005. 𝗍𝗁𝖾 𝗍𝗈𝗋𝗆𝖾𝗇𝗍 𝗈𝖿 𝖺 𝗀𝗋𝖾𝖺𝗍 𝗀𝗂𝖿𝗍.

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005. el tormento de un gran don.

DENTRO DEL TOP TRES COSAS MÁS REPUGNANTES QUE HABÍA HECHO, definitivamente se hallaba viajar por las sombras

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DENTRO DEL TOP TRES COSAS MÁS REPUGNANTES QUE HABÍA HECHO, definitivamente se hallaba viajar por las sombras. Le recordaba a la vez que estaba pérdida en el bosque con nueve años luchando con otro perro infernal, y no era un muy bonito recuerdo que digamos.

No veía absolutamente nada. Sólo notaba el pelaje de la Señorita O'Leary y los eslabones de bronce de su collar, que aferraba con todas sus fuerzas, al igual que los brazos de Percy aferrados como si su vida dependiese ello a su cintura.

Y, de golpe, las sombras se disolvieron para mostrar otro escenario. Estaban sobre un risco de los bosques de Connecticut. O al menos parecía Connecticut: o sea,
montones de árboles, grandes casas y muros bajos de piedra. A sus pies se veía por un lado una autopista que cruzaba un barranco y, por el otro, el patio trasero de una finca enorme, aunque parecía más un terreno salvaje que un prado. La casa, blanca y de estilo colonial, era de dos pisos. Aunque tuviera la autopista al otro lado de la colina, daba la sensación de estar plantada en medio de la nada. Se veía luz en la ventana de la cocina. Bajo un manzano, había un columpio viejo y oxidado.

Kathleen no estaba segura de querer entrar allí. Luke solo había dicho muy poca cosa sobre su infancia, y no era una poca cosa muy bonita que digamos.

La Señorita O'Leary se tambaleó. Nico ya les había advertido que un viaje por las sombras la dejaría agotada, así que se deslizaron por su lomo y bajaron. Ella soltó un bostezo descomunal, con todos los colmillos al aire, giró en redondo y se desmoronó con todo su peso, haciendo temblar el suelo.

Nico apareció justo a su lado, como si las sombras se hubieran adensado hasta darle forma. Dio un traspié, pero ella lo agarró del brazo.

—Odio que hagas eso.—murmuró Kathleen.

—Estoy bien —acertó a decir, restregándose los ojos.

—¿Cómo lo has hecho?.—Preguntó Percy.

—Es sólo cuestión de práctica. Unos cuantos porrazos contra un muro, unos cuantos viajes improvisados a China...

La Señorita O'Leary empezó a roncar. De no haber sido por el rugido del tráfico que subía de la autopista, seguro que habría despertado a todo el vecindario.

 𝐈𝐂𝐄: Percy Jackson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora