𝖯𝖱𝖮𝖫𝖮𝖦𝖴𝖤.

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𝗉𝗋𝗈́𝗅𝗈𝗀𝗈.

TENER LA ATENCIÓN DE SU PADRE POR UNA SEMANA, era un récord en la vida de Kathleen Winter

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TENER LA ATENCIÓN DE SU PADRE POR UNA SEMANA, era un récord en la vida de Kathleen Winter.

Hace exactamente una semana había comenzado su receso de invierno, y Kaleb Winter, había decidido que era una buena idea pasar tiempo con su primogénita, antes de que esta volviera a su rutina de escuela-campamento.

No era secreto que el hombre de pelo castaño vivía atareado, manejando su empresa y sus distintas locaciones, viajando de aca para allá, no tenía mucho tiempo con su hija. Pero aunque no le gustase, porque le recordaba a su infancia, intentaba llenar su ausencia con regalos.

Ayudaba, pero eso no llenaba el vacío.

Por lo cuál, se sintió satisfecho cuando Kathleen sonreía involuntariamente, o mantenía una charla sin sentido alguno. Porque esa niña podía vivir de la Ley del Hielo si dependía de ella.

Estaban en la ciudad de Nueva York, a kilómetros de su hogar, pero sabía que a la castaña le encantaba la ciudad, por lo que después de una caminata por Central Park, una renovación de armario por la quinta avenida, y una parada en una librería, Kathleen decidió que quería dulces.

Entraron a una pasteleria, Sweet on America, y de inmediato la invadió una ola de exquisitos olores; chocolate, regáliz, y sin duda mucha azúcar.

Le encantaba.

Hizo una mueca imperceptible cuando vio a un hombre hacer su pedido de manera torpe y grosera.

Su atención se desvió rápidamente y se puso a pasear su vista por las góndolas y vitrinas del lugar, en un escaneo vio a su padre perdido, tecleando rápidamente en su teléfono y no pudo evitar rodar los ojos. Después de todo, no había tomado ninguna llamada de su empresa en todo el tiempo que pasaron juntos, tal vez, ya era momento de volver a la realidad.

Su atención se volvió a desviar a la discusión, (o más bien al hombre), que elevaba cada vez más los tonos de voz.

El amargado en cuestión, (sin duda era eso, un amargado). Vestía un desaliñado traje, con un gastado maletín y una gran calvicie invadía su cabeza. Señalaba los estantes recriminando la falta de stock del algún dulce.

Por otro lado, estaba la empleada de la tienda tenía una mirada calma, su cabello era castaño y su uniforme blanco, rojo y azul, los colores de la pasteleria. Sus manos estaban sobre el mostrador, hablaba con total tranquilidad como si no le importase en lo absoluto lo que el pelado le estuviera recriminando.

Detrás de ella se asomaba una mata de cabello azabache, Kathleen ladeo su cabeza para ver más allá y se encontró con la mirada llena de furia de un niño que probablemente tenía su misma edad. Se lo notaba enojado, su rostro estaba enrojecido y su mandíbula estaba apretada.

 𝐈𝐂𝐄: Percy Jackson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora