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Peligro, una sensación curiosa... ¿Por qué no se sentía así de bien cuando el peligro te acosaba en clase? ¿Cuando tus antiguos compañeros te machacaban? Porque ahí sentías el miedo, la agitación... te sentías vulnerable; ahora, esas sensaciones te hacían sentir viva. Quizás porque, por mucho que pudieras sentir el peligro, no te notabas pequeña, ni asustada, ni agitada y, por supuesto, no te sentías vulnerable...

—¡Kim, deja de hacer la imbécil y corre de una vez, joder! —gritó Yoongi a pleno pulmón, muy por delante tuya.

Y tú, con el corazón latiendo a todo trapo, sonreíste antes de apretar tu carrera aún más tras de él. Y corrías porque acababas de "robar" por primera vez en la vida.

Dudabas que coger un par de botellas de licor en un combini entrase en la clasificación de delito, mucho menos cuando habías dejado (sin que Yoongi se diera cuenta) el dinero correspondiente en el mostrador. Suponías que el dependiente se daría cuenta en cuanto volviese a la tienda. Una cosa era sentir un poco de adrenalina porque os persiguieran y otra muy distinta perjudicar a nadie porque quisieras sentirte así, claro... Lo que te gustaba no era "robar" en sí, sino la persecución, los gritos a tu espalda, la adrenalina repiqueteando en tu corriente sanguínea, convirtiendo tus latidos en puro éxtasis...

Pero como Yoongi no estaba al tanto de la farsa, sí que corría con ganas, o lo hizo hasta llegar a su coche, aparcado al final de la calle. Te tiraste en el asiento trasero con una botella en la mano mientras el chico arrancaba y pisaba el acelerador a todo meter, con la única intención de girar y seguir calle abajo, en la dirección contraria al combini.

Con el corazón todavía agitado y los nervios de punta, sonreíste sinceramente por primera vez en todo el día mientras el moreno ponía música a todo volumen y dabas el primer trago de los que prometían ser muchos esa noche.

—¡Esto ya es otra cosa! ¿Eh, Kim? —carcajeó el moreno desde el asiento de delante—. ¿Qué te parece mi manera de divertirnos?

—¡Una puta pasada! —exclamaste a gritos, solo para hacerte oír por encima de la música que os rodeaba en el interior del vehículo.

—Si estuvieras en el asiento de delante te comería la boca ahora mismo, Kim; un beso siempre sabe mejor después de haber hecho algo malo, ¿sabes?

—Pues no lo sabía, no —admitiste sonriente, volviendo a dar otro trago.

El moreno te miró, mordisqueándose los labios desde el asiento del conductor, y le sacaste la lengua para que parase de comerte con los ojos. Estaba claro que, si de normal Yoongi era un peligro para cualquier criatura andante, ahora que la adrenalina y la sensación de victoria le invadían, debía ser mucho peor... y la verdad es que eso no te perturbaba ni un poquito.

Te sentías eufórica y despejada, toda esa idea había sido un acierto monumental, sin duda...

—He quedado con unos amigos. Te vienes, ¿no?

—Pues claro —aceptaste sin pensar, centrada en el ritmo repetitivo y agudo de la música electrónica que sonaba—. ¿Dónde vamos a ir?

—Si te lo digo te echas atrás —carcajeó el moreno—, mejor que lo veas cuando no te quede más remedio que entrar.

—Me puedo ir igual al verlo —comentaste, acercándote para decirlo lo más cerca de su oído que te permitía la separación del asiento—, ¿o no me dejarás irme?

—No juegues, Kim —mascó sonriente—, no te conviene jugar.

—Ui, qué chungo te crees —carcajeaste despreocupada—. No me asustas, lo sabes, ¿verdad?

Erase meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora