Capítulo 13.

1.5K 292 287
                                    

—Hola, papá. Me han obligado a grabar este video para que veas que estoy bien, pero si no empiezas a obedecer, me harán daño... —Norman comenzó a hablar con la voz rota y con los ojos brillosos—. Así que, por favor, cede y deja tus negocios en Cave City —sorbió con fuerza por su nariz—. Hazlo por mí —pestañeó a cosa hecha para que las lágrimas cayeran por sus mejillas—. Tengo miedo, papá —sollozó.

—Y... corten —dije a la vez que le daba al botón para detener la grabación.

—¿He estado bien? —preguntó mientras yo dejaba el móvil en la mesa frente al sofá y me acercaba a él para desamarrarle de la silla.

—Demasiado bien... —me puse de cuclillas para desatar las correas de sus piernas—. Así no hay manera de que me fíe de ti —alcé mi mirada hacia él y fruncí el ceño.

—Bueno, en realidad, nada de lo que he dicho es falso —se encogió de hombros, esperando a que terminara con las de sus muñecas—. Si no accede, empezará mi descuartizamiento —soltó un suspiro—. Eso es para tener miedo, ¿no crees? —se puso en pie una vez yo le di espacio.

—Supongo —me volteé para coger de nuevo el móvil—. Aunque para mí será divertido —carcajeé, provocando que el chico me matase con la mirada.

Habían pasado un par de días desde que había tenido la conversación con Stan sobre enviarle al padre de Norman alguna parte de su hijo. Al final acabé convenciéndole de que esperase un poco más y que, antes de nada, grabáramos un video de advertencia como último aviso. Aquello fue algo que me salió sin pensar, pero que de camino a casa me hizo preguntarme el por qué lo hice. Por algún motivo, no quería hacerle tal brutalidad a Norman, y eso provocó que me planteara si algo estaba cambiando en mi interior. Realmente así había sido desde la tarde cuando compartí aquel momento "íntimo" con él, sin olvidar que fue la primera vez que opté por no hacerle caso a Kill. En cuanto a este, no había vuelto a pronunciarse, y eso que ya había pasado un par de días completos desde aquello, lo cual me tenía bastante inquieto, pero extrañamente también sentía cierto alivio por ello.

—¿Puedo coger un poco de agua? —preguntó Norman mientras yo terminaba de enviarle por correo el vídeo a mi jefe.

—Sí, sí... —asentí levemente sin despegar mi vista de la pantalla.

—¿Quieres algo? —se acercó un poco más a mí antes de ir a la cocina, haciendo que alzase mi cara para mirarle—. Puedo prepararte una copa, si quieres —puso una mano en mi pelo y dio una caricia en él.

—No —murmuré negando suavemente con la cabeza.

—Vale —sonrió y se volteó para comenzar a caminar hacia la cocina.

En esos dos días, las muestras de cariño de Norman no cesaron. Tal y como me había prometido, él quería dármelas por propia voluntad, y yo empezaba a estar encantado con ello. Cada vez le dejaba que me tocase más, aunque se notaba que el chico aún temía por mis posibles reacciones. Cuando me daba acaricias, o cuando yo le pedía abrazos, me sentía realmente relajado, como si me invadiese lo que comúnmente se denomina como "paz interior". Sin embargo, había momentos en los que me inquietaba pensar que con aquello podría cambiar mi manera de ser, y eso acababa disgustándome. Disfrutaba matando, era lo que llevaba haciendo toda la vida, y me encantaba ver el sufrimiento de las personas antes de morir. Era imposible que Norman o cualquier otra persona lo lograse cambiar.

—Hoy hay partido, así que voy a empezar a hacer el pollo frito... —comenté mientras me acercaba a Norman, quien aún estaba bebiendo agua en la cocina.

—¿Pollo frito? —me miró con los ojos llenos de emoción.

—Sí —asentí y me coloqué a su lado para abrir el frigorífico y sacar la bandeja de carne—. Pero para ti no hay —añadí con toda la intención de romperle la ilusión.

PSYCHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora