Habían pasado dos días desde la batalla entre mafias. Dos días en los que, además de limpiar el desastre que habíamos dejado en la sede de los Escorpiones y deshacernos de los cuerpos de los Talpas, permanecimos en el hospital a la espera de lo que pasaría con Darren. Al parecer, mientras ocurría todo lo de Rain, Patrick le envió un mensaje a Marshall para que llamase al hospital privado de Night y estos enviasen una ambulancia cuanto antes. Aunque los médicos habían logrado quitar gran parte de la bala, esta se había dividido en varios fragmentos y algunos de ellos se esparcieron hasta llegar cerca del corazón. Lo peor de todo era que esos trozos eran tan pequeños que no podían ser extraídos sin causarle la muerte inmediata, así que Norman decidió que esperásemos a que despertara y, aunque el resultado iba a ser el mismo, al menos podría despedirse de su padre.
En cuanto a mí, me sentía realmente extraño al pensar que la pesadilla había terminado, que todos aquellos que me habían hecho daño durante tantos años, al fin estaban muertos. Obviamente en esos sentimientos no había ninguno de tristeza, y menos aún de remordimiento, pero sí de alivio y justicia. Por fin iban a dejar que Norman y yo fuésemos felices, aunque en el camino hacia esa felicidad hubiéramos perdido a personas que realmente nos querían; Norman a Roger y pronto a su padre, y yo a Bill.
—Chicos, voy a bajar a la cafetería, ¿queréis que os traiga algo? —dijo Patrick, Kangaroo, antes de encaminarse a la puerta de la habitación.
—Yo no, gracias —respondió Norman sin ni si quiera mirarle. Llevaba horas en la misma posición; sentado en un sillón al lado de la cama y agarrando la mano de su padre.
—¿Estás seguro? No has comido nada en todo el día —volvió a hablar el hombre.
—He dicho que no —gruñó malhumorado, pero sin quitar la vista de la cara de Darren.
Patrick simplemente asintió y se giró para empezar a andar hacia la puerta, a lo que yo me levanté del sofá y le seguí hasta fuera de la habitación.
—Eh —le llamé para que se volteara.
—Dime, Damien, ¿tú quieres algo? —me miró con unos ojos que mostraban el dolor que estaba sufriendo por lo que le estaba pasando a su querido jefe.
—No, no —negué levemente con la cabeza—. Pero me da igual lo que diga Norman, le voy a obligar a comer, así que compra algo —metí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta de cuero.
—Como digas —fingió una pequeña sonrisa.
—Bueno, y tráeme un café. No he podido dormir en toda la noche —me encogí de hombros. Eran las cinco de la mañana, ya empezaba a amanecer y ni si quiera había echado una cabezada, puesto que quería que Norman se sintiera apoyado por mí en todo momento.
—¿Algo más? —alzó una ceja.
—No sé, tú sabrás —fruncí el ceño, provocado que Patrick soltase una carcajada muda; al parecer le hacía mucha gracia mi falta de habilidad social.
—Está bien, en un rato vuelvo —me dio una palmada en el brazo y echó a andar.
Una vez entré a la habitación, vi que Norman tenía la cabeza encima de sus brazos cruzados sobre la cama, así que supuse que quizás le había vencido el sueño hasta que escuché cómo sorbía con fuerza por la nariz. Me acerqué a él por detrás y puse mis manos en sus hombros, a lo que el pelinegro se incorporó recto de nuevo y se limpió los ojos con las mangas de su sudadera.
—¿Por qué no intentas dormir un poco en el sofá? Yo me quedaré vigilando —dije nada más levantó su cara para mirarme.
—No, no quiero —murmuró, aguantándose las ganas de llorar.
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PSYCHO
Horror{boyslove} Esta es la historia de un chico con un trastorno mental, debido al espeluznante pasado que le tocó vivir. Un trastorno que hace que tenga una mente extraordinaria a la par que terrorífica. Una mente que ve el asesinato como algo sano. Ase...