Capítulo 8.

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Nada más Seth cayó sentado al suelo, sus cuatro amigos se abalanzaron sobre nosotros. Bill empezó a repartir puñetazos sin ton ni son mientras yo me subía a la pasarela, provocando que las bailarinas salieran corriendo asustadas, y salté encima de la espalda de uno de los otros Ghost. Atrapé su cuello con mi brazo, y él comenzó a dar vueltas sobre sí mismo para que me soltase a la vez que su compañero me agarraba de la chaqueta para intentar tirarme. Aquello, más que agobiarme, me hizo reír a carcajadas, puesto que hacía mucho tiempo que no podía disfrutar de una pelea así que me resultase algo más complicada. Cansado ya de la insistencia del que estaba detrás de mí, le di un puñetazo con el codo en su nariz, haciendo que este retrocediera varios pasos. Saqué mi cuchillo tracker y, cuando el hombre del que yo estaba colgado se detuvo por un segundo, se lo clavé en el cuello, provocando que comenzara a gritar del dolor y, sobre todo, del miedo de saber que lo más probable era que iba a morir. Tras unos segundos en los que la respiración se le dificultó, dejé caer mis piernas al suelo y le saqué la hoja del cuchillo, a lo que el hombre cayó de frente al suelo.

—¡Chris! —exclamó el de la nariz partida, provocando que yo me girara hacia él con una pequeña sonrisa de satisfacción.

—Oh, perdona, ¿era tu novio? —vacilé, viendo cómo me miraba enfurecido.

—Te voy a matar —farfulló a la vez que comenzó a caminar hacia mí.

—Atrápame si puedes —carcajeé y me volteé para subirme de nuevo a la pasarela, por la cual corrí hasta el final, siendo perseguido por el nariz rota, para colgarme de una de las barras de las bailarinas. Me agarré con fuerza y di una vuelta y, nada más se acercó, cogí impulso y subí mis piernas para darle una patada en la barbilla, haciéndole caer al suelo—. Vaya, qué útil es esta mierda —comenté a la vez que miraba la barra de arriba abajo.

Las chicas gritaban escandalizadas, al igual que los clientes que habían allí empezaron a marcharse a toda prisa. Llevé mi mirada hacia Bill, quien ya se había cargado a uno de sus dos contrincantes, y estaba disfrutando de una pelea cuerpo a cuerpo contra el que quedaba. Entonces, alguien dio por detrás un par de toquecitos en mi hombro. Extrañado, me giré para ver de quién se trataba y, justo cuando comprobé que era Seth, este me dio un puñetazo en la cara, el cual me hizo dar un par de pasos hacia atrás, pero que no me quitó las ganas de reír.

—¿Tanto te enfada que vaya a vencerte de nuevo? —pregunté en tono de burla, notando cómo mi boca se había llenado de sangre.

—¿Sabes qué es lo más me irrita de ti? —contestó a la vez que se acercaba a mí.

—Dímelo, me quita el sueño todas las noches —reí, aferrando con más fuerza mis dedos a la empuñadura de mi cuchillo.

—Tu arrogancia —masculló entre dientes al ver mi sonrisa—. Pero supongo que es parte de la locura, ¿verdad? —soltó una carcajada vacilante.

—No sabía que tenías tantas ganas de morir —gruñí notando cómo se me empezaba a acelerar la respiración.

—Y no las tengo —respondió con rabia y se abalanzó a mi cuerpo.

Dejé que se acercara, ya que quería cogerle del cuello para retorcérselo, pero entonces noté un dolor punzante en mi abdomen. Abrí los ojos de par en par, aún con Seth pegado a mí, y este se fue separando hasta que pudo mirarme a los ojos.

—Ahora estamos en paz —murmuró, haciéndome bajar la mirada y ver cómo me había apuñalado.

—¡¿Qué está pasando aquí?! —exclamó David detrás de mí, provocando que Seth sacara su navaja de mi cuerpo, lo cual me hizo soltar un gemido de dolor—. Dark, ¿estás bien? —se acercó, ya que me había encorvado un poco hacia delante.

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