XXXV

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Can

Al amanecer del día siguiente me encuentro dormido en la proa del barco, con la única compañía de una botella de whisky vacía. Me despierto con un terrible dolor de cabeza y un horrible sabor de boca, quizás no fue la mejor idea emborracharme hasta quedarme dormido, pero evidentemente la tensión de los últimos meses, sobre todo la de los últimos días, había llegado a un punto de ruptura que necesitaba superar con un poco de ayuda.

Sabía que no iba a ser fácil, no puedo ni quiero rendirme, al contrario estoy decidida a dar más y más, me levanto con dificultad sintiéndome definitivamente noqueada pero no es nada que un analgésico y una buena ducha no puedan solucionar. Poco después me siento renacido y dispuesto a entregarme para demostrarle a esa hermosa y testaruda mujer que la amo.

Me muevo rápidamente para hacer todo lo necesario y a las 8.30 todo está listo, me meto debajo de la terraza de su apartamento, pongo mis manos en forma de embudo alrededor de mi boca y empiezo a llamarla - ¡Saaaneeeeemmmm, Saaaanneeeeemmmm! -Después de unas cuantas llamadas firmes, aparece ligeramente despeinada con un precioso camisón, ¡ah, qué adorable está de madrugada!

- Can, ¿qué es? ¿Quieres despertar a toda la residencia? ¿Qué quieres? -

-Baja Sanem, tengo algo que mostrarte -

- ¿Qué?

- Sürpriz, es una sorpresa, si te digo lo que es ya no será una sorpresa, ¿verdad? -

Me mira dubitativa durante unos instantes, luego parece convencida - Vale, dame unos minutos y bajaré -

¡Estoy tan agitado como un adolescente enamorado, me doy cuenta, pero realmente cada sí de ella es una conquista inesperada para mí!

Diez minutos más tarde llega con una mirada interrogante, no le doy tiempo a hablar, la cojo de la mano y la arrastro hacia el lugar de nuestro primer encuentro en la isla: el viejo barco de los pescadores -¿Puede? -

- Un momento y lo entenderás - Damos la vuelta al barco y mi sorpresa se desvela enseguida, un restaurante del puerto me ha preparado todo, un mantel alegre, un desayuno abundante y una vajilla refinada para un desayuno romántico.

Me mira asombrada, le cojo la mano - Venga siéntate, vamos a comer - No está precisamente cómoda pero hace lo que le pido afortunadamente

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Me mira asombrada, le cojo la mano - Venga siéntate, vamos a comer - No está precisamente cómoda pero hace lo que le pido afortunadamente.
Intento romper un poco el hielo - ¿Puedo hacerte una pregunta? - Asiente con la cabeza aunque se mantiene en silencio - ¿Por qué Ischia? ¿Has venido a conocer a Osman? -

Sonríe - No, la verdad es que no, elegí Ischia antes de saber que Osman vendría aquí a rodar un anuncio, vi un reportaje en la televisión sobre Ischia cuando era pequeña y me enamoré de las imágenes de estos lugares, me dije que si algún día tenía la oportunidad de viajar primero, aquí es donde vendría y así fue.

Parece haberse relajado, come con gusto y me cuenta lo que le llamó la atención de este lugar que parecía un verdadero paraíso que combinaba la increíble claridad del agua con la construcción típica y la exuberante vegetación en cada rincón de la isla.

Animado por su actitud relajada, le cuento que las islas griegas siempre me han encantado de la misma manera, con sus pueblos encaramados en las laderas de las montañas escarpadas, como pequeñas cunas, contra el cielo de un azul intenso.
Me parece volver a los viejos tiempos, cuando mi Sanem se quedaba horas encantada escuchando las historias de mis viajes como cuando me contaba sus sueños de escribir y los lugares que imaginaba visitar algún día. Pasamos momentos que no esperaba volver a vivir junto a ella.

Pero de repente veo que su expresión cambia en su rostro, su cara se frunce, se levanta bruscamente y se aleja hacia el mar, no entiendo qué le ha pasado, me parece que simplemente está intentando respirar profundamente mientras mira hacia el horizonte.

-Sanem, ¿estás bien? -

Asiente con la cabeza, pero sigue inmóvil -Me pasa de vez en cuando desde hace tiempo-.

El sentimiento de culpa me vuelve a sobrepasar, ¿será que tengo ataques de pánico después del incidente? Sé que puede ocurrir en casos de estrés postraumático - ¿Necesitas agua? -

Está sacudiendo la cabeza. No, gracias. Está pasando. No necesita-

Vuelve a sentarse pero el hechizo parece haberse roto, vuelve a estar distante y silenciosa, asiente a mis palabras mientras intento mantener la conversación pero no participa tan activamente como antes. Levanta la cara al calor de la sal y respira profundamente, no entiendo qué le pasa pero me gustaría poder abrazarla ahora mismo, parece tan frágil.

Para sacarme de estos pensamientos oigo la llamada en italiano de una madre a su hijo de 4/5 años que, justo al bajar las escaleras que llevan a la playa, se ha liberado del agarre de la mano de su madre y corre a una velocidad vertiginosa hacia el mar. Lo observo entre divertido y preocupado, tengo la impresión de que corre demasiado decidido y convencido hacia la orilla y en un momento está en el agua. Mi madre le llama en voz alta, pero él parece hacer oídos sordos a cualquier llamamiento para que se vuelva o se detenga, sigue avanzando con determinación hacia el agua alta, me doy cuenta con un escalofrío de que el mar en ese punto debe ser más alto de lo que parece y en un momento estoy en pie y corriendo hacia el mar mientras le veo desaparecer entre las olas.
Mi madre pide ayuda desesperadamente, gritando que no sabe nadar, yo me tiro al mar mientras su cara emerge para volver a desaparecer bajo el agua. En unas pocas brazadas, afortunadamente, consigo alcanzarlo y sujetándolo fuertemente con un brazo nado hacia la orilla donde Sanem y su madre nos esperan, muy preocupados.

Llegamos a la playa y el pequeño tiembla de frío en mis brazos y llama insistentemente a su mamá, lloriqueando, lo llevo con ella que ya ha preparado una manta que obviamente había traído para sentarse en la orilla del mar.
Sanem me toca el brazo preocupado... - ¿Estás bien? - Asiento con decisión mientras observo cómo el niño recupera la serenidad gracias al calor del abrazo de su madre, no parece estar afectado por lo ocurrido afortunadamente, me acerco a él y me agacho a su lado para hablarle en italiano - Te recomiendo, no lo vuelvas a hacer, no puedes correr así en el agua solo, quédate siempre cerca de tu madre, ¿vale? - El niño sonríe y asiente, le revuelvo el pelo devolviéndole su sonrisa desdentada, su madre no para de darme las gracias.

Nos alejamos para volver a nuestro picnic, intento restarle importancia - No hay nada que hacer, no puedo permanecer seco cuando estoy cerca de ti, ¿tendrías por casualidad uno o dos cuadros escoceses que me puedas prestar? -

Me mira sonriendo por mi broma pero con una mirada extraña - Estaba muy asustado, los niños pueden ser realmente imprevisibles, hay que tener mil ojos puestos en ellos, su exuberancia podría haber tomado un mal cariz si no hubieras estado allí para salvarlo -

- Es cierto, pero ¿no es por eso que son tan maravillosos? Tierna e imprevisible, supongo que tú también eras una niña animada cuando eras pequeña, desde luego siempre estaba trepando por algún sitio- Me mira extrañado y cambia de tema- ¿Quieres subir a secarte, OTRA VEZ?

Sonrío - No, no hace falta, con este bonito sol no tardará en secarse mi ropa tranquilamente. Más bien, ¿qué tal si después del desayuno te llevo a dar un paseo por la isla en la moto? -

Parece pensar detenidamente en mi propuesta, pero finalmente niega con la cabeza - Te lo agradezco, pero sólo quiero estar solo, tranquilo, aquí en la playa sin hacer nada.

-Está bien, no hay problema, pero .... ¿te gustaría estar a solas conmigo? -

Ambos sonreímos por un momento, un déjà vu que nos devuelve a otro mar, a un tiempo que parece tan lejano.

Me mira a los ojos, seria, como si esta respuesta fuera fundamental para ella y para mí, asiente.

Yo también asiento, pequeños pasos Podemos, lo importante es seguir adelante, aunque sea con pasos muy pequeños.

Una oportunidad para volver a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora