XXVI

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Sanem

Fue genial tener a Osman conmigo durante unos días, pasamos juntos todo el tiempo libre que tenía del plató, fue como volver a los viejos tiempos, me ayudó a salir de ese torbellino de angustia en el que he caído desde aquella maldita noche.

También pasé mucho tiempo con Elisa y Andrea, casi siempre almorzábamos juntos y nació una buena amistad entre nosotros.
Les conté lo que me había pasado en los últimos meses y tuve que hablarles del bebé, aunque sólo fuera para asegurarme de que Elisa no me ofreciera alimentos no permitidos durante el embarazo. No fue fácil hablar de ello, pero me hizo bien, lo necesitaba, hablar de lo ocurrido me ayuda a razonar racionalmente tratando de tomar nota de ello más allá de la carga emocional que han supuesto estos acontecimientos.
Intento no dejarme dominar por el dolor y la decepción para mirar la situación con la perspectiva adecuada y con objetividad ante las importantes decisiones que tendré que tomar para mí y para el bebé.

Desgraciadamente, esta noche Osman dejará la isla para realizar una gran campaña publicitaria que le llevará a Sudáfrica durante dos meses, probablemente ni siquiera podremos hablarnos durante este periodo, ya que se alojará en lugares muy salvajes y alejados de las principales ciudades.

Bajo al puerto con Andrea, que tiene que hacer unos recados, con el entendimiento de que volveremos juntos poco después. Sólo quiero despedirme de mi amigo y volver a casa, me siento muy cansado estos días con las náuseas que han empezado a ser mi compañero cada mañana. Hace tiempo que me siento fatal nada más levantarme, no puedo tragar nada sin volver a bajarlo inmediatamente después, cada episodio me deja exhausto y extremadamente débil.

Me detengo cerca de la taquilla del puerto y veo llegar a Osman con su amigo americano, voy hacia él feliz de verlo y lo abrazo fuerte.
- ¿Preparado para salir? -

- Sí, me gustaría no hacerlo, es un compromiso demasiado importante que hice hace meses, no puedo echarme atrás, de lo contrario me habría quedado aquí contigo -

Sam se adelanta, me coge de la mano y me mira intensamente a los ojos - Sanem, ha sido un verdadero placer conocerte, sólo lamento no haber podido profundizar en nuestro conocimiento, quién sabe si en el futuro nuestros caminos podrían volver a cruzarse y... - De nuevo realiza un galante besamanos que me divierte y avergüenza al mismo tiempo.

Osman levanta los ojos al cielo, me coge del brazo y me guía hacia un banco cercano, diciéndole a su amigo que se verán pronto en el ferry.

- Sanem, tengo que ser sincero, no me siento cómodo dejándote aquí solo en tu delicado estado, por favor, cuídate. Por favor, no dejes que tus emociones te gobiernen, no dejes que se impongan a la racionalidad a la hora de intentar averiguar qué es lo mejor para ti y para el bebé en este momento, tamam, ¿vale? No te encierres en tu dolor pero mantente abierto a escuchar, las cosas muchas veces no son como parecen y la decisión tomada bajo la guía de las emociones puede ser lamentada incluso para toda la vida, ¿lo prometes? -

Tengo lágrimas en los ojos, me conmovieron mucho sus palabras, sé que es un amigo confiable y sabio. Asiento con la cabeza porque se me cierra la garganta de la emoción y no puedo pronunciar ni una sola palabra, le abrazo con fuerza, voy a echar mucho de menos su cercanía, deben ser las hormonas del embarazo pero me parece que estoy viviendo cada emoción amplificada al máximo y en este momento ya siento una enorme tristeza por la marcha de mi amigo de toda la vida.

Me sigue recomendando que tenga cuidado, que piense bien lo que me ha dicho y que le envíe algunos mensajes para que sepa cómo estoy, como mucho los leerá todos juntos cuando pueda volver al mundo civilizado. Sonrío divertida y conmovida por su consideración. Es hora de embarcar para él, nos abrazamos de nuevo con fuerza.

-Recuerda Sanem, no te cierres, mantente abierto a escuchar y hablar, te lo recomiendo-.

No entiendo muy bien el significado de su última frase pero asiento, las palabras de mi sabio amigo son siempre un precioso tesoro que hay que atesorar y poner en práctica en el momento oportuno. Le veo subir a bordo y volver a saludarme desde la cubierta del ferry mientras éste inicia sus maniobras para abandonar el puerto de Ischia.

Permanezco en el muelle un largo rato viéndolo desaparecer en el horizonte, me siento tan sola sin él, la notificación de un mensaje me redime del momento de autocompasión que estoy viviendo, Andrea me espera en el lugar acordado para volver a casa. Estoy triste por la marcha de mi amigo, mi nuevo amigo se da cuenta claramente de ello y trata de levantarme el ánimo con sus habituales payasadas, a estas alturas ya he aprendido a conocerlo, es un tipo con un corazón de oro.

Cuando llegamos a la residencia nos despedimos con el entendimiento de que nos encontraremos más tarde para cenar, estoy cansada pero no quiero entrar, necesito el mar, necesito el poder tranquilizador que siempre ha ejercido sobre mi inquieto corazón.

Bajo a la playa y me siento en la arena con la espalda apoyada en el barco que ahora se ha convertido en mi refugio del mundo. Cierro los ojos y dejo que el sonido de las olas y el calor del sol me ayuden a recuperar la compostura, me siento sola ahora que mi amigo se ha ido, siento que he perdido el equilibrio, me he estado apoyando en él y ahora tengo que encontrar la manera de volver a valerme por mí misma.

Oigo que alguien se acerca, unos pasos decididos sobre la arena vienen hacia mí, abro los ojos sonriendo pensando que es Elisa o Andrea y por un momento creo que estoy soñando. Sacudo la cabeza con incredulidad, debe ser una alucinación, Can no puede estar aquí frente a mí en una playa perdida en la isla de Ischia.

Me levanto incrédula cuando se detiene frente a mí, mi mente se llena de mil pensamientos, ¿cómo me ha encontrado? Pero sobre todo, ¿por qué me buscó a mí si yo no soy nadie para él y ha elegido vivir su vida con otra mujer?

Me pilla un fuerte mareo y me veo obligada a apoyarme en el borde del barco, Can da un paso hacia mí como para apoyarme pero yo me retiro instintivamente, no quiero que me toque, me dolería demasiado sentir su tacto en mi piel, sentirlo cerca me destrozaría.

No quiero tocarlo y no quiero hablar con él, tengo que irme ya, paso junto a él y me dirijo a casa.

- Sanem -

- Sanem por favor escúchame -

- Sanem, Lütfen, ¿podemos hablar un momento? -

Sigo caminando, no puedo, no puedo escucharlo, no puedo dejar que me siga destruyendo.


Una oportunidad para volver a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora