Capítulo 48.

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—Rain... —dijo Stan sin dejar de contemplar los ojos de Darren.

—Dime, jefe —contestó algo aturdido, ya que seguía observándome.

—Hazlo —sonrió de lado y giró su cabeza en dirección al rubio.

—Será un placer —llevó su mirada hacia Norman y, sin dar tiempo a que ninguno de los allí presentes hiciéramos algo, degolló a Roger.

—¡No! —gritó Norman, haciendo el amago de echar a correr hasta el hombre, pero le abracé por el cuello para detenerle.

—¿Decías? —dijo Stan en tono burlón, volviendo a mirar a Darren, quien se había quedado contemplando estupefacto la escena, al igual que el resto de Escorpiones.

Aunque yo estuviera más que acostumbrado a ese tipo de cosas, aquello me produjo cierto amargor en mi interior, y más aún cuando sentí cómo algo humedeció el dorso de una de mis manos; había sido una lágrima de Norman, pues estaba llorando en silencio la muerte de Roger, el barman de los Escorpiones y quien le había cuidado desde pequeño, siempre que tenía que quedarse en el pub durante horas y horas mientras su padre trabajaba. Ver tanta tristeza por su parte fue lo que detonó mi paciencia.

—Quédate aquí —susurré sobre su oído a la vez que deshacía mi agarre, provocando que el pelinegro me mirase confuso. Llevé una mano a mi cinturón y saqué disimuladamente mi cuchillo tracker, pero, justo cuando iba a comenzar a andar, los Escorpiones se abalanzaron contra Rain y el resto de Talpas que habían allí—. Norman, escóndete —le ordené sin dejar de mirar la pelea que se acababa de formar.

—No pienso dejarte solo —respondió alarmado.

—Hazme caso por una vez en tu vida —gruñí enfadado.

Entonces, escuchamos cómo algunos Talpas más, cinco para ser exactos, se adentraban en la sede clandestina. Ambos bandos ya estaban en igualdad de integrantes allí presentes, así que se enzarzaron en una lucha sin control en la que acabaría corriendo mucha sangre.

—¡Damien! —exclamó alguien, haciendo que me voltease; era Ethan, Lion, acompañado de Logan, Panther—. Necesitamos que pelees como tú sabes —dijo el castaño una vez se acercó a mí mientras que su compañero evitaba que uno de los Talpas nos atacara—. Logan y yo nos encargaremos de Norman —clavó sus ojos en los míos.

—Sé defenderme solo —protestó el pelinegro a mis espaldas.

—Como le pase algo... —señalé a Ethan con mi índice.

—Lo sé —me interrumpió este con un asentimiento de cabeza—. Cárgatelos a todos —dio una palmada en mi brazo.

—Damien —Norman agarró mi muñeca para que me girase hacia él.

—Más te vale sacar tu sangre Escorpión porque, como me dejes, no te lo perdonaré en la vida —le advertí lo más serio que pude.

—Te hice la promesa de que nunca iba a abandonarte a no ser que tú me lo pidieras, ¿recuerdas? —intentó disimular una sonrisa.

—Pues mantenla —puse una mano en su cuello para acercarle a mí y darle un beso en los labios.

—¡Eh!¿Alguien me puede echar una mano? —intervino Logan.

Nada más me separé de Norman, le dediqué una última mirada a aquellos ojos grises que tanto adoraba, y me volteé para ir hasta donde estaba Logan peleando con dos Talpas a la vez. Aferré mis dedos a la empuñadura de mi cuchillo y, una vez estuve lo suficiente cerca de uno de ellos, hinqué con rabia la hoja en su cuello. Aquello hizo que su compañero y Logan me miraran, así que este último aprovechó la distracción de su oponente para darle varios puñetazos seguidos en la cara que hicieron que esta comenzara a sangrar más de lo normal. Cuando el hombre cayó al suelo, justo al lado de su compañero, miré extrañado a Logan, a lo que este alzó sus manos y las abrió para enseñarme que en ellas llevaba un par de estrellas ninjas.

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