Capítulo 9.

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Al dejar que Norman se pusiera en pie, este tuvo que hacer un par de estiramientos para que sus piernas se acostumbrasen a estar estiradas de nuevo y soportar su peso tras dos días sentado.

—¿Me dejas buscar los utensilios de limpieza? —preguntó algo tímido al ver que yo no me apartaba de delante suya.

—Están debajo del fregadero —respondí aún sin fiarme de lo que acababa de hacer.

—Bien —asintió con una pequeña sonrisa y pasó por mi lado intentando rozarme lo menos posible, cosa que le fue difícil, puesto que yo no me moví de mi sitio.

Me volteé para mirarle y vi cómo, tras abrir las puertas del mueble, se puso de rodillas para buscar los productos y trapos que le harían falta. Un par de minutos después, los metió todos en un cubo y se levantó. Lo primero que hizo fue fregar los platos, vasos y sartenes que llevaban días sin lavarse.

—Debo de confesarte que me tienes sorprendido... —comenté al ponerme a su lado, apoyando mi espalda en la encimera.

—¿Por qué? —carcajeó levemente sin dejar de pasar el estropajo por una sartén, en la cual se había quedado pegada mantequilla reseca.

—Pensaba que serías un niño de papá que no sabría hacer nada por sí mismo —fijé mi mirada en sus manos frotando.

—Bueno, es verdad que tengo asistenta en casa... —abrió el grifo para enjuagar la sartén y, tras hacer un movimiento con la cabeza para apartarse un par de mechones de los ojos, giró su cara hacia la mía—. Pero no quiero tener ninguna en mi futuro —se quedó mirándome serio durante unos segundos y sonrió levemente de lado.

—Entiendo... —fruncí el ceño nada más volvió su vista a los platos.

—Oye, será mejor que te pongas una camiseta, no vaya a ser que te des un golpe en los puntos o algo así —volvió a hablar cuando ya tan sólo le quedaba enjuagar unos vasos.

—¿Ahora me vas a dar órdenes? —alcé una ceja, lo cual provocó que me mirase.

—Claro que no, sólo es un consejo —se encogió levemente de hombros.

—No te muevas de aquí en lo que voy a la habitación, no me importará que se me salten los puntos para correr detrás de ti —le señalé con mi índice, a lo que Norman rodó los ojos.

—Que no... —respondió con cansancio.

Me dirigí a mi habitación, abrí mi armario y me puse la primera camiseta negra que encontré. Nada más regresé a la cocina, comprobé que Norman se había ido al salón para empezar a recogerlo, limpiar los muebles, y sacudir el sofá. Me senté en la silla de la cocina, ya que desde allí podía vigilarle perfectamente, y me encendí un cigarro, dándome cuenta entonces de que ya había recogido de la mesa todos los recipientes donde había venido la comida, y que la había dejado impecable; incluso olía bien.

—Eh, Norman —le llamé, haciendo que el chico dejara de sacudir uno de los cojines del sofá para mirarme—. Sabes que te volveré a atar para dormir, ¿verdad?

—Lo daba por hecho —soltó una risa confusa.

—Bien... —me llevé el cigarro a los labios y le di una calada, a lo que Norman siguió con su tarea.

«Eres un idiota» —comentó Kill apareciendo de repente sentado en la silla donde había tenido retenido al chico.

—¿Por qué? —le miré con el ceño fruncido.

«Está haciendo contigo lo que quiere» —soltó una carcajada sarcástica.

—No es verdad —giré mi cuerpo hacia la mesa para mirarle de frente—. El chico sólo quiere sobrevivir, y yo me voy a aprovechar de eso —sonreí pícaramente de lado.

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