Capítulo 36.

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Mientras que Archie fue a la nave donde sus amigos y él preparaban y guardaban la droga, yo subí a mi habitación para guardar todas nuestras cosas en la maleta. Como lo metí todo mal y con prisas, no dejé espacio para la bolsa con dinero, así que decidí hacerle hueco en la mochila de Norman. Cuando fui a sacar los dos libros y el cuaderno que había dentro de esta, no pude aguantar mi curiosidad y echar una ojeada a lo que tenía apuntado. Tras páginas y páginas de interminables palabras que ni hice el esfuerzo de entender, llegué a una en blanco con un solo párrafo.

"Nunca podría haber llegado a imaginar que conocería de tal manera lo que es el amor. Todo esto es demasiado irónico, e incluso roza lo ilógico, pero quizás es lo que lo hace tan especial. Te quiero, Damien"

Nada más terminé de leer la última frase, una lágrima cayó sobre el papel, provocando que algunas letras se difuminasen. Aferré mis dedos a la libreta a la misma vez que un nudo enorme se iba formando en mi garganta. Sentía la impotencia fluir por mi cuerpo de una manera descontrolada, al igual que el enfado. Tanto fue así que ni si quiera permití que mi llanto saliese. Guardé de nuevo los libros y cuaderno y fui hasta la caja fuerte para abrirla y sacar la bolsa con dinero. Una vez la metí en la mochila, me acerqué a una silla que había al lado de la ventana para coger mi chaqueta de cuero colgada allí. Me la puse y, al llevar mi mano al bolsillo interior de esta, comprobé que mi cuchillo tracker estaba allí junto con el puño americano que tanto le había gustado usar a Norman. Sonreí levemente de lado al recordar la paliza que este les había dado a los compañeros de Seth y, justo cuando fui a coger la maleta, alguien llamó a la puerta.

—Archie ya ha llegado —anunció Judie nada más la abrí—. Te está esperando abajo —me sonrió débilmente, ya que no le hacía ninguna gracia el que me drogase, aunque entendiera el motivo de hacerlo.

—Vale —asentí con suavidad y me volteé para ir hasta la mochila y colgarla de mi hombro sano.

—¿Lo llevas todo? —preguntó al yo salir de la habitación, manteniendo la puerta aún abierta hasta que le contestase.

—Eso creo —le miré serio.

—Bien —la cerró con cuidado y echó la llave—. Vamos —puso una mano en mi espalda y dio una palmadita en ella para que comenzásemos a caminar hacia las escaleras.

Cuando llegamos al hall, vi cómo Archie estaba terminando de preparar la sustancia para meterla en una jeringuilla. Aquello me revolvió el estómago con sólo pensar que, por un momento, yo iba a ser como los drogadictos de mi descampado, de los cuales yo había sido testigo durante años de cómo perdieron su dignidad y desperdiciaron su vida por una mierda como lo era la droga.

—Dark, voy a sacar tu moto del trastero —volvió a hablar Judie al ver que yo tenía la mirada perdida.

—¿Trastero? —contesté confuso una vez reaccioné.

—Archie la metió allí para que nadie la viera —señaló a su hijo, quien seguía concentrado en dejarlo todo listo, y se dirigió hacia la puerta para salir de allí.

—Bueno, ¿estás preparado? —preguntó el chico a la vez que se giraba hacia mí.

—¿Acaso me queda otra? —murmuré mientras me quitaba la chaqueta para subir la manga de mi camiseta.

—Quiero que sepas que admiro lo que vas a hacer por tu amigo —se acercó con la jeringuilla en la mano—. No todo el mundo se atrevería a meterse en la boca del lobo.

—No me dan ningún miedo —respondí con la mirada fija en su mano, ya que la había alzado a la altura de nuestros pechos—. Lo único que ha impedido que no esté ya en Cave City, ha sido el maldito dolor —le miré a la cara.

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