio caminando por el pasillo con una caja de madera sobre las manos. Se levanto rápidamente, buscando ayudarla pero se mantuvo en su lugar. Simplemente viéndola deslizarse con gracia por los pasillos de su marchito corazón. Metiéndose dentro de su piel, lentamente para no lastimar. Jurando quedarse para siempre.
Era una simple fantasía, pero la ahora adulta, Adina se sintió bien al respecto. Un escalofrío cálido, correcto quizá.
Aun mejor fue cuando ella dejo su habitación y fue a hablar con Ali, sobre algo que le viniera a la mente en el momento. Cualquier tema era bueno para las dos. Aunque no hablaran era una excelente compañía con quien podía discutir sobre cualquier cosa. La conocía desde hace muy poco tiempo, pero la percibía como una buena persona. Divertida y sincera. De gran ayuda durante su cura. Estaban pasando mucho tiempo juntas, eso era lo único que necesitaba en ese momento.
Tal vez sería más fácil quedarse en ese lugar con ayuda de su nueva amiga. Quien diría. Dos almas rotas y desgastadas, diferentes que se encuentran en ese lugar.
Hola chico/a!, que te parecieron estas amigas potenciales?. Como siempre espero que esta lectura haya sido de tu agrado y esta humilde servidora se despide. Hasta el siguiente capitulo cariño.
.LadyTerca.
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La Alianza
AdventureAlisha nunca tuvo un buena historia. Siempre estuvo atormentada por sus problemas. Sin absolutamente nadie que pudiera o quisiera ayudarla a sobrellevar su existencia. Completamente solita y dejada atras por el resto de la sociedad,por ser rara y di...