Capítulo 11. Leighton.

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Acceder a la invitación de Brad y su mujer, no era lo que más me apeteciese en el mundo, pero negarle algo con las hormonas revolucionadas a aquella mujer, era entrar en un bucle sin salida y no estaba de humor.

Primero tenía que echar un último vistazo a los papeles que mi amigo y dentro de unos meses, socio, había traído; después, tenía planes con cierta camarera, que esperaba diese la talla o habría sido una pérdida de tiempo y un degaste de energía a lo tonto.

La llegada de Rocío había trastocado mi tranquilidad. Tenía una mirada intensa y provocadora que, cuando cerraba los ojos, aparecía en mi mente sin poder hacer nada por evitarlo y negarlo era engañarme, por lo que tenía que mantenerme a raya con ella.

No me caía bien, sólo estaba pasable para un polvo. Carnaza nueva, pensé.

Me acerqué hasta Alma y Rocío, mientras mi hermano y Scott se daban un baño en el embalse. Puse los ojos en blanco al verles. Esos dos eran tal para cual, siempre jodiendo todo. Si Dylan no fuese tan gilipollas de seguirle el rollo, al menos se salvaría su inteligencia.

Volví la atención a la mujer que estaba sentada medio despatarrada con unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes, preguntándome como cojones me había podido llamar la atención, la noche anterior, la camionera que tenía justo enfrente.

Armándome de valor, conseguí ignorarla. Por suerte la camarera, ... Viky, Yanira... "nena" hacía acto de presencia con un biquini de infarto que apenas tapaba lo mínimo.

Sonreí ante lo que me esperaba con "nena", cuando me plantó aquel beso que me descolocó por completo.

Tan solo fue un roce que rechacé al instante, apartándola y deseando decirle que evitase el contacto de bocas, que esto iba a ser simplemente un polvo sin más.

Observé de reojo la expresión de una Rocío malhumorada y hostil, repitiéndome una y otra vez que, me importaba una mierda, lo borde y contraproducente que podía llegar a ser tener tan malos modales.

No podía ignorar los cambios de humor que iba sufriendo doña "malos modales", aunque, en el fondo, era divertido ver como se esforzaba por intentar ser desagradable. ¡Muy divertida, sí señor!

Nos alejamos del resto tras las presentaciones, para poder disfrutar de lo que necesitaba en ese momento. Ya era adulto y lo que hiciese con mi vida, a nadie le interesaba. La camarera era otra de tantas y eso lo sabría cualquiera, menos Rocío, que seguía sin quitarnos ojo.

<<Lo haces por joder. ¿Desde cuándo te has puesto en evidencia con público?

Nunca. Pero es tan divertido ver los estados casi catatónicos que mi acompañante le produce...>>

Al final decidí dejar de hacer el imbécil y llevármela del embalse, la cabaña estaba a quince minutos y tenía un calentón importante y no precisamente por "nena".

Tras las mil quejas que tuve que soportar por el estado del camino, la lejanía y mil chorradas más, deseé mandarla de vuelta a su casa, aunque, ya que estábamos allí y que llevaba diez minutos soportando los soplidos y quejidos lastimeros de la chica, y ya que me había tocado llevarla en brazos la mayor parte del camino, no lo pensé dos veces.

....

Una vez acabada la faena y haber comprobado que sabía perfectamente lo que se hacía con la corta edad de veinte años, le acompañé a su coche.

-Me lo he pasado muy bien, podríamos repetir otro día...

-Te llamaré.

-Lo sé. Sé que te ha gustado y mi churri es mucho más clásico en cuanto al sexo... Estará bien salir de la rutina... ¡Chaito, bombón!

Pero tú... ¿Qué te crees? (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora