Capítulo 33.

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—Daos un abrazo —sugirió Darian en tono burlón.

—No —volvimos a responder a la vez.

—Darian, te estás pasando —habló sólo Dabi.

—Está bien... —el peliblanco rodó los ojos—. ¿Nos conformamos con una apretón de manos? —miró a Norman.

—Eso ya sería un gran paso para Damien —este llevó su mirada hasta mí y sonrió levemente de lado.

—No esperemos más —quitó sus brazos alrededor de la cintura de Norman, pero agarró la mano del brazo que este tenía sobre sus hombros.

—Acabemos con esta tontería cuanto antes —murmuró Dabi al ver aquel gesto, provocando que yo le mirara.

—No entiendo nada —solté un suspiro lleno de confusión.

Ambos giramos nuestros cuerpos para que quedasen uno frente al otro y, tras mirarnos incómodos durante unos segundos, Dabi alzó su mano en mi dirección. Dejé mi mirada fija en ella, y después la subí a la del chico, quien parecía que iba a explotar de impotencia tarde o temprano.

—Venga, Dabi, no te hagas el duro —volvió a hablar Darian, haciendo que ambos le mirásemos—. Sabes tan bien como yo que te lo pasarías genial matando con él —soltó una risa que fue seguida por la de Norman. En cambio, Dabi y yo ni si quiera hicimos el amago de sonreír—. Cuando descubrimos lo del cuchillo en la garganta de aquel hombre, me dijiste que Damien haría buen equipo con nosotros —añadió con cierto tono pícaro, lo cual provocó que yo mirase a Dabi, y este agachara su cabeza para ocultar la vergüenza que le daba todo aquello.

—Damien —me llamó Norman, a lo que llevé mi mirada hacia la suya—. Sería el primer amigo que hicieras —se quedó mirándome con ternura durante unos segundos y sonrió—. Bueno, real —se encogió de hombros.

—Te tengo a ti, no me hace falta nadie más —farfullé con el ceño fruncido.

—Ah, ¿no? —contestó Darian, provocando que le mirase extrañado—. Dabi fue quien te salvó la vida —le señaló—. Él sacó la bala de tu cuerpo, yo nunca habría podido con esto —alzó una de sus manos para enseñarme el guante.

—Tiene razón —le apoyó Norman a la vez que asentía con la cabeza.

Entonces, volví a girar mi cara hacia la de Dabi, quien ya había alzado la suya, pero sin llegar a mirarme, ya que rodó los ojos y soltó un suspiro.

—¿Eso es verdad? —pregunté confuso.

—Me debes una —se encogió levemente de hombros.

—Supongo que... ¿gracias? —alcé una ceja y estiré mi brazo izquierdo en su dirección.

—De nada —sonrió de lado y cogió mi mano para darle un apretón con la suya.

—Esto quedará para el recuerdo —comentó Darian entre risas, haciendo que, automáticamente, Dabi y yo deshiciéramos el agarre y nos girásemos hacia ellos—. Un trato es un trato —dijo con cierto fastidio a la vez que se separaba un poco de Norman y le daba una caricia en el pelo—. Creo que se han enfadado —rio, haciendo que el pelinegro le imitase, y se puso en pie para acercarse a Dabi y sentarse a su lado. Le rodeó el cuello con su brazo y le dio un beso en la mejilla que hizo que chistase con la lengua.

—Te voy a matar —masculló entre dientes y mirándole mal, aunque dejándose hacer.

Entonces, sentí un cuerpo tras mi espalda. Giré mi cabeza y comprobé que Norman se había colocado sentado detrás de mí. Se abrazó con cuidado a mi cintura y apoyó su frente en mi nuca.

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