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Anoche...

Anoche pasaron demasiadas cosas; tanto agradables, como raras, divertidas y... esa otra de difícil interpretación.

Las divertidas las encabezaban cuando fuisteis al karaoke nada más dejar el bar y cuando, tras eso, os decidisteis a echar un par de horas jugando en un pc bang cualquiera. Las raras llegaron bien pronto cuando escuchaste que Tae cantaba que te cagas (tú... pues no tanto), y al descubrir que el chico era mucho mejor profesor que Jungkook en cuanto a juegos se refiere.

El momento top de cosas agradables fue justamente tras todas vuestras horas de berrear en el karaoke y de jugar como viciados, más o menos a las cinco de la mañana, al amanecer. Se te ocurrió que estaría bien hacer un pequeño picnic a orillas del río, y Tae se unió a la idea con entusiasmo. Solo lo habías dicho porque todos los otros planes se le habían ocurrido a él y querías contribuir de alguna forma a esa increíble noche. Pues resultó ser un acierto monumental.

No os complicasteis mucho en cuanto al picnic, simplemente comprasteis un poco de todo en la tienda veinticuatro horas más cercana y caminasteis cargados hasta las cejas de picoteo hasta llegar al río.

El amanecer fue espectacular, y verlo mientras comías tranquilamente junto a Tae lo hizo mil veces más especial de lo que hubieras esperado nunca.

Tae no solo era guay, bueno, divertido y considerado: era tu amigo.

Sin duda, había conseguido su cometido de engatusarte con su amistad casi sin que te dieses cuenta, y no te molestaba para nada que así fuera.

En cuanto al momento que falta... el de difícil interpretación; bueno, la noche había sido genial —mucho mejor de lo que esperabas en un primer momento—, todo había sido tan bonito, tan especial, tan único que... con un consejo en particular revoloteando sin parar en tu cabeza, llamaste a Tae para que te mirase a ti en lugar de al amanecer y lo hiciste.

Te acercaste del todo a él y, sin titubear ni un poco, le besaste. Sabías muchas cosas acerca de por qué quisiste besarle en ese momento. No fue solo porque amanecía y se te acababa el tiempo para cumplir con el consejo de Jungkook (aunque también lo tuviste en cuenta), sino porque querías cerrar esa maravillosa experiencia que habías vivido junto al chico de una manera tan especial y única como todo lo demás, y esa fue tu manera de hacerlo.

Estabas segura de que Tae no iba a reaccionar a ese beso; es más, sabías que iba a fliparla y que seguramente después acabaría confesando que no le gustabas en ese sentido. Aunque lo mejor de todo es que Tae no reaccionó en absoluto como creías que lo haría, no...

Una vez te separaste de su boca (que sabía a chocolate gracias a la ingente cantidad de dulces que había comido), una sonrisa enorme y pura se reflejó en esos pares de labios que acababas de probar. Y tras eso, una frase que se te clavó en el corazón: "Es mi primer beso".

No dio tiempo a que el pánico por robarle tal cosa a tu amigo se extendiera del todo, porque al momento que empezabas a agobiarte, Tae añadió algo más: "Nunca creí que mi primer beso iba a ser con una chica".

Casi casi lo entendías, pero Tae se dio toda la prisa del mundo en explicarse con un: "Soy gay".

Una pequeña carcajada empezó el ataque de risa más grande que habías tenido en tu vida. No sabías si Tae entendía siquiera de qué te reías, pero se unió de inmediato al ataque.

En efecto, Tae se había hecho tu amigo.

Ahora incluso, que volvías a casa de Jungkook caminando descalza por las calles llenas de gente que iba a trabajar, no podías evitar reírte al recordar la cara ilusionada de Tae cuando te soltó esa confesión.

Erase meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora