Cap 58: Que frio hace en el infierno II

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Apenas pudo apoyar su cabeza en el regazo de la chica algo  increíble sucedió dentro de su cuerpo, fue como volver a la infancia por un momento. Fue sin dudas una sensación fugaz, pero sin dudas verdadera. Cuya confesión decidió callar cuando ella comenzó a acariciar su cabello lentamente.

A su lado se sentía protegido del tormento que era su vida cotidiana, sin embargo no se sentía realmente seguro de poder comunicárselo aún. Pensaba que quizá era demasiado pronto y no quería espantarla.

Sobre su oído podía escuchar cómo los suspiros subían y abandonaban su pecho al ritmo de su respiración. Esto lo tranquilizó de tal manera que se encontró tentado a cerrar los ojos y solo sonreír sinceramente, agradeciendo por esta hermosa demostración de cariño.

A su lado el escenario parecía haberse vuelto atemporal. Ninguno de los dos tenía tiempo para pensar, dedicándose únicamente a disfrutar el momento. Estaban en un lugar alejados del resto de la ciudad y era increíble que sin necesidad de palabras había una conexión en el aire que los unía de forma única.

Fuera el día estaba llegando a su fin, aunque aquella habitación parecía revestida por el primer rayo del sol mañanero. El amor llenaba de luz y felicidad todo lo que un día le perteneció puramente a la triste, vacía y arrasadora oscuridad.

Matthew, repentinamente, volvió a tomar asiento lentamente solo para mirar a la dama a a los ojos. Para reflejarse en aquellos grandes espejos perlados. Mientras comenzaba a esbozar una sonrisa que poco tardó en ser compartida.

En la cercanía parecían personas normales con problemas y soluciones fáciles. Cómo si el hecho de que ambos fueran grandes asesinos y maestros de la manipulación como lo eran, se habría esfumado al igual que el tiempo. El cual parecía pasar demasiado rápido cuando ellos estaban juntos.

Sin saberlo realmente habían sucumbido ante sus emociones más profundas y sinceras. Y por vez primera tenían alguien con quien compartir sus más sinceras opiniones.

Compartían la necesidad de tener a alguien quien los quisiera de verdad por quienes eran en esencia, y que no se dejara llevar por las acciones que cometían o por lo que pudieran hablar sobre ellos. Aquello era sin dudas difícil de conseguir puesto que se habían ganado la desaprobación de gran parte de la ciudad. Sabían perfectamente la manera en la que su lista de enemigos había acrecentado.

Estaban prácticamente solos en el mundo, solo se tenían a ellos mismos para sobrevivir a la cruenta soledad.  Lo que causaba que el corazón crujiera con tan sólo un pensamiento. Pero este estaba demasiado vacío como para que las lágrimas pudieran acumularse en el. Ya que seguia latiendo por inercia.

El futuro era incierto y lo único con lo que podían contar era con la compañía del otro, el que estaba ahora. Así mismo el presente se veía tan frágil que no podían dejarlo ir a la ligera.

De eso se dieron cuenta a la vez cuando los ásperos labios de Ginebra se colocaron suavemente sobre los del chico, humedeciéndolos. Su barba le resultaba rasposa pero simplemente no podía parar. Quería quedarse abrazada a su cuerpo  hasta que un nuevo  día comenzara.

..

El clima del patio era agradable y podría sentir el sol penetrando a través de su segunda piel de color naranja. El hecho de estar en el exterior le ayudaba a recargar energías para cuando le tocara volver a su pequeña celda. Sus penas se dispersaban conjuntamente al humo de tabaco que tenía a su alrededor, era algo que no le gustaba puesto que sabia lo perjudicial que era ser fumadora pasiva pero alli la mayoria parecia tener ese habito. Ahora eso le importaba bastante poco. Era mejor concentarse en su supervivencia.

Últimamente había estado rodeada por demasiadas mujeres, lo que no era malo para ella. Pero aun así le preocupaba el pequeño grupo que por tener un fuerte carácter se sentían capaces de mandar en toda la prisión y trataban mal a las novatas. De alguna forma no les tenia rencor sino que le recordaba a que un par de años atrás ella había sido una de esas quien utilizaba este método para liberarse del odio que le transmitía la autoridad ahí dentro.

El hecho de recordar algunas de sus acciones como líder causo que una pequeña sonrisa tomara posesión de los surcos de su boca. A través de su posición alta consigio la admiración de otras quienes no se animaban a levantar la voz.

Suspiro y comenzó a recordar una de esas historias viejas que le gustaba poco recordar.

Flashback:

En su cumpleaños numero dieciséis estaba parada  frente al fuego del auto policial que tanto ella como sus amigos habían decidido incendiar. Sin saber bien que estaba haciendo alli. Fue justo en ese momento donde una idea de dejar todo atrás se colo por su cabeza, pero no podia abandonar a su unica familia. Por mas que tuviera que seguir cometiendo actos en contra de su voluntad.

Pero eso no fue solo algo pasajero sino su futura unica opción de escape. Ya que poco tiempo después estaban todos en la comisaria. Los mayores cargos cayeron sobre ella por ser la cabecilla del plan y los oficiales le dieron una condena total de noventa días. La cual dependía de su comportamiento.

En cuanto piso el penal sintió un pánico difícil de olvidar, al observar las caras de las mujeres que se encontraban en su interior. Cuyos rostros se grabaron noche tras noche en su mente. Esa primeriza allí y solo por eso era molestada, hablaban de ella a sus espaldas, era constantemente hostigada y maltratada. Por lo que se pasa la mayor parte del tiempo a solas.

El terror se volvía insoportable apenas bajaba el sol ya que estaba alejada de todo lo conocido, rodeada de personas peligrosas y viviendo en una situación de hacinamiento total.  Ya que las camas estaban demasiado unidas para rebajar costos.

Fue alli que en medio de la soledad y las lagrimas que tuvo que endurecer su corazon para no parecer inferior a nadie. Lo que le ayudo a sentirse segura entre tanta gente, fuera como fuera sabía que podría dormir todas las noches bajo techo y tenia una cena segura a las ocho de la noche. Las condiciones eran terribles, hablando con sinceridad, pero después de la segunda semana comenzó a adaptarse a la vida allí. Después de la última comida conseguía la paz suficiente para dormir profundamente y por mas que los ruidos que la rodeaban constantemente eran molestos y a veces inapropiados, eso le importaba muy poco.

Para el momento en que logro completar la mitad de su condena, había cambiado su forma de comportarse. Una vez que descubrió al grupo que capitaneaba el lugar, el cual a su vez tenía una líder. Comenzó a interactuar principalmente con ella, hasta volverse parte de su comunidad. Por lo que comenzó a pasar las tardes planeando nuevos planes para continuar su monarquía.

Así fue, hasta que un día logro volverse tan conocida que rápidamente consiguió suficientes adeptas para comenzar una revuelta en medio de la cárcel. La mayoría de las presas estaban a su favor y empezaron a luchar para aumentar la calidad de los alimentos diarios. La causa no fue lo mas importante sino el hecho de estar siendo escuchada por primera vez en su vida. Allí obtuvo su apodo de pajarillo de fuego por su fuerte carácter a la hora de reclamar por sus derechos.

Como era de esperarse, esto causo que la privaran de su libertad por dos meses más. Sin embargo, evito por completo las quejas. Había aprendido a sobrevivir en la jungla.

.LadyTerca.

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