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Con acompañante. Acompañante... Acompañante...

Ese sencillo aviso de tu madre no había parado de rondar tu cabeza durante todo el día; por supuesto, la información (que considerabas casi como una amenaza), te tenía un poco inquieta.

Mientras terminabas de recoger el restaurante, tu cabeza trabajaba también, pensando en tus posibles opciones.

Jungkook volvía hoy de Busan, ¿no?

¿Y a ti qué coño te importa eso, Ina?

Todavía se te hacía un poco difícil que tu consciencia no volase hacia él de forma automática, pero te centraste de nuevo: acompañante para la fiesta, sí, eso era lo importante ahora.

En realidad, podías pedírselo a Jimin y ya; es más: DEBERÍAS decírselo a Jimin, ¿no? Deberías... Él ya te había comentado lo de la fiesta, también te había dicho que se había librado de ir, pero seguro que si se lo pedías tú aceptaría. ¿Querías pedírselo? Desde el día del gimnasio no habías hablado mucho con él; habían pasado demasiadas cosas y necesitabas un poco de calma...

Por otro lado, también podías pedírselo a Yoongi.

Ya, como si fueras a convencerle. Yoongi odia toda esa mierda mil veces más que tú.

Entraste al vestuario para cambiarte de una vez y te encontraste con Taehyung; hubiera estado bien poder decírselo a él. El chico te miró de soslayo, como hacía siempre que te cruzabas con él desde el día que dejasteis de hablar, y su expresión apagada y lúgubre te dolió. Te sentías mal haciéndolo, pero... le ignoraste y empezaste a cambiarte. Al fin y al cabo, no era tu amigo, nunca lo había sido, y ya no podías ni plantearte considerarle como tal.

No tardaste más de tres minutos en cambiarte e ir directa a la cocina para avisar a tu hermano de que te ibas, pero una vez entraste en la estancia, no te encontraste con él; con quien sí que te encontraste, por otro lado...

Ya está este como siempre.

—Madre mía, ¿no te cansas de comer? —preguntaste verdaderamente intrigada.

El mayor, en lugar de contestarte, se giró para apoyar la parte baja de su espalda contra la encimera y sonreírte alzando una ceja mientras seguía masticando un trozo de pizza. Tuviste que soltar una pequeña risotada al verle, porque esa pose de chulo combinada con la ropa de gurú espiritual no casaban demasiado bien, pero así era Nam.

Y mientras le mirabas, y el chico extendía su mano para pasarte un trozo de pizza, algo se te pasó por la cabeza.

Lo hizo al momento exacto que la puerta de la cocina empezaba a abrirse, lo malo es que no te diste cuenta y lo soltaste antes de meditarlo demasiado bien.

—¿Quieres venir conmigo a la fiesta de la empresa?

La puerta se abrió del todo, y a través de ella entraron Hobi y tu propio hermano. Nam seguía zampando sin decir nada, aunque, de haberlo hecho, tampoco creías poder haberle escuchado. Porque mientras que Jin echaba el grito al cielo, Hobi estaba de lo más ofendido porque no se lo hubieras pedido a él.

La reacción a esa inocente pregunta te iba a dar dolor de cabeza en, aproximadamente, unos treinta segundos; ya pensabas largarte antes de seguir escuchando los reproches de tu hermano (que se dirigían sobre todo a su amigo), pero justo cuando ibas a dar el primer paso de tu retirada, escuchaste a Namjoon en medio del griterío:

—Sería un placer, Innie.




Erase meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora