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Lo primero que viste, sentada en el risco pronunciado contra el que rompían las olas, fue el todo. La inmensidad del absoluto que parecía el azul pincelado con verde del agua. No llegabas a apreciar la espuma ni las olas; el mar ocupaba cada rincón alrededor de la piedra sobre la que te sentabas completamente desnuda.

El azote del viento hacía temblar tu cuerpo; la sensación de vulnerabilidad creció en tu interior mientras te incorporabas lentamente en el saliente rocoso. Era demasiado pequeño como para mantenerte a salvo. Si la marea subía, el mar acabaría por tragarte.

Sentiste miedo. Por un segundo quisiste gritar, comprobando así que tu voz no llegaría a formarse aunque pudieras descifrar qué era lo que querías decir.

Llevándote las manos a la garganta, observaste que el cielo estaba tan en calma como el mar; la perfección de las nubes era difícil de creer. El azul celeste y brillante lo cubría todo, y el sol no estaba por ninguna parte.

El mar no amenazaba con tragarte. El cielo no mostraba signo alguno de tormenta. El risco se mantenía imperturbable, demasiado estable y duro como para permitir que la duda de un desprendimiento repentino apareciese en tu mente. Pero, pese a todo, seguías teniendo miedo; estabas sola; nadie te escucharía aunque hablases; nadie podría verte aunque te acompañase.

Te sentaste sobre el risco, abrazándote a ti misma, mirando alrededor en busca de algo que calmase el profundo pánico que empezaba a abrirse paso desde tus entrañas hasta tus sienes. Estabas temblando.

¿Vendría alguien a ayudarte? ¿Te pasarías la vida esperando que alguien llegase?

Durante unos segundos, meditaste mientras que los rostros aparecían en tu mente; las caras de Jin, de Namjoon, de Jimin se iban y volvían como destellos de una luz demasiado turbia. Algo en tu interior se removió incómodo, como si estuvieras olvidando a alguien y fueras incapaz de recordar por más que lo intentases. Por más que te forzabas, a sabiendas de que faltaba una persona, era imposible restaurar sus rasgos en tu memoria, su voz, su tacto... Y, solo entonces, al comprender que no podías hacerle volver a ti, rompiste a llorar. Tu piel se erizaba, aún sin sentir frío alguno.

Quizás ese fuera tu destino a pesar de todo: vivir eternamente en un lugar en calma en medio de ninguna parte. En un lugar salido de la mente de algún artista cruel que hubiera creado cada pincelada de ese sitio absurdamente perfecto.

Sin embargo, aún si eras incapaz de recordar, lo sabías. Sabías que faltaba alguien.

Soltaste una exhalación, comprobando así que tu voz no podía ser escuchada. Aturdida y más asustada que antes, volviste a levantarte y gritaste. Gritaste un nombre que no conocías y no podías entender. No podías escucharlo aunque tu garganta se desgarrase al pronunciarlo. Las lágrimas corrían por tus mejillas, impotentes e insignificantes cuando iban a morir al risco. Pero lo seguiste intentando una y otra vez... Aunque la garganta te doliese, aunque los ojos te ardiesen, continuaste llamándole. Y, de repente, el mar dejó de estar en calma, el cielo dejó de estar despejado; ese paraje perfecto se desmoronaba y el risco temblaba bajo tus pies desnudos. Sabías que esa especie de paraíso te castigaba por gritar ese nombre, pero no querías parar de clamarlo; solo necesitabas escucharlo. Solo necesitabas recordarle.

Las nubes grises y cargadas de electricidad centellearon peligrosamente sobre tu cabeza. Las olas empezaron a romper contra el risco, y pequeños fragmentos de piedra comenzaron a rodar, cayendo en la superficie del mar, sobre la que se desvanecían como si fueran poco más que polvo.

Sentiste el frío y el viento azotándote; notaste la lluvia queriendo doblegarte, pero tu garganta no dejó de chillar ese nombre que no escuchabas. En medio de ese momento, en el que empezaste a comprender que ese paraíso terrenal se convertiría en tu tumba, las lágrimas se detuvieron para dar paso a una pequeña sonrisa de alivio, porque lo comprendiste: ¿de qué servía la calma si nunca habías sentido la tormenta?

Erase meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora