Capítulo 37. Rocío.

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Decir que la comida había sido incómoda era quedarse corta. Cuando Leight desapareció, me permití respirar por fin.

-No entiendo a los jóvenes de hoy en día.

Me centré en la comida del plato que parecía no acabarse nunca y sin mirarle, tratando de aparentar normalidad continué removiendo la fabada.

-¿Quién come judías en verano?

-Come. Estás muy flacucha.

Y eso que había engordado siete kilos en esos últimos seis meses.

-No tengo hambre. He estado pensando...

Me incliné sobre la mesa mirándola fijamente con la firmeza suficiente como para no aceptar su primera negativa.

-Creo que deberíamos volver a casa.

Y ahora la guinda final.

-Ha sido muy hospitalario, realmente es un buen médico y vecino y me alegra saber que se preocupa tanto por ti, pero, yo puedo hacerme cargo hasta que me marche.

-Cariño. Come. No está el mundo para que lo tires.

--Pero... vamos a ver... escúchame. Tenemos que irnos de aquí. Hoy.

-¿No estás a gusto, cariño?

¡Qué dura de mollera era cuando quería!

-Sí, pero no es por mí, es por él. Abuela, por favor... Somos okupas.

-¡Está bien, está bien! No sé a quién habrás salido de lo cabezona que eres...

-Dijo la sartén al cazo...

Subí corriendo las escaleras con una sonrisa de oreja a oreja. Encendí el reproductor de música del móvil y me puse a cantar como una loca siguiendo la canción de MUSE "time is running out" mientras bailaba al ritmo animado.

¡Vamos, que me monté una coreografía!

-Estás de buen humor.

Estaba en medio de mi doble giro con pierna levantada cuando paré en seco al escucharle.

-¡Joder! ¡Qué susto!

Con la mano aun en el pecho me giré para mirarlo.

-¿Pero... qué narices llevas puesto?

-La ropa para montar en quad.

Levanté la ceja sorprendida por como los pantalones de cuero y la cazadora se amoldaba a su cuerpo como un guante. ¿Y qué no le quedaba bien a ese hombre? ¡Tiene que ser un horror ser tan perfecto y tener un humor de mierda!

-Pues muy bien.

<<¡Deja de babear por dios!>>

Conseguí girarme y seguí guardando ropa en la maleta ignorándole y cantando a pleno pulmón.

-¿Qué haces?

Sonrió. Me había pillado haciendo el canelo.

-Ya lo ves... recogiendo, obviamente... y cantando...

-¿Te vas? ¿Te han cogido para una prueba de bailarina, payasa o algo así?

<<Respira e ignora, respira e ignora...>>.

-Nos vamos, mi abuela y yo. Creo que es lo mejor para todos... ¡Te devuelvo tu libertad!

-Sí, claro.

Se marchó y me centré en seguir con mi tarea antes de lanzarme a sus pies rogándole que pidiera que me quedase.

-¿Quieres dar una vuelta en quad?

Pero tú... ¿Qué te crees? (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora