Capítulo 29. Rocío.

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Bajó su mano por mi costado despacio, haciéndome cosquillas con su caricia, mientras con la otra me sujetaba las muñecas por encima de mi cabeza provocando que me retorciese.

-Quieta.

-No puedo. Tengo cosquillas.

-Aunque me vuelva loco ver tu pecho con el movimiento de tus contorsiones, quiero que te estés quieta.

Intenté contener la risa. Respiré hondo y cerré los ojos al sentir de nuevo su contacto cálido con mi piel y esa mirada como el océano, inquisitiva y penetrante que me volvía loca.

Le deseaba, no podía negarlo aunque quisiera, como tampoco podía negar lo mucho que había soñado con esto desde que le vi, por primera vez, tras tanto tiempo.

Suspiré.

-Me vas a pagar todas las que me debes. Tu descaro, el agua que me tiraste por encima, tus enfrentamientos hacia mí delante de los demás.

Sonreí, me calentaban sus palabras hasta extremos insospechados. ¡Deseandito estaba de pagárselas todas juntas!

-¿Te hace gracia?

Me soltó las muñecas y como si fuese a venerarme, cayó de rodillas ante mí, lo que me excitó aún más si podía, erizándome la piel.

En su mirada sólo había deseo mientras lentamente desabrochaba el botón y bajaba la cremallera de mis vaqueros, para deslizarlos por mis piernas.

Llevaba una de mis típicas bragas de cuello vuelto, como solía decir Susana, pero parecía no importarle en absoluto a pesar de estar acostumbrado a mujeres seductoras y sofisticadas como las que había visto con él. Un nudo se formó en mi garganta que conseguí tragar a duras penas.

-Abre las piernas.

Le hice caso...

¡Madredelamorhermoso!

Él, perfecto, arrodillado ante mí, con la cabeza levantada observándome entera, con las pupilas dilatadas, consiguió que me olvidase de otra cosa que no fuera ese momento.

Con los dientes consiguió bajarme esas bragas que pensaba tirar a la basura en cuanto tuviera oportunidad, a la vez que clavaba sus dedos en mi trasero.

<<Esto promete>>.

Me devoró entera. Primero, hundió uno de sus dedos en mi sexo, lo que me hizo dar un respingo y suspirar.

-Me gusta que estés lista para mí.

¡Joder!

El segundo dedo vino después, y el tercero, que acariciaba mi clítoris, arrancándome oleadas de un placer que comenzaba a volverme loca.

Con sus dientes, comenzó a darme pequeños mordiscos en el Interior de los muslos. Enteré los dedos en su pelo y apoyé una pierna en sus hombros, para facilitarle el acceso.

-¡Oh, Dios mío! Su boca apretada contra mi pubis, sin dejar de bombear con sus dedos en mi interior y jugar con su lengua, me hicieron llegar en cuestión de segundos al primer orgasmo de los muchos que esperaba después.

Se puso en pie y sin apartar sus pupilas brillantes de las mías, sonrió de medio lado.

-Tu turno.

Dijo con voz profunda.

-Quítame la ropa.

Con movimientos torpes y dedos temblorosos, me peleé con el primer botón de la camisa. ¡Mierda!

-Despacio.

Me mordí el labio suprior y conseguí por fin desabrocharle todos los botones, no con la sensualidad que él tenía, pero al menos lo había conseguido.

Pero tú... ¿Qué te crees? (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora