Capítulo 5.

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—Rain, ¿qué haces? —pregunté nada más cerré la puerta, a lo que el rubio se volteó alarmado para mirarme.

—Este idiota no sabe cuál es su lugar —masculló y volvió a darle una patada en su abdomen.

—Por lo que parece, tú tampoco —me acerqué a él y, una vez me coloqué a su lado, bajé mi mirada hacia el cuerpo de Norman—. Te dije que le desataras las manos, y no me has hecho caso —me crucé de brazos—. Él está a mi cargo, no al tuyo... —giré mi cara hacia la suya—. Stan no me ha dado ninguna orden de hacerle daño, y vas tú y casi le matas.

—Como si eso fuese a ser un problema —rodó los ojos.

—Escúchame bien, Rain —agarré el cuello de su camiseta para acercarle a mí hasta que nuestras caras tan sólo fueron separadas por unos centímetros—. Si alguien tiene que matar a este chico, seré yo, ¿te enteras? —gruñí, clavando mi mirada en la suya.

—Sí —asintió suavemente con su cabeza—. Perfectamente —sonrió de lado.

—Bien —me quedé un par de segundos más contemplando sus ojos—. Ahora levántale —le solté de mala manera, dándole un pequeño empujón hacia atrás.

Rain se colocó bien la camiseta y, tras dedicarme una mirada molesta, se agachó para coger la silla y levantarla con cierta dificultad, ya que el cuerpo del chico era un peso muerto.

Norman tenía toda la cara ensangrentada, debido a la hemorragia de su nariz y a un par de brechas que mi amigo le había hecho con los puñetazos. Aunque intentó no soltar ningún quejido de dolor, no pudo evitar hacerlo cuando se sentó bien de nuevo en la silla, gracias a la poca delicadeza que Rain había empleado.

—No vuelvas a pedirme que me quede con este niñato —farfulló a la vez que iba hasta el sofá para coger su chaqueta vaquera.

Cuando pasó por detrás mía para dirigirse a la puerta, me giré hacia él y agarré su muñeca para retenerle. Subí mi mano por su brazo hasta el cuello y di un para de caricias en él que le dejaron confuso.

—No pienses que voy a recompensarte la mierda de trabajo que has hecho —le miré a los ojos y simulé una sonrisa amable.

—¿Vas a anteponerle a mí? —frunció el ceño.

—Ni que tú tuvieses una posición importante —solté una carcajada pícara a la vez que dejaba caer mi mano a un lado de mi cuerpo.

Ante mis palabras, Rain inhaló con fuerza aire y asintió levemente varias veces seguidas, como si estuviese entendiendo algo.

—Como tú mandes —metió las manos en los bolsillos de su chaqueta y se volteó.

—¿Te has enfadado conmigo? —simulé un inocente tono de voz mientras caminaba por detrás de él hasta la puerta.

—Que te den, Damien —agarró el pomo y, nada más abrió, salió a toda prisa hacia las escaleras, donde se chocó con el cuerpo de Ashley.

—Rain, ¿qué ocurre? —preguntó extrañada, siguiéndole con la mirada.

Pero el rubio no contestó y se dirigió a su coche para montarse en él y, nada más arrancar, aceleró sin ninguna delicadeza para salir del descampado. Solté un suspiro a la vez que negaba con la cabeza mientras Ashley terminaba de subir las escaleras.

—¿Qué demonios ha pasado? —me miró preocupada, a lo que yo simplemente me hice a un lado para que pasase al interior de la caravana.

—Verás... —cerré la puerta y comencé a andar junto con ella hasta el salón—. Yo venía muy animado después de haber cumplido un trabajo, de verdad... —giré mi cara hacia la suya, la cual me estaba observando con curiosidad—. Pero, al llegar a casa, me he encontrado con esto —alcé mi brazo en dirección a Norman, haciendo que la chica llevase su mirada hacia este.

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