—¿Escorpiones? —fruncí el ceño, a lo que él asintió levemente con la cabeza.
—Así es como se les conoce a mi banda —sonrió orgulloso.
—Siento decirte que yo no conocía a tus escorpiones —hice el gesto de las comillas con los dedos al pronunciar la última palabra.
—Típico de los Talpas —farfulló el guardaespaldas de la puñalada en el brazo.
—Sam, ¿es que no le has oído? —Darren giró la cabeza hacia él, ya que seguía a su lado—. Ha dicho que ya no es uno de ellos —volvió su mirada a mí—. Así que, ¿qué me dices? —alzó levemente sus cejas.
—Para que me quede claro... —me crucé de brazos y miré mis botas durante unos segundos—. Hace tan solo unos minutos querías matarme, ¿y ahora me pides que forme parte de tu equipo? —añadí al volver a alzar mi cara hacia la suya.
—Exacto —soltó una carcajada suave—. Eres prácticamente de la familia, ¿no? —me dio una palmada en el brazo, provocando que yo siguiera el recorrido de su mano con mis ojos—. Además... —acercó su boca a mi oído—. Tú podrías ser la clave para que mi hijo quiera heredar el negocio —aunque intentó sonar amable, a mí me pareció más una amenaza.
—¿Puedo hablar antes con Norman? —pregunté nada más se separó de mí.
—Por supuesto —animó el tono de su voz—. Damien... Oh, puedo llamarte así, ¿verdad? —me señaló con su índice, a lo que yo me encogí confuso de hombros—. Estoy seguro de que aún no has cenado, así que ordenaré que te preparen algo mientras habláis —me guiñó un ojo y se volteó para ir hacia la puerta—. Habrá un par de guardias vigilándoos —se detuvo justo antes de abrirla y me miró—. Entenderás que aún no me fíe de ti, ¿no?
—¿Stan no te dijo que yo no bromeo con el trabajo? —contesté conforme caminaba hacia él.
Ante mis palabras, Darren me dedicó una sonrisa pícara.
—Sean, acompáñale a la habitación de mi hijo —abrió al fin la puerta y salió de la habitación, quedándose parado en el pasillo—. Te veré en un rato. No me hagas esperar, odio la impuntualidad —me advirtió sin ni si quiera llegar a mirarme, puesto que había empezado a caminar hacia las escaleras, acompañado de Sam.
—Vamos —dijo Sean, el gemelo sin herir, a la vez que me daba un empujón de la espalda—. Y déjate de truquitos —agarró mis brazos con fuerza para ponerlos detrás de mi espalda y retener mis muñecas con sus manos.
Una vez volvimos a la tercera planta de la mansión, el guardaespaldas abrió la puerta de la habitación de Norman y me dio un empujón para que entrase en ella. Nada más escuché cómo cerraba de un portazo, chisté con mi lengua a la par que me masajeaba las muñecas. Antes de que pudiera alzar la mirada, mi cintura fue rodeada por unos brazos.
—Estás bien —murmuró Norman justo después de soltar un suspiro de alivio sobre mi hombro.
—Claro que lo estoy —respondí con chulería, abrazándome a su cuello.
—¿Qué ha pasado? —preguntó, separándose lentamente hasta que pudimos mirarnos a la cara—. ¿Quién te ha hecho eso? —alarmó el tono al ver la herida de mi pómulo.
—Adivina —inhalé una profunda bocanada de aire y la solté en un suspiro.
—Me las va a pagar —masculló entre dientes—. ¿Te duele? —llevó una mano a mi cara para tocar la herida con uno de sus dedos, lo cual hizo que soltase un pequeño siseo de escozor.
—No tanto como la quemadura —agaché mi cabeza para mirarme el pecho, haciendo que Norman me imitase.
Agarró mi camiseta y la levantó como pudo, ya que aún llevaba la chaqueta puesta, hasta que mi pecho quedó descubierto. La marca que había dejado el cigarro no era grande, más bien pequeña, pero eso no restaba que doliera.
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PSYCHO
Horror{boyslove} Esta es la historia de un chico con un trastorno mental, debido al espeluznante pasado que le tocó vivir. Un trastorno que hace que tenga una mente extraordinaria a la par que terrorífica. Una mente que ve el asesinato como algo sano. Ase...