Capítulo 48. Leighton.

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-¡Mierda, mierda, mierda! ¡JODER!

Abrí los ojos al escuchar sus gritos ¿Ya se había arrepentido de lo que hicimos hacía unas horas? Yo, volvería a repetirlo.

-Buenos días.

Me quedé observándola correr de un lado para otro en ropa interior mientras recogía del suelo el resto de sus pertenencias.

-¡Es tardísimo!

-Son sólo las diez de la mañana.

-Pues eso, tardísimo. Mi abuela estará preocupada y tengo que irme a Madrid y antes, ir a buscar el coche... y... ¡Dios! ¿Qué he hecho?

Ahí estaba. El arrepentimiento. Me estiré y decidí activarme antes de que me volviese loco a mí también.

-Yo te llevaré. Irás más rápido.

-No lo entiendes...

-Simplemente te ofrezco mi ayuda. Además aún no te he regalado nada por tu cumpleaños

-No quiero que me regales nada.

-¿Ni siquiera el descapotable? No tendrás que preocuparte de quedarte tirada.

-¿Un coche? No quiero tu coche. Leighton... tengo prisa.

-Es tuyo. Lo compré pata tí.

-Te he dicho que no lo quiero. Ya tengo el mío y no voy a perder el tiempo en discutirlo. Tengo que irme.

Dio saltitos a la pata coja para terminar de calzarse y salió corriendo de la habitación. Estaba confundido por ese despertar dantesco y sobretodo por no aceptar el puto coche como regalo. Asomó la cabeza.

-Hasta la vista.

¿Esa iba a ser su despedida? Volvió a desaparecer, me levanté de la cama y me asomé a la puerta. Ya había bajado las escaleras.

-Rocío.

-¡Tengo prisa!

-Hasta la vista.

Escuché a María y Rocío despedirse y la puerta principal cerrarse. Por fin solté el aire.

<<Al fin se ha marchado>>.

Volví a la cama, me tumbé y salí de ella de un salto, soltando un gruñido.

-Maldita sea.

Me vestí rápidamente, arranqué el 4x4 y salí en su busca.

-Sube.

-Gracias.

-De nada.

Conduje lo más lento que pude.

-¿En serio? Tengo prisa. Acelera un poco.

-Vamos bien a ésta velocidad.

-Leighton, vamos a veinte por hora. Llegaría antes andando.

-¿No querrás tener un accidente?

Puso los ojos en blanco y miró por la ventanilla.

-Va a pensar que...

-¿Pasaste la última noche conmigo?

-Sí.

-Eso es lo que ha pasado en realidad.

-Ya, pero no tiene porqué saberlo.

-No va a juzgarte.

-Pero yo sí... Oye...

En su cara pude observar que algo quería decirme, pero no se atrevía, así que le facilité el trabajo.

-Esta es la despedida.

Pero tú... ¿Qué te crees? (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora