(☆❄︎. . .) ?| ❝A Kathleen le gustaba ver el mundo arder,
pero no creía que también arderia en el.❞
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(Percy Jackson x oc female)
(?????? ????, book one)
(the lightning...
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009. hefesto.
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EL UNICO EMOCIONADO POR CONOCER AL DIOS de los herreros era Tyson.
En cuanto se abrió la puerta, la araña se deslizó al interior; Tyson la siguió de cerca y los demás avanzaron también, aunque con menos entusiasmo.
El lugar era inmenso. Como el garaje de un mecánico, estaba lleno de elevadores hidráulicos. En algunos de ellos había coches, pero en otros se veían cosas bastante más extrañas: un hippalektryon de bronce desprovisto de su cabeza de caballo y con un montón de cables colgando de su cola de gallo, un león de metal que parecía conectado a un cargador de batería, y un carro de guerra griego hecho enteramente de fuego.
Había además una docena de mesas de trabajo totalmente cubiertas de artilugios de menor tamaño. Se veían muchas herramientas colgadas y cada una tenía su silueta pintada en un tablero, aunque nada parecía estar en su sitio. El martillo ocupaba el lugar del destornillador; la grapadora, el de la sierra de metales, y así sucesivamente.
Por debajo del elevador hidráulico más cercano, que sostenía un Toyota Corolla del 98, asomaban dos piernas: la mitad inferior de un tipo enorme, con unos mugrientos pantalones grises y unos zapatos incluso más grandes que los de Tyson. En una de las piernas tenía una abrazadera metálica.
La araña se deslizó por debajo del coche y los martillazos se interrumpieron al instante.
—Vaya, vaya. —La voz retumbaba desde debajo del Corolla—. ¿Qué tenemos aquí?
El mecánico salió sobre un carrito y se sentó. Kathleen había visto a Hefesto en el Olimpo en una ocasión, así que creía estar preparada. En ese momento, sin embargo, evitó hacer una mueca.
Suponía que se habría lavado cuando lo vio en el Olimpo, o que habría usado algún truco mágico para que su forma resultara menos espantosa. Pero al parecer allí, en su propio taller, no le preocupaba en absoluto su aspecto. Llevaba un mono cubierto de grasa, con un rótulo bordado en el bolsillo de la pechera que decía «HEFESTO». La pierna de la abrazadera le chirriaba y daba chasquidos mientras se incorporaba y, una vez de pie, vio que el hombro izquierdo era más bajo que el derecho, de manera que parecía ladeado incluso cuando se erguía. Tenía la cabeza deformada y llena de bultos, y una permanente expresión ceñuda. Su barba negra humeaba. De vez en cuando, se le encendía en los bigotes una pequeña llamarada que acababa extinguiéndose sola. Sus manos debían de ser del tamaño de unos guantes de béisbol y, sin embargo, sostenían la araña con increíble delicadeza. La desarmó en dos segundos y volvió a montarla.
