Capítulo 2: Leighton

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-... Esta pomada deberá aplicársela cada vez que le cambie el pañal, en un par de días la irritación desaparecerá.

-Muchas gracias doctor. Me preocupé al ver que no se le quitaba el sarpullido.

-Es algo normal, con la humedad de la piel de esa zona, estos pañales de plástico suelen provocar irritaciones, deberá vigilarlo y comprar otra marca, de algodón, mejor, no le irritará y le desaparecerá la alergia.

- ¿No podrías darme tú teléfono por si hay alguna otra urgencia...? -Esa mujer a pesar de acabar de dar a luz prácticamente, estaba buena, tenía un pecho generoso por la lactancia y un culo que daban ganas de apretarlo y morderlo. Volví a la realidad antes que notase mis divagaciones.

Llevaba unas cuantas semanas sin sexo y me estaba afectando hasta el punto de imaginar a esa mujer bocabajo sobre la mesa.

Recibí una sonrisa cargada de intenciones, o es que ya me estaba afectando la cabeza. Traté de sonreír de forma profesional, sin conseguirlo.

-Urgencias está veinticuatro horas. La enfermera les atenderá.

- ¿Sabes? Desde que di a luz, estoy teniendo algunos problemas íntimos con mi marido... ¿Podrías aconsejarme algo para cambiar la situación? - ¡Joder! ¿Estaba tratando de flirtear conmigo poniendo como excusa su escasa vida sexual? Sonreí medio incómodo, medio incrédulo por la situación.

-Podrá llamar a la consulta si tiene problemas con Jaime; en cuanto al tema del sexo, debe consultarlo con su ginecólogo, sabrá que aconsejarla en estos casos.

Me puse en pie para acompañarla a la salida. Necesitaba urgentemente quedarme a solas sin sentir el escrutinio de la mujer que casi conseguía empalmárme. -Carolina me avisará si la erupción empeora y estaré aquí enseguida. Buenas tardes. -Abrí la puerta con la poca sutileza que me caracterizaba cuando deseaba deshacerme de alguien, suspirando de alivio al quedarme solo por fin.

Algunas de las mujeres que traían a sus hijos a consulta o de urgencias, acababan coqueteando y resultaba de lo más incómodo tener que lidiar con la libido en horas de trabajo.

El teléfono interno se iluminó, apreté el botón rojo y escuché la voz de la nueva enfermera en prácticas, que sería mi ayudante durante el verano, una relación beneficiosa para ambos. Yo conseguía lo que quería y ella conseguía créditos para la carrera.

-Doctor Carrington, su madre al teléfono.

-Pásamela.

-Enseguida. -Escuché la risita provocativa de la chica antes de recibir a mi madre. Puse los ojos en blanco y me pincé el puente de la nariz para evitar el dolor de cabeza que comenzaba a tener.

-Hi, mom.

-Hola cariño. ¿Qué tal el trabajo?

-Bien. ¿Querías algo?

-Ha llamado la abuela Adamina, quiere hacerle una cena a su nieta, ¿recuerdas a Rocío? Va a pasar unos días aquí y me ha pedido que os avise.

Las palabras me cayeron como un chorro de agua helada.

-No podré asistir, discúlpame ante Mina.

-Leighton, le haría mucha ilusión que estuvieras, sabes lo que te aprecia.

Joder. Hola dolor de cabeza.

-Tengo planes. Discúlpame ante Mina y los demás. -Dije apretando los dientes, por si la primera vez no me había entendido.

-A las diez, no llegues muy tarde.

-Mamá, mom?... ¿Hola?

¡Joder! Solté el aire que retenía en los pulmones y me dejé caer sobre el sillón mientras escuchaba el pitido intermitente de la llamada cortada.

Pero tú... ¿Qué te crees? (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora