Si Elíza se hubiera tenido que hacer una idea de la felicidad conyugal basándose en el ejemplo de sus padres, se iba a llevar un gran descontento. Su padre, cautivado por la animosidad y belleza de una joven señora de Benítez, hizo de lado su notoria adicción a los chismes y nula educación. Podía pasar por alto este último, después de todo, si su mujer no fue a la escuela, él menos, porque fue de joven cuando empezó a aprender cosas por su cuenta. Así que lo que llevó en picada lo que pudo ser un buen matrimonio fue la incesante necesidad de saber todo lo que ocurría en el pueblo por parte de su esposa. No importaba si el sol estaba que te quemaba, si llegaba una vecina diciéndole: 《si vieras el mitote que traen con...》Era imposible que la señora de Benítez se quedara quieta después de escucharlo, porque había que contárselo a sus diez comadres. Que si falleció alguien del pueblo al que nunca le dirigió la palabra, claro que no iba a faltar a la misa, el entierro, ni ninguno de los nueve días del novenario, lo mismo con bodas, bailes, kermeses, sin importar si cualquiera de sus niñas la necesitaban en casa. En ocasiones se daba el lujo de salir a chismear cargando en brazos a Laurita de bebé, y por esta razón el señor Benítez tenía la hipótesis que por eso Laurita era la más parecida a su madre.
Aunque este problema fue el causante de la falla de su matrimonio, él siempre aceptará que al menos no traía a las niñas desaliñada ni la casa sucia, por esto toleraba la situación hasta que un día pensó que tal vez burlándose de su esposa ella reflexionaría para cambiar... lo que claramente no sucedió porque como gran escuchadora: cierra sus oídos a lo que no le importa. Por lo que el señor Benítez terminó escondiéndose entre su trabajo y su periódico.
Era un tanto triste para Elíza saber que si su padre hubiera querido, hubiera evitado que las dos menores siguieran los pasos de su madre. Pero parecía que el método para impedirlo era burlarse de ellas como lo hacía con su madre, lo cual no funcionaba. Para Elíza, en su casa todos eran necios a su manera. La señora Benítez y las dos menores entretenidas con cosas frívolas. El señor Benítez y María escondiéndose en los libros para evadir lo que sucedía en casa... bueno, al menos su padre no era como el vecino de enfrente que nomás toma un trago y ya anda buscando a quién tirarles golpes. Juana siempre pensando bien de todos, y Elíza, como decía su madre: "terca como ella sola". Esto, para ella, eran las consecuencias de un matrimonio donde los dos son diferentes.
Estas cosas pensaba Elíza mientras estaba acostada en su hamaca, más feliz que nunca por la partida de Jorge García. El precio de esto era que realmente había menos movimiento en el pueblo sin la bola. Su madre lo recordaba cada cinco minutos:
—Aquí —decía su madre—, ¿te acuerdas Cata? Aquí fue 'onde Heriberto iba en su caballo, luego se subió a una loma y lo tiró, allá va cayendo el pobre con la rabadilla raspada. Al último ocupó que lo sobara doña Pancha. De veras que esto parece pueblo fantasma como antes de que llegaran los de la bola, ¿verdad Elíza?
《Heriberto》repitió Elíza, ¿dónde había oído ese nombre antes? ¿No fue el que intentó asaltarlas a ella y a Juana cuando salieron de Nogueras una vez?
—'Amá —dijo Elíza mientras se retiraba de la hamaca—, ¿Heriberto no andaba con uno que tiene una cortada en la jeta?
—Sí, mi'ja, ¿cómo sabes?
—¿Qué andaba haciendo para caerse del caballo?
—¿Cómo que no sabes? Si todos platicaban de eso, Elízita. Resulta que Heriberto siempre venía para acá a echarse una vueltecita a tomarse un café con tu padre. Pero, un día, los de la bola quisieron saquear a los que viven atrás de aquí, y de allí se quisieron pasar para acá. Entonces llegó Heriberto, dio unos disparos al aire y dijo algo como: "si algo de esta familia falta, nos dan cuello a todos". Pero uno andaba de terco y a fuerzas se quería meter a ver qué había, y disparó a un lado. El caballo se alteró y tumbó a Heriberto.
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Orgullo y prejuicio: A la mexicana
Fiction HistoriqueAmbientado en la Revolución Mexicana, la señora de Benítez solamente tiene un propósito en su vida: casar a sus cinco hijas. Pero, su segunda hija, la señorita Elíza Benítez tiene otro propósito en su vida: casarse cuando ella, y no su madre, crea n...