Capítulo 31. Rocío.

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–Esta noche vamos a salir. Intenta, ya sabes, ponerte guapa.

Di un respingo, a pesar de saber que estaba ahí, como también sabía que me había estado observando desde el salón.

–Lo que me faltaba. ¿Acaso soy tu empleada para que me des órdenes? ¿Y qué es eso de “ponte guapa”?

–Lo que has oído. Vamos a comer.

–No tengo hambre.

–Mira, te guste o no te guste estás en mi casa, aquí las cosas se hacen como yo digo.

–¡Sí, señor! ¡A sus órdenes!

¿Cómo podía ser tan capullo después de lo que me había hecho en la habitación?

<<Muy sencillo, él es un depredador, el macho alfa y alguien tiene que enseñarle modales>>.

Me levanté del césped, dejando a Black triste por no recibir más mimos.

<<Si la bestia se pareciese al perro, otro gallo cantaría>>.

–No pienso tener una cita contigo ni muerta. Ni esta noche ni otra. ¿Me has oído?

Giró la cabeza lo suficiente como para poder enseñarme una expresión de chulo empedernido.

–No te he dicho nada de una cita.

–Eres… eres… Necesitas una dosis de humildad.

–¿Y serás tú quien me la dé? No seas petulante.

                               ...

El resto del día pasó tranquilo. Me senté junto a mi abuela en el banco del jardín con Black a mis pies. Al final nos íbamos a hacer buenos amigos.

–Cántale algo a tu abuela.

–Ni siquiera tengo la guitarra.

–Leighton la trajo hace un rato. Ese muchacho me gusta.

–Eso es porque no le conoces bien. Es condescendiente contigo y te ha ido ganando.

–Anda, coge la guitarra cariño.

Con la guitarra en mi regazo comencé a rasgar las cuerdas.

<<Hoy me he preguntado 80 veces
Que por qué sigo queriéndote,
Que porqué sigo pensando
Que eres tú quien me hará feliz
Si no me aportas nada
No te importo nada
En lo único que piensas es en ti.
No me creo
Que no aparecieras en aquel concierto
No me creo tenerte tan cerca y a la vez tan lejos
...>>

Intenté ignorar su presencia, vaya que si lo intenté...

<<¿Qué pasa tipo duro? ¿Rozalen no te gusta?>>.

Según escuchó un par de estrofas, se giró y desapareció de mi vista.

Se había puesto unos vaqueros oscuros y una camiseta blanca, con una cazadora gris, que todo ello en conjunto le hacían parecer un modelo de Emidio Tucci. “Maldita sea”.

–Mina voy a robarle a su nieta esta noche. María se quedará con usted por si necesita algo.

–Es una idea estupenda. Divertíos.

–Pero abuela, ¿no prefieres que me quede contigo? Estamos aquí para estar contigo. Preferiría quedarme.

–Cariño mío. Estaré bien. María se ocupara de todo.

–Pero abuela…

–No hay peros que valgan. Salid a pasarlo bien.

Subí a regañadientes a mi habitación para darme una ducha.

Pero tú... ¿Qué te crees? (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora