XLIII

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Can

Tardo un día y medio en terminar todo el trabajo que tenía en marcha para Fikri Harika, el tiempo de pulsar el botón de enviar las fotos de la última campaña publicitaria y en 10 minutos ya he abrazado a mi amigo Matteo, dándole las gracias por ayudarme en este delicado momento de mi vida, y ya estoy en el barco para quitar las amarras hacia Camogli. Navego toda la noche durmiendo aquí y allá cuando puedo, no puedo esperar a estar con ella, a verla de nuevo, a quizás abrazarla de nuevo.

Me dijo que hablaríamos una vez que llegara, pero si me ha permitido ir con ella siento que puedo ser optimista, espero que haya decidido darme una oportunidad para demostrarle que realmente la quiero de corazón y que haré todo lo posible para hacerla feliz.

Tardé unos tres días de navegación ininterrumpida en llegar, no pude mantenerme en contacto con ella ya que mi teléfono satelital está claramente averiado y no me permitía hacer ni recibir llamadas, por suerte le envié un mensaje justo antes de zarpar para avisarle que me iba y que probablemente no hubiera podido llamarla durante la travesía.

Finalmente llego al puerto de Camogli al atardecer, amarro el barco lo más rápido posible y la llamo.

- ¿Puede? -

- Sanem, estoy en el puerto de Camogli, ¿cómo puedo localizarte? -

- Mira hacia tu izquierda, el edificio amarillo ocre con el cartel del Caffè Barbieri, ¿lo ves?

Sigo sus indicaciones, encuentro el edificio, diviso el cartel y un movimiento llama mi atención inmediatamente por encima de la escritura.
Ahí está mi Sanem saludándome alegremente desde un pequeño balcón en el primer piso del edificio.

Me bajo del barco y corro, corro hacia ella, hacia el amor de mi vida, hacia mi futuro.

Como una nueva Julieta me sigue con la mirada desde el balcón, llego debajo de ella y la miro encantado, sonriendo me señala la puerta que está inmediatamente a la derecha de la barra. Entro y subo los pocos tramos de escaleras de dos en dos y, por fin, la veo en el umbral abriéndome la puerta.
La miro cautivado por su belleza y su sonrisa, se hace a un lado para dejarme entrar y cierra la puerta detrás de ella ligeramente avergonzado, doy un paso hacia ella y tomo su mano para llevarla a mis labios en un beso que huele a adoración incondicional.

Apoya una mano en mi mejilla, acariciando mi barba como ha hecho tantas veces en el pasado, cierro los ojos para saborear la calidez y la dulzura de ese toque que siempre me ha encantado y aturdido, los abro de nuevo entonces para mirar fijamente los suyos durante un largo rato.

- No sabes cuánto te he echado de menos Sanem, cada día, cada momento de este largo mes, en realidad de estos larguísimos meses.
Quiero pedirte perdón de nuevo, por todo lo que he hecho, por todo lo que he dicho. Este mes en el que hemos estado separados también me ha servido para entender muchas cosas Sanem, he comprendido que he sido egoísta y arrogante al imponer cada una de mis decisiones, no te he respetado, no te he dejado opinar en nuestra relación, he sido tan intransigente en mis formas que nunca te sentiste libre de ser sincero y decirme cosas que sabías que me habrían molestado y ante las que habría reaccionado mal.
He hecho mucho mal contigo Sanem, por favor perdóname, si me das la oportunidad te demostraré que he cambiado, que he aprendido la lección y que pase lo que pase lo afrontaremos juntos, hablando y escuchando los motivos del otro -

Hago una pausa para darle tiempo a reflexionar sobre mis palabras, para pensar si puede hacerlo, si realmente puede perdonarme por lo que le hice. Me mira con una mirada seria, intensa, casi preocupada, extiendo una mano para acariciar su mejilla como siempre le ha gustado hacer conmigo para relajar mi cara arrugada cuando pienso detenidamente en algo.

- ¿Estás seguro de lo que me has dicho Can? ¿Eres capaz de aceptar que te he ocultado algo y escuchar mis razones antes de salir furioso y echarme de tu vida como si nunca hubiera sido nada para ti? -

- Sí Sanem, estoy convencido de ello. He cambiado, me he dado cuenta de muchas cosas y algo así no volverá a suceder...

Baja la cabeza y asiente, se acerca a mí, casi me toca de tan cerca, me mira intensamente a los ojos, toma mis manos y.... los pone en su abdomen.

Abro los ojos de par en par desconcertada, no puedo creer lo que está sucediendo pero es evidente que es así, su abdomen está innegablemente redondeado y tenso. Sacudo la cabeza con incredulidad y bajo la mirada, la redondez que veo con mis ojos es la confirmación de lo que sentí con mis manos y de lo que debo tomar nota.

Estoy a punto de ser padre.

Puedo ver su mirada ansiosa registrando cada una de mis expresiones, evidentemente preocupada por cuál podría ser mi reacción, ¿piensa que podría enfadarme o rechazarla?

Me lleva un momento procesar todos los elementos que intervienen y encontrar el resultado de la operación más hermosa de mi vida:

Yo + Sanem + cobertizo = niño = FAMILIA.

Sonrío extasiado, la agarro por las caderas y la levanto del suelo para girar en círculos gritando "Eveeeeet, yesììììì", ella me abraza con fuerza por el cuello y me mira riendo y llorando al mismo tiempo.

Estoy incrédulo de cómo el curso de las cosas vuelve a estar completamente revuelto y retorcido por acontecimientos sorprendentes, no puedo ser más feliz que en este momento, pero tengo que preguntar, no puedo volver a asumir que todo es como quiero y deseo que sea.

La pongo en el suelo, tomo sus manos y la miro seriamente a los ojos.

- Sanem, ¿me permites formar parte de tu vida y de la del niño? No quiero imponerme, tienes que decidir lo que quieres para ti y para él o ella.

Antes de que respondas, quiero decirte lo que más deseo.

Te seguí a Ischia, luego a Nápoles y ahora aquí porque, a diferencia de lo que te dije aquella noche, me gustaría mucho volver a tener un NOSOTROS, ahora sería un NOSOTROS aún más rico y maravilloso, pero la decisión es sólo tuya.

Si todavía necesitas tiempo para pensar que está bien, esperaré hasta que estés segura de lo que realmente quieres.

Se lo debía, después de todo lo que había pasado y de cómo me había comportado tenía que permitirle expresar sus pensamientos y posiblemente sus dudas, se acabaron los tiempos en los que Can decidía por los dos e imponía sus decisiones. Ahora le toca a ella decidir lo que ve en el futuro.... ¿crees que es posible que todavía haya un NOSOTROS?

Una oportunidad para volver a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora