Capítulo 59. Leighton.

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Me reí nada más salir por la puerta al escucharle gritar “mierda”. No pude evitar tomarle el pelo.

Subí en el M6 dispuesto a continuar con las reuniones en los hospitales que me interesaban y encendí la radio con mejor humor que las últimas semanas.

Fui directo a la habitación del hotel, para darme una ducha rápida y cambiarme al menos de ropa, cuando la encontré allí.

Tumbada en la cama en ropa interior de encaje como toda vestimenta.

–¿Qué cojones estás haciendo aquí?

Laura sonrió, lamió sus labios rojos y con tranquilidad fingida, se acercó hasta situarse a un palmo de distancia.

Su mano se paseó desde mi estómago, hasta mi hombro izquierdo, mientras fijaba su mirada felina en mí.

–¿No te gusta la sorpresa?

–Ya hablamos de ésto.

–Leighty, cariño...

Aparté sus manos de mi cuerpo. Esta mujer no entendía un no por respuesta y ya me estaba tocando los cojones a dos manos.

–No me llames así.

Hizo una mueca y volvió a sonreír.

–Soy la mitad de este proyecto. Tengo que estar aquí. Te guste o no.

En eso tenía razón. Pasó días y noches apoyando mi propuesta, luchó junto a mí, para convertirlo en una realidad. Dejarle fuera de esto, no era lo apropiado. Además, los inversores, verían una apuesta segura en la pareja profesional que formábamos.

–Quédate.

Pasó sus manos por mi cuello y enredó sus dedos en mi pelo. Acercó sus labios a mi oído y con una voz tan sensual como su conjunto de ropa interior, me susurró.

–No te arrepentirás. Acabas de tomar la decisión correcta.

Se separó antes de que lo hiciese yo y contoneándose, volvió a la cama, colocándose sobre ella, de forma teatralmente sexy.

–Si vas a quedarte, busca una habitación, ésta ya está ocupada y vístete. Tenemos una reunión en Veinticinco minutos.

De camino al hospital Ramón y Cajal, observé a la mujer que estaba segurísimo, iba a darme más de un dolor de cabeza.

Había una duda que no dejaba de rondar en mi cabeza...

–¿Cómo entraste en mi habitación?

Su sonrisa se hizo más grande, puso una mano en mi rodilla y se humedeció los labios antes de hablar.

–Fui una chica mala y tuve que mentir.

Hive un leve movimiento y apartó su mano.

–¡Oh! Vamos Leighton, no es tan malo... Esta bien... Tuve que decir que soy tu mujer.

–¿Por qué será que no me asombra en absoluto?

Torcí el gesto y clave la mirada en ella irritado, cuando paré en un semáforo.

–¿Puedo compensártelo esta noche?

–Laura, hazte un favor a tí misma y deja de arrastrarte y, una cosa más. Cierra la puta boca a menos que no sea para la exposición.

                               ...

–El centro médico...

–Clinica en proceso de convertirse en un hospital dotado de todo lo necesario para ciento veinte pacientes.

Pero tú... ¿Qué te crees? (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora