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Ahhhh...

¿Soy yo o hace un día precioso?

Jurarías que te habías despertado mejor que en toda tu vida; tenías el cuerpo en completa calma; tus ojos, por primera vez en la vida, no estaban hinchados. Ni ojeras tenías.

Tras dormir dieciocho horas casi seguidas, era normal que hubieras sentido ese sueño como el más reparador de tu existencia; aunque también podía ser por esos dos pedazo de orgasmos que tuviste ayer.

Todo ayudaba.

Habías descansado como un bebé de teta, sin ninguna preocupación en mente. Por esa misma razón te levantaste inmediatamente tras estirarte, sin remolonear ni un segundo de más en la cama. Abriste la puerta del cuarto y fuiste directa a la cocina, en la que te encontraste a Jungkook, sentado en completo silencio sobre la encimera mientras comía sus cereales de siempre y miraba a la nada.

—¡Buenos días! —declaraste sonriente, dirigiéndote a la nevera.

Hum —murmuró; suponías que era su manera de devolverte el saludo.

El moreno no parecía haber dormido tan bien como tú. Si es que el sofá es una mierda... Además, no parecía ni haberse cambiado de ropa, porque seguía con la misma camiseta negra de manga larga (enorme) de ayer, y con los mismos pantalones cargo. Su pelo estaba hecho un desastre, como cada mañana, y su cara... era un poema.

Parecía como si estuviese concentradísimo en mirar el suelo, pero sabías de sobra que esa era su cara de "acabo de levantarme, no quiero ni oírte respirar". Aunque tal vez porque ese día estabas de un buen humor insuperable, te pareció extraño que el chico estuviera así. Intuías que le pasaba algo, algo más, al menos, de su habitual humor de mierda mañanero.

Por si no te quedaba bastante claro que Jungkook tenía algo en mente, pasó de mirar el suelo a mirarte a ti cuando te disponías a preparar café, y lo hizo con una cara horrible; como si pretendiese matarte con la mirada.

—¿Qué pasa? —cuestionaste, acercándote a él.

—Meh —soltó, volviendo a bajar la mirada.

—Te pasa algo...

El moreno siguió masticando e ignorando tu presencia de paso.

Estaba dándole vueltas a la cabeza, lo notabas; como diría la gente joven: Jungkook estaba "rayado".

Ina, tú también eres de esa gente joven de la que hablas.

Es verdad.

Una vez preparaste la cafetera, te acercaste del todo a él, apoyando la cadera contra la misma encimera en la que estaba sentado con las piernas colgando. Y cuando abriste la boca para preguntar qué demonios le pasaba, se te adelantó.

—Perdona por lo de anoche —declaró en voz baja y ronca.

—¿Qué?

Los ojos de Jungkook subieron por fin a ti, encontrándose con que no entendías a cuento de qué te pedía disculpas. El chico suspiró y dejó los cereales a un lado; debía de ser algo verdaderamente importante como para que dejase de comer.

—Ayer... me pasé mucho; no debería haber hecho que te corrieses otra vez tan seguido —declaró decaído, moviendo las piernas en un vaivén constante—. Era la primera vez que te masturbabas y se me olvidó por un momento. Por eso fui más duro de lo que debería haber sido... Así que... eso: lo siento. Siento haberme pasado de la raya.

Durante unos segundos solo podías intentar comprender y aceptar sus palabras, pero cuando tu cerebro fue capaz de procesarlas de una vez, rompiste a reír en sus narices. La mueca que Jungkook puso al escucharte te hizo todavía más gracia; estaba completamente perdido por tu ataque de risa. La comisura de sus labios se curvaba hacia abajo y sus ojos se abrían demasiado; la verdad es que el cajero podía ser mono sin proponérselo.

Erase meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora