Capítulo 39.

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Tras un paseo en la limusina de Night por la ciudad, llegamos a la entrada de un pub nocturno. El chófer se bajó para abrirnos la puerta y, una vez Darren salió, Norman puso una mano en mi rodilla, haciendo que girase mi cara hacia él.

—Todavía estamos a tiempo de detener esto —murmuró, fijando sus ojos en los míos, a lo que yo coloqué mi mano sobre la suya y sonreí levemente.

—Ese tiempo se agotó nada más tu padre entró por la puerta de tu habitación —subí la mano hacia su mejilla y di una caricia en ella—. Además, son los Escorpiones los que deberían temer el conocer al famoso Dark que ha tenido secuestrado al hijo de su jefe —solté una carcajada suave, la cual hizo que Norman negara con la cabeza, intentando ocultar una sonrisa.

—Anda, vamos —rodó los ojos y salió de la limusina, siendo seguido por mí.

Cuando entramos en el pub, todas las miradas de los allí presentes se clavaron en nosotros. Yo, lejos de sentirme intimidado, me puse a ojear a las escasas personas que se encontraban bebiendo tan temprano.

—Señor Night, es un placer verle, como siempre —dijo una voz desde la barra.

Me giré para averiguar quién había hablado, y descubrí que se trataba de un hombre de unos sesenta años; el barman del pub. Era menudo, con el pelo canoso y ya escaso por la parte de arriba. Encima de su impecable camisa blanca, llevaba un delantal negro con un escorpión dorado bordado en la parte superior izquierda.

—¡Roger! —exclamó Darren acercándose a la barra—. Hacía tiempo que no te veía, espero que hayas podido disfrutar de tus vacaciones con la familia —observó cómo el hombre le servía una copa.

—Así ha sido, señor —asintió a la vez que le colocaba el vaso en la barra frente a él—. Mi esposa le está muy agradecida por pagarnos el hotel —sonrió de manera sincera.

—Es lo menos que podía hacer por alguien como tú —le guiñó un ojo y cogió la bebida para voltearse hacia nosotros—. Norman, sé educado y saluda —dijo en voz baja nada más se quedó a escasos centímetros del cuerpo de su hijo.

—Hola, tío Roger —saludó este haciendo un gesto con la mano.

—Hola, Norman —el barman se cruzó de brazos sobre la barra—. Me alegra ver que estás bien —le dedicó una sonrisa y, automáticamente, desvió su mirada hacia mí, ya con el rostro algo más serio.

—Señor, los chicos le están esperando —anunció uno de los guardaespaldas de Night. Tanto él como su compañero, nos habían seguido desde otro coche.

—Genial —Darren giró su cabeza en nuestra dirección y, nada más nos hizo un gesto para que le siguiésemos, comenzó a caminar hacia el final del pub, donde había una puerta con varios, demasiados, cierres.

Una vez el guardaespaldas la abrió, dejó a la vista unas escaleras poco iluminadas, las cuales supuse que bajarían hacia el escondite de los Escorpiones. Cuando Darren empezó a bajarlas, Norman y yo le seguimos, ya que el guardia se quedó esperando en la puerta, asegurándose de que nadie nos observaba o veía. Al llegar abajo, nos encontramos con otra puerta; tan solo había un cierre, pero sí que tenía una especie de rendija en la parte superior. Darren tocó tres veces y, dos segundos después, la rendija se abrió para que alguien del interior mirase por ella.

—Ya estás tardando en abrir —comentó Night en tono serio.

Acto seguido, la puerta se abrió de inmediato.

—Buenos días, jefe —dijo un hombre de cuarenta y muchos, haciendo una reverencia moderna hacia Darren.

Nada más nos adentramos en el local, descubrí que se trataba de una especie de bar clandestino de los años cincuenta. Las paredes eran de terciopelo burdeos, y las lámparas colgadas del techo alumbraban con una luz bastante tenue que no dejaban ver con claridad. A la izquierda de la entrada, se encontraba una larga barra que separaba el expositor de bebidas alcohólicas, de unos taburetes altos a juego con las paredes. Al otro lado, a la derecha, había una tarima-escenario típico de la época con un micrófono antiguo de pie en medio. Frente a esta, un gran espacio ocupado con sillones y mesitas redondas llenaban el lugar. Un escondite muy diferente al hogar de los Talpas, pero que de igual modo olía a corrupción, dinero y violencia.

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