Capítulo 42.

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Se había hecho de noche y, a pesar de que yo quería volver por mi cuenta, uno de los coches de los Escorpiones nos recogió a Ethan y a mí a un par de manzanas del callejón donde nos habíamos enfrentado a Kelly y sus hombres. Nada más llegó, nos montamos viendo cómo otro de los coches se dirigía hacia el callejón para hacerse cargo de los cuerpos.

—Esta ciudad está mucho más acostumbrada a ver a hombres asesinados que la mía —comenté en tono divertido una vez cerré mi puerta—. Bueno, supongo que el dinero de Darren Night tendrá algo que ver —miré a Ethan y sonreí de lado.

—Los Escorpiones nos encargamos de que todo el mundo sea feliz en Cave City y, mientras eso se cumpla, todo estará en orden —contestó serio, mirándome de reojo.

—Qué hipócritas —murmuré, volviendo mi cara hacia la ventana.

—Por lo menos hacemos algo por nuestra gente, en cambio, ¿qué han hecho los Talpas por Shadows Town? —se giró levemente hacia mí.

—¿Por qué se supone que deberíamos hacer algo por ellos? —solté una carcajada una vez le miré de nuevo—. Creo que ya habéis podido comprobar en distintas ocasiones que ni si quiera nos protegemos a nosotros mismos —chisté con mi lengua.

—Pobre Norman, a saber lo que habrá tenido que sufrir durante este tiempo —comentó al llevar su mirada al sillón de delante.

—¿Qué has dicho? —fruncí el ceño.

—No me quiero ni imaginar las cosas que le habrás hecho —se atrevió a fijar sus ojos en los míos.

—Ni la mitad de lo que podría hacerte aquí en este mismo momento —mascullé entre dientes.

—Chicos... —nos llamó el copiloto; uno de los guardias de Night que acompañaba al chófer. Seguramente, mi suegro aún no se fiaba mucho de lo que podría llegar a hacer. Normal.

Ethan y yo le miramos y, una vez el castaño alzó su mano como señal de que ya iba a parar, yo solté un suspiro de resignación.

—Mira, entiende que me preocupe por mi amigo —dijo el chico mientras se acomodaba en su sitio.

—¿Tu amigo? —alcé una ceja.

—Norman y yo crecimos juntos —me miró, sabiendo perfectamente lo que me iban a molestar sus palabras—. Siempre ha sido un buen chico, pero desde que ha regresado de estar contigo está cambiado —se cruzó de brazos.

—¿En qué? Para mí sigue siendo el mismo al que secuestré —solté una carcajada leve.

—Se revela contra su padre, aparece por la sede de los Escorpiones y, para colmo, está con alguien como tú —repasó mi cuerpo con la mirada.

—¿Y? —apreté mis dientes de la rabia que me estaba dando.

—Nada —rodó los ojos, como si yo fuese estúpido o algo así.

—Escúchame bien, leoncito —incliné mi cuerpo hacia el suyo para agarrar el cuello de su chaqueta. El chico, al escuchar la burla hacia su apodo, "Lion", me mató con la mirada—. En el único aspecto que ha cambiado Norman, es en uno muy íntimo del que sólo yo puedo y podré disfrutar, le pese a quien le pese —acerqué mi cara a la suya—. ¿Lo has entendido bien o tengo que repetírtelo de otra manera? —gruñí, clavando mi pupila en la suya.

Tras unos segundos en silencio, le solté con brusquedad y volví a sentarme correctamente en mi sitio.

—No es por mí por quien te tienes que preocupar —respondió a la vez que se ponía bien la chaqueta.

—¿Qué quieres decir? —le miré de reojo.

—Eres un chico listo, ya lo descubrirás —me dedicó una sonrisa falsa que me dieron ganas de borrársela a navajazos y, antes de que me diese tiempo a contestar algo, el coche paró, así que el castaño abrió su puerta y salió.

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