Capítulo 23. Rocío.

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Estaba afectada, realmente afectada y dolida. Verle con la segunda Barbie, estaba removiendo algo en mi interior y yo, no era la típica que caía en los brazos de un capullo, incapaz de valorar a una mujer. Ya había tenido en mi vida alguien así y no iba a dejarme seducir, por una quimera, de nuevo.

Es más, apenas había vuelto a acercarme al sexo opuesto ni para pedir la hora prácticamente, como para hacerlo por alguien como él.

Leight era simple fachada, sin nada dentro y fuese verdad o no, no quería comprobarlo tampoco.

Esa era la idea que iba gestando, hasta que me asustaron por la espalda, di un salto de la mecedora y me tiré la coca cola encima.

–¡Lo siento! No esperaba asustarte tanto.

Alma me miraba arrepentida, abriendo tanto los ojos que me reí.

–No importa. Pensé que pasarías todo el día en el hotel.

–Me he cansado de tanto relax. ¡A sí! y Olga quería conocerte al fin…

Por su expresión y por como habló de ella en el embalse, no era santo de su devoción. Me puse en pie para saludar a la chica que pasaba su brazo por la cintura de Dylan. Tras los dos besos de rigor, todos tomaron asiento alrededor de la mesa del patio mientras iba en busca de unas cervezas.

–Te ayudaré.

Besó a su chicarrón y me siguió hasta la cocina. Mi abuela se había ido pronto a dormir, ni siquiera eran las ocho, pero se la veía cansada, por lo que decidí relajarme con un libro hasta que llegó toda la tropa.

–Mi bebé, me ha hablado mucho de ti.

–¿En serio? Espero que haya sido benévolo y te haya contado sólo las cosas buenas.

–Tranquila. Dylan no dejaría que nadie dijera nada malo de ti.

¿Por qué no me estaba gustando ni un pelo por donde iba esta conversación? No quería darle importancia al cariz que estaba tomando, por lo que ignoré su comentario. Se retocó el rojo de sus labios y se cruzó de brazos poniendo morritos y clavándome la mirada. Supe enseguida porqué Alma había fruncido el ceño al presentármela.

–Nos conocemos desde pequeños… ¿Lleváis mucho tiempo juntos?

Dije para romper el hielo.

–Siete meses. Estoy esperando a que se decida a dar el gran paso.

–Es genial.

¿Quién era yo para opinar sobre la locura de comprometerse tan pronto?

–Nos iremos a vivir juntos a finales de este mes. ¿Tú tienes novio, no?

–…Sí… lo tengo. Se quedó trabajando, ya sabes...

–Qué lástima, habría sido divertido hacer una cena de parejitas.

–Sí, claro…

Abrí el frigorífico y metí la cabeza dentro con los ojos en blanco.

–Ya sabes a qué me refiero, Alma y Brad, Tú y tu novio, quizá Leighton y mi hermana y Dylan y yo, claro.

Se me heló la sangre al escucharla decir su nombre, o puede que simplemente fuese por tener la cabeza en el frigorífico...

–Sí, no dudo que habría sido súper divertido.

–Conoces a Leighton ¿no? ¡Oh, qué tonta soy! ¡Pues claro que le conoces!

Saqué las latas de cerveza heladas y se las entregué a ver si cerraba de una vez la bocaza roja. Me miró, torció el gesto y colocó los brazos en jarra la muy…

–Claro, éramos amigos de pequeños, jugábamos en el embalse y nos obligaban a dormir la siesta juntos. Pero de eso ya ha pasado mucho tiempo. Veinte años exactamente. Creo que aún no habías nacido.

Dejé las latas sobre la mesa y me puse a buscar aceitunas, patatas y demás aperitivos grasientos que había comprado esa misma tarde con la abuela, ignorándola.

–Sí, ha pasado mucho tiempo…

–¡Cuánto tardáis! ¿Necesitáis ayuda?

Alma robó una patata y después otra y luego una aceituna.

–¿Cotilleando sin mí? ¡Ya os vale!

–Comentaba que mi hermana y Leighton ya han hecho planes para este fin de semana, pero sería genial hacer algo todos juntos.

–Para cazarle, se necesita mucho más que un fin de semana y una mujer desesperada.

Olga torció el gesto, se miró las uñas y clavó su mirada en mí.

Pero tú... ¿Qué te crees? (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora